Nuestra Banda: Simplemente Grandiosa

Dicen que la grandiosidad se lleva en el alma, pero el pueblo salvadoreño la lleva en los pellejos, sobre todo la Banda de la Paz de Nuestros Ángeles proveniente del pueblo llano de nuestra tierra tan pequeña, tan golpeada, ...tan abandonada.

La “gran vergiada”, perdonen el refinamiento excesivo del francés, que se han dado nuestros Ángeles ha sido monumental: 6 días de viaje de locura, donde no se paró ni para mear, una llegada relámpago al hotel de entrada y salida, sin descansar ni un minuto, para dar una actuación improvisada a las 8:30 AM en un parqueo de un supermercado donde les esperaba un tropel de compatriotas enloquecidos por verles actuar, una presentación oficial en el Rose Bowl frenética y por último una marcha de 8 kilómetros de actuación en el desfile oficial, todo en menos de 40 horas, con más de 4,700 kilómetros recorridos en sus espaldas por tierra llenos de contratiempos y percances.

Estos muchachos desafiaron las propias leyes Newtonianas de la física, especialmente las relacionadas con el tiempo y el espacio y las del cansancio de los cuerpos de carne y hueso. Y lo consiguieron.

Se les dijo que venían a representar a su país, a su patria, a su gente y sobre todo a demostrar que, a pesar de nuestro pasado miserable y nuestros actuales niveles de violencia, tenemos una enorme destreza en el dominio de las artes, y una pasión casi demencial por nuestros valores culturales.

Estos muchachos han deslumbrado a toda la ciudad de Los Ángeles: su capacidad de sacrifico ha podido con todos los descalabros, las trabas y las improvisaciones.

Sin pegar ojos en 8 días seguidos, en el cruce de Orange Grove y Del Mar, inicio del Desfile, nuestros ángeles sacaron del “guacal mágico” las esencias de las artes y las esparcieron a lo largo y ancho del bulevar Colorado, en Pasadena, California, enalteciendo la cultura y las raíces salvadoreñas para el mundo entero: cerca de 500 millones de espectadores a nivel mundial gracias al poder de la televisión e Internet. Enfrente llevaban la bandera nacional de 3 metros de ancho y 1.4 de alto que ponía en letras doradas "El Salvador", en mayúsculas.

En realidad nuestra banda fue la más humilde, en lo decorativo, y la más pequeña en número de integrantes, pero eso no fue ningún impedimento para mostrar al mundo el coraje que llevaban nuestros artistas en su corazón.

Nuestros músicos empuñaron aquellos instrumentos con descaro y destreza propios de los grandes maestros y ofrecieron a los suyos presentes en el Festival y al resto del mundo una autentica demostración de arte y humildad.

Nuestras bailarinas y chachiporristas, hicieron lo propio, con sus coloridos atuendos, sus herramientas de danza y sus extravagantes movimientos de cadera, piernas y demás extremidades, mientras en lo alto de las graderías instaladas en los costados a lo largo del bulevar ondeaba de un lado a otro nuestra bandera nacional entre los remolinos humanos que se formaban simultáneamente en ambos lados de la calle según pasaban tocando nuestros ángeles salvadoreños.

Con más color y presupuesto, más atrás los mexicanos empujaban. Los nuestros resistían la embestida azteca desde la retaguardia aferrándose a sus chunches musicales y apretando el acelerador, mientras nuestras muchachas continuaban moviendo sus cuerpos esbeltos con acrobacias y medias vueltas.

La persecución de la carroza azteca quedaría resuelta unos metros antes del cruce de Sierra Madre cuando los nuestros sacaron la artillería pesada “Adentro Cojutepeque”, enganchando a la perfección con un potpurrí Mi País cargado de una mezcla, profunda y de gran pureza, de sonidos, ritmos y sentimientos salvadoreños que provocaron una temblequera generalizada de piernas en la multitud de salvadoreños que se encontraban esperando impacientemente en esa zona. Más adelante a sólo unos cuantos metros, un grupo de orientales, llegados desde Chinatown en el centro de Los Ángeles o desde la propia China para apoyar a los suyos, observaba con asombro e incredulidad la alegría desbordada de los salvadoreños.

Desde el 27 de diciembre, Salvadoreños en el Mundo, ha dedicado todos su espacio para alentar a nuestros muchachos e informar a los salvadoreños sobre su particular odisea.

Ese día empezamos a enviar a todos nuestros contactos (periodistas, columnistas, blogeros, escritores, artistas, instituciones públicas y civiles, medios de comunicación, etc.) la particular pesadilla de nuestros ángeles.

El 29 de diciembre el periódico La Opinión sacaba en sus titulares “Un Viaje de Pesadilla”. Más tarde lo haría el prestigioso Los Angeles Times en su titular del 31 de diciembre “Tough trek to Pasadena for Salvadoran Dand”. Otros medios de comunicación estadounidenses como Fox Televisión, la ABC y la CBS se han hecho eco de la odisea vivida por los integrantes de la banda.

Nuestros lectores nos han dado todo su apoyo en nuestra decisión de crítica al Gobierno Salvadoreño (CONCULTURA, Y LOS MINISTERIOS DE TURISMO Y RELACIONES EXTERIORES), no por estar obligado a ayudar, sino por su imparcialidad ante unas circunstancias atípicas que casi terminan por mandar al trasto la actuación de nuestra delegación artística a un evento de esta magnitud y trascendencia, que aun siendo un evento organizado por asociaciones privadas ajenas al gobierno, nos pareció –por la oportunidad que supone para un país como el nuestro cargado de estereotipos encontrados como nuestro buen hacer o nuestra inclinación a la violencia– que la presencia de la Banda en el Festival sobrepasaba el ámbito de lo privado ya que beneficiaba de forma directa la imagen de El Salvador como país, como gente con identidad cultural y artística propia de un pueblo que ha luchado por forjarse así mismo con todos sus problemas y desafíos.

Nuestra crítica al Gobierno no se ha basado en lazos o conexiones partidistas, simplemente, como ciudadanos nos hemos tomado la libertad que nos confiere el principio de libre expresión para informar sobre lo que hemos interpretado como imparcialidad por parte de nuestro Gobierno al no haber apoyado a esa delegación de artistas que se han visto obligados a realizar un largísimo viaje por tierra, lleno de riesgos y obstáculos, que puso en peligro no sólo la participación de la Banda en el desfile, sino también la propia integridad física de la delegación, algo que pudo haberse evitado con la ayuda institucional del Gobierno.

La imparcialidad del Gobierno en este asunto puede ser debatible, pero el hecho objetivo al final es que el viaje se realizó bajo condiciones extremas, incluyendo peligros a la integridad física de los artistas. Nosotros, como pueblo migrante que conocemos en carne propia los peligros y las aberraciones de los derechos humanos de los migrantes en tránsito en ese trayecto endiablado, no tuvimos otra opción que salir a la crítica por la imparcialidad de nuestro Gobierno. No es una cuestión partidista, es una cuestión de solidaridad con nuestros artistas.

Ni el Ministerio de Relaciones Exteriores, ni CONCULTURA, ni TURISMO, se ofrecieron a tender la mano, no por estar obligados a hacerlo, como lo hemos expuesto anteriormente, sino por la trascendencia cultural y artística que el evento tenía para todo el Estado salvadoreño.

No se trataba de la participación de una Banda. Se trataba de la participación de un país entero tal como ha quedado demostrado.

Se espera que a la vuelta, a mediados de enero, los artistas viajen como héroes culturales fletados por avión. Ya se han recaudado 65,000 dólares y ahora se está planificando un concierto de la banda para recaudar el resto del financiamiento necesario para que nuestros ángeles vuelvan a El Salvador con dignidad y con la cabeza en alto: como unos verdaderos embajadores de la cultura salvadoreña.

® http://www.salvadorenosenelmundo.org/

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