Injerencias de injerencias
José Mario Zavaleta*
Irrefutablemente la campaña electoral anticipada en El Salvador sigue su curso y retomando los temas que la derecha explotará en contra de su mayor amenaza, la candidatura del periodista Mauricio Funes y del excomandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén, centrados en la figura del Presidente Hugo Chávez y de la República Bolivariana de Venezuela, como es el lanzamiento de las predicciones y suposiciones que los organismos de inteligencia de los Estados Unidos sobre una supuesta cooperación millonaria para la campaña del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN.
En este hecho hay varias aristas, una de ellas tiene que ver con la posición geopolítica de confrontación de parte de la administración estadounidense con Venezuela y el resto de países liderados por gobernantes de izquierda, y otra que se explica por su ancestral relación íntima con la derecha gobernante y oligárquica criolla, a quien ahora le sirve en bandeja un tema de primera plana, ya de por si demasiado manido, pero que forma parte del libreto, presentando al FMLN como partícipe de una supuesta intervención extranjera de parte de Venezuela; aunque de suyo, el hecho de que el señalamiento provenga del norte es una velada injerencia en asuntos internos salvadoreños, pero injerencia al final, del estado que más antecedentes injerencistas presume en el mundo y la historia.
Al margen del impacto que pueda tener este nuevo alarde de los omnipotentes y omnipresentes miembros de la inteligencia gringa, con respecto al despliegue que ya se hace y se hará de parte de los grandes medios locales que se muestran alarmados y sorprendidos por tan peligrosa posibilidad, no es ajena la idea de que proviene de un organismo sumamente desprestigiado al interior de los Estados Unidos y el resto del mundo, por ser los autores intelectuales de la invasión a Afganistán e Irak – para citar los casos más recientes y consumados – en medio de una burda elaboración de mentiras y datos falsos que sólo sirvieron para justificarla ante la aterrorizada opinión pública estadounidense posterior al derrumbe de las torres gemelas, aunque en el resto de países ya sabíamos que eran parte de una patraña elaborada premeditadamente con fines expansionistas y de apropiación de los recursos energéticos con los que no cuentan y que abundan en el subsuelo del medio oriente.
De la misma manera, al confundir groseramente la solidaridad y la cooperación, que no se fundamenta en la ganancia entre los pueblos, con intervención, muestran su incapacidad para explicar cómo pueblos y países con menos riqueza y recursos que los Estados Unidos, puedan darle más a sus pueblos hermanos salud, educación y acceso a fuentes de energía que de otra manera no pudieran tener. Critican en el fondo los programas de Operación Milagro, la Escuela Latinoamericana de Medicina y los acuerdos relacionadas con Alba-Petróleo, cuando ellos, los que ahora señalan, no serían capaces de hacerlo sin pretender mayores retribuciones económicas de las migajas que ellos llaman ayuda para el desarrollo.
Ha sido precisamente el señor Antonio Saca, presidente salvadoreño, que ha esperado llegar a Washington, donde cumple una nueva visita por invitación de quien le llama amigo, el señor George W Bush, para cumplir parte del guión, rasgándose las vestiduras y mostrándose escandalizado de lo que ni él mismo puede afirmar como una injerencia de Venezuela, llamando - desde el púlpito del imperio a quien sirve - al encargado de negocios salvadoreño responsable de la embajada en Caracas, para que le llegue a explicar si son o no ciertas las acusaciones distractivas de la CIA. La amenaza latente de ruptura de relaciones es obvia, aun sabiendo del ridículo que representaría de nuevo para El Salvador.
Este teatro ya los salvadoreños lo conocen, sobre todo porque saben lo que ocurre en el interior del país, donde cada día que pasa se descalabra el régimen entre disputas intestinas en la selección del candidato de Arena - que no encuentran - para enfrentar a Mauricio Funes, la selección de un recaudador de impuestos como director de la Policía Nacional Civil y otras medidas vergonzosas que deterioran cada día la imagen de funcionarios y políticos de la derecha que ya no tiene nada que decir ni ofrecer al pueblo. Otra manera de desviar la atención ante su decadencia.
En este hecho hay varias aristas, una de ellas tiene que ver con la posición geopolítica de confrontación de parte de la administración estadounidense con Venezuela y el resto de países liderados por gobernantes de izquierda, y otra que se explica por su ancestral relación íntima con la derecha gobernante y oligárquica criolla, a quien ahora le sirve en bandeja un tema de primera plana, ya de por si demasiado manido, pero que forma parte del libreto, presentando al FMLN como partícipe de una supuesta intervención extranjera de parte de Venezuela; aunque de suyo, el hecho de que el señalamiento provenga del norte es una velada injerencia en asuntos internos salvadoreños, pero injerencia al final, del estado que más antecedentes injerencistas presume en el mundo y la historia.
Al margen del impacto que pueda tener este nuevo alarde de los omnipotentes y omnipresentes miembros de la inteligencia gringa, con respecto al despliegue que ya se hace y se hará de parte de los grandes medios locales que se muestran alarmados y sorprendidos por tan peligrosa posibilidad, no es ajena la idea de que proviene de un organismo sumamente desprestigiado al interior de los Estados Unidos y el resto del mundo, por ser los autores intelectuales de la invasión a Afganistán e Irak – para citar los casos más recientes y consumados – en medio de una burda elaboración de mentiras y datos falsos que sólo sirvieron para justificarla ante la aterrorizada opinión pública estadounidense posterior al derrumbe de las torres gemelas, aunque en el resto de países ya sabíamos que eran parte de una patraña elaborada premeditadamente con fines expansionistas y de apropiación de los recursos energéticos con los que no cuentan y que abundan en el subsuelo del medio oriente.
De la misma manera, al confundir groseramente la solidaridad y la cooperación, que no se fundamenta en la ganancia entre los pueblos, con intervención, muestran su incapacidad para explicar cómo pueblos y países con menos riqueza y recursos que los Estados Unidos, puedan darle más a sus pueblos hermanos salud, educación y acceso a fuentes de energía que de otra manera no pudieran tener. Critican en el fondo los programas de Operación Milagro, la Escuela Latinoamericana de Medicina y los acuerdos relacionadas con Alba-Petróleo, cuando ellos, los que ahora señalan, no serían capaces de hacerlo sin pretender mayores retribuciones económicas de las migajas que ellos llaman ayuda para el desarrollo.
Ha sido precisamente el señor Antonio Saca, presidente salvadoreño, que ha esperado llegar a Washington, donde cumple una nueva visita por invitación de quien le llama amigo, el señor George W Bush, para cumplir parte del guión, rasgándose las vestiduras y mostrándose escandalizado de lo que ni él mismo puede afirmar como una injerencia de Venezuela, llamando - desde el púlpito del imperio a quien sirve - al encargado de negocios salvadoreño responsable de la embajada en Caracas, para que le llegue a explicar si son o no ciertas las acusaciones distractivas de la CIA. La amenaza latente de ruptura de relaciones es obvia, aun sabiendo del ridículo que representaría de nuevo para El Salvador.
Este teatro ya los salvadoreños lo conocen, sobre todo porque saben lo que ocurre en el interior del país, donde cada día que pasa se descalabra el régimen entre disputas intestinas en la selección del candidato de Arena - que no encuentran - para enfrentar a Mauricio Funes, la selección de un recaudador de impuestos como director de la Policía Nacional Civil y otras medidas vergonzosas que deterioran cada día la imagen de funcionarios y políticos de la derecha que ya no tiene nada que decir ni ofrecer al pueblo. Otra manera de desviar la atención ante su decadencia.
*Periodista
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