El abuso de las autoridades mexicanas a los migrantes centroamericanos
Operativos violentos contra migrantes centroamericanos
Por Xiomara Peraza*
México no ha encontrado aún la fórmula que le permita ‘complacer’ a Estados Unidos en el control de su frontera con Guatemala para detener a los transmigrantes indocumentados centroamericanos en su peligrosa travesía hacia el norte.
En la confusión que tiene entre la lucha contra el narcotráfico y el combate de la migración irregular, el gobierno mexicano ha incluido a miembros de las Fuerzas Armadas en las tareas que competen a otras autoridades.
El resultado ha sido atroz. El más reciente abuso de violencia por parte de las autoridades mexicanas -documentado en fotografías por un activista de derechos humanos mexicano, residente en Estados Unidos- lo demuestra.
Las primeras informaciones hablaban de medio centenar de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Armada de México (Marina) que habían detenido, de forma violenta, a casi un centenar de indocumentados centroamericanos que viajaban en un ferrocarril de carga. El hecho ocurrió el pasado 31 de marzo en Las Palmas, municipio de Niltepec, Oaxaca.
Las fotografías captadas por un activista de Derechos Humanos, quien realizaba un trabajo de investigación y viajaba con los centroamericanos en el ferrocarril, muestran a los agentes federales cuando sometían a golpes a los transmigrantes. Algunos informes mencionan la violación de dos mujeres por agentes mexicanos.
El testigo que fotografió los hechos explicó que, tras detener el tren en Las Palmas, los marinos y los agentes del INM “empezaron a golpear salvajemente a los centroamericanos, a pesar de que no se resistieron. Unos saltaron y salieron corriendo por todos lados. Varios fueron alcanzados y otros pudieron entrar en algunas casas, y hasta ahí fueron a sacarlos. Los tiraron al piso y los patearon”.
Sin embargo, hasta ahora, las víctimas no han presentado una demanda penal y han tenido que conformarse con una denuncia pública por su temor a ser deportados. Así de vulnerables son muchos de los que salen de sus países por razones económicas y tienen que aventurarse a recorrer cientos de kilómetros en tren, escondidos como sardinas en camiones o en lanchas desvencijadas, todas ellas formas igualmente riesgosas.
El incidente de Las Palmas ha hecho que nuevamente muchos mexicanos se cuestionen cómo es que su gobierno pide un trato digno de sus ciudadanos en la frontera norte (con Estados Unidos), mientras aplica una ‘política de barbarie’ en la frontera sur (con Guatemala). Pero la política del Estado mexicano sigue como si nada.
No es la primera vez que la intervención de militares mexicanos provoca la condena de organizaciones pro Derechos Humanos. En enero de este año, también en Oaxaca, se hizo pública la detención violenta de 269 centroamericanos en ese tipo de operativos.
Ya a principios de esta década había protestas de los gobiernos de Centroamérica y del Ombudsman mexicano por la actuación impropia de los militares en hechos como el que nos ocupa aquí.
Según datos del INM, este año se intensificaron los que ellos llaman “aseguramientos masivos de migrantes” que se trasladan en el tren que sale de Arriaga, Chiapas, atraviesa el istmo de Tehuantepec y llega al centro de México.
Un estudio sobre los migrantes en tránsito por México asegura que desde 2000, México ha intentado tener más efectividad en la detención y deportación de ‘migrantes irregulares’. Ha endurecido su política migratoria y construido nuevos y más amplios centros de detención.
Entre 2002 y 2006, señala el documento, se construyeron siete centros nuevos en México, que ahora suman 52 en total. Dos más están en construcción y otros 11, en etapa de planeación.
En el fondo, como ha escrito Manuel Ángel Castillo, estudioso de la migración internacional, México ha enfrentado por años la presión de Estados Unidos para que mejore los controles migratorios en su frontera sur. Para impedir que los migrantes no autorizados lleguen a Estados Unidos, se han implementado operaciones de control y otros mecanismos desde la década pasada en las rutas preferidas por ellos y sus guías.
Esencialmente, se trata de una guerra de nuevo tipo, aunque por su naturaleza sea indeclarable. La novedad de esta guerra es que no se enfrenta un país contra otro ni es un conflicto civil dentro de un solo Estado.
La guerra que se libra contra los migrantes en estos tiempos involucra a varios países (fuerzas militares de México en su frontera con Guatemala y de Estados Unidos en su frontera con México).
Para evadir los controles en territorio mexicano, los transmigrantes han dejado de transitar por autopistas y carreteras y utilizan vías alternas como los trenes de carga, dice Castillo.
Así es como también empezaron a viajar por caminos silenciosos y senderos tan peligrosos como el tren, pues muchos de esos territorios han caído en manos de criminales y pandillas. Para los delincuentes, los transmigrantes son un blanco fácil, señala Castillo, porque pueden despojarlos de sus pocas pertenencias en zonas que son totalmente desconocidas para estos.
Parece que las redadas u operativos cazamigrantes tan frecuentes en el último año en lugares como Arriaga, en Chiapas, ahora se están extendiendo más allá de la línea fronteriza en Chiapas y quizá empezaremos a ver más noticias de Oaxaca (como el caso de Las Palmas) o de otros lugares más adentro de México en la ruta hacia el norte.
Un detalle que llamó mucho mi atención es que mientras militares y agentes del INM atacaban a los centroamericanos en Las Palmas, los habitantes del lugar mostraron cuán solidarios pueden ser los pueblos de la región, cuando ofrecen ayuda y gritos de aliento a diferencia de lo que hacen sus gobiernos y funcionarios.
Una hondureña que escapó de la golpiza del 31 de marzo cuenta que los marinos persiguieron a los migrantes hasta las casas vecinas.
Algunas mujeres de la comunidad gritaban a los agentes: “Aquí no entren, aquí es propiedad privada”, mientras otras les decían a los migrantes: “¡corran al monte, corran!”. La prensa mexicana consigna que unos 200 indocumentados se refugiaron y durmieron esa noche en los patios de las viviendas en Las Palmas.
“Una señora muy buena nos dio agua, café, panes, huevos y unos mangos”, sostiene una de las mujeres que se benefició con la bondad del pueblo llano mexicano, lo que nos recuerda que la solidaridad con los más vulnerables casi siempre viene de los humildes, como Ud. y yo.
*Miembro de Salvadoreños en el Mundo - Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México
Por Xiomara Peraza*
México no ha encontrado aún la fórmula que le permita ‘complacer’ a Estados Unidos en el control de su frontera con Guatemala para detener a los transmigrantes indocumentados centroamericanos en su peligrosa travesía hacia el norte.
En la confusión que tiene entre la lucha contra el narcotráfico y el combate de la migración irregular, el gobierno mexicano ha incluido a miembros de las Fuerzas Armadas en las tareas que competen a otras autoridades.
El resultado ha sido atroz. El más reciente abuso de violencia por parte de las autoridades mexicanas -documentado en fotografías por un activista de derechos humanos mexicano, residente en Estados Unidos- lo demuestra.
Las primeras informaciones hablaban de medio centenar de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Armada de México (Marina) que habían detenido, de forma violenta, a casi un centenar de indocumentados centroamericanos que viajaban en un ferrocarril de carga. El hecho ocurrió el pasado 31 de marzo en Las Palmas, municipio de Niltepec, Oaxaca.
Las fotografías captadas por un activista de Derechos Humanos, quien realizaba un trabajo de investigación y viajaba con los centroamericanos en el ferrocarril, muestran a los agentes federales cuando sometían a golpes a los transmigrantes. Algunos informes mencionan la violación de dos mujeres por agentes mexicanos.
El testigo que fotografió los hechos explicó que, tras detener el tren en Las Palmas, los marinos y los agentes del INM “empezaron a golpear salvajemente a los centroamericanos, a pesar de que no se resistieron. Unos saltaron y salieron corriendo por todos lados. Varios fueron alcanzados y otros pudieron entrar en algunas casas, y hasta ahí fueron a sacarlos. Los tiraron al piso y los patearon”.
Sin embargo, hasta ahora, las víctimas no han presentado una demanda penal y han tenido que conformarse con una denuncia pública por su temor a ser deportados. Así de vulnerables son muchos de los que salen de sus países por razones económicas y tienen que aventurarse a recorrer cientos de kilómetros en tren, escondidos como sardinas en camiones o en lanchas desvencijadas, todas ellas formas igualmente riesgosas.
El incidente de Las Palmas ha hecho que nuevamente muchos mexicanos se cuestionen cómo es que su gobierno pide un trato digno de sus ciudadanos en la frontera norte (con Estados Unidos), mientras aplica una ‘política de barbarie’ en la frontera sur (con Guatemala). Pero la política del Estado mexicano sigue como si nada.
No es la primera vez que la intervención de militares mexicanos provoca la condena de organizaciones pro Derechos Humanos. En enero de este año, también en Oaxaca, se hizo pública la detención violenta de 269 centroamericanos en ese tipo de operativos.
Ya a principios de esta década había protestas de los gobiernos de Centroamérica y del Ombudsman mexicano por la actuación impropia de los militares en hechos como el que nos ocupa aquí.
Según datos del INM, este año se intensificaron los que ellos llaman “aseguramientos masivos de migrantes” que se trasladan en el tren que sale de Arriaga, Chiapas, atraviesa el istmo de Tehuantepec y llega al centro de México.
Un estudio sobre los migrantes en tránsito por México asegura que desde 2000, México ha intentado tener más efectividad en la detención y deportación de ‘migrantes irregulares’. Ha endurecido su política migratoria y construido nuevos y más amplios centros de detención.
Entre 2002 y 2006, señala el documento, se construyeron siete centros nuevos en México, que ahora suman 52 en total. Dos más están en construcción y otros 11, en etapa de planeación.
En el fondo, como ha escrito Manuel Ángel Castillo, estudioso de la migración internacional, México ha enfrentado por años la presión de Estados Unidos para que mejore los controles migratorios en su frontera sur. Para impedir que los migrantes no autorizados lleguen a Estados Unidos, se han implementado operaciones de control y otros mecanismos desde la década pasada en las rutas preferidas por ellos y sus guías.
Esencialmente, se trata de una guerra de nuevo tipo, aunque por su naturaleza sea indeclarable. La novedad de esta guerra es que no se enfrenta un país contra otro ni es un conflicto civil dentro de un solo Estado.
La guerra que se libra contra los migrantes en estos tiempos involucra a varios países (fuerzas militares de México en su frontera con Guatemala y de Estados Unidos en su frontera con México).
Para evadir los controles en territorio mexicano, los transmigrantes han dejado de transitar por autopistas y carreteras y utilizan vías alternas como los trenes de carga, dice Castillo.
Así es como también empezaron a viajar por caminos silenciosos y senderos tan peligrosos como el tren, pues muchos de esos territorios han caído en manos de criminales y pandillas. Para los delincuentes, los transmigrantes son un blanco fácil, señala Castillo, porque pueden despojarlos de sus pocas pertenencias en zonas que son totalmente desconocidas para estos.
Parece que las redadas u operativos cazamigrantes tan frecuentes en el último año en lugares como Arriaga, en Chiapas, ahora se están extendiendo más allá de la línea fronteriza en Chiapas y quizá empezaremos a ver más noticias de Oaxaca (como el caso de Las Palmas) o de otros lugares más adentro de México en la ruta hacia el norte.
Un detalle que llamó mucho mi atención es que mientras militares y agentes del INM atacaban a los centroamericanos en Las Palmas, los habitantes del lugar mostraron cuán solidarios pueden ser los pueblos de la región, cuando ofrecen ayuda y gritos de aliento a diferencia de lo que hacen sus gobiernos y funcionarios.
Una hondureña que escapó de la golpiza del 31 de marzo cuenta que los marinos persiguieron a los migrantes hasta las casas vecinas.
Algunas mujeres de la comunidad gritaban a los agentes: “Aquí no entren, aquí es propiedad privada”, mientras otras les decían a los migrantes: “¡corran al monte, corran!”. La prensa mexicana consigna que unos 200 indocumentados se refugiaron y durmieron esa noche en los patios de las viviendas en Las Palmas.
“Una señora muy buena nos dio agua, café, panes, huevos y unos mangos”, sostiene una de las mujeres que se benefició con la bondad del pueblo llano mexicano, lo que nos recuerda que la solidaridad con los más vulnerables casi siempre viene de los humildes, como Ud. y yo.
*Miembro de Salvadoreños en el Mundo - Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México
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Inmigración
Mas claro no canta un gallo. Xiomara nos expone la nueva politica del gobierno de Calderon; Hacerle los mandados a George Bush, cerrando la frontera sur de Mejico con el ejercito Mexica.
ReplyDeleteLo hipocrita de los miembros del gobierno de Saca es que ellos ya lo sabian, porque en la ultima reunion en San Salvador Calderon- Saca, este tema se trato, pero el gobierno no advirtio a los migrantes de este peligro.
En los proximos dias veremos una escalada de violaciones a los derechos humanos de los migrantes de todo el mundo que usan Mejico como puente para llegar a Estados Unidos.
Juan Cardozo
Vancouver, Canada
El Gobierno Saca solo manda una cartita "diplomatique". Y depues la agencia EFE le pregunta al viceministro y el dice que "No es un reclamo" como que no es un reclamo, pues que es un Cumplimento. Una cosa es la diplomacia educada y otra es que las auridades de ese pais esten violando a nuestra mujeres guanacas. Ministro pongale la pluma a su homologo mexicano, pidale cuentas claras y que desista su politica de atropellos a nuestros paises, ya que ese no es el pais de destino, solo estan de paso, que no sea tan cruel con los nuestros.
ReplyDeleteArmando - Bruselas
Viceministro,
ReplyDeleteQue no ve en la foto, ese paisano nuestro se ve bien talegiado por las autoridades mexicanas. Su crimen: irse a EE.UU. de mojarra por MExico.
Donde esta el defensor de los intereses salvadoreños, que mas pruebas quieren. Que verguenza.