El "Salinchismo" en California

Es pequeño y su peso está estabilizado como el cuerpo de una modelo de elite en las pasarelas de Londres, Nueva York o Paris, en la zona de las 120-130 libras más o menos. Le brilla la cabeza doblemente, por lo que tiene dentro, y por una ligera calvicie que le asoma a unos 2 centímetros por detrás de la frente.

Su debilidad es la política, no esa que a uno se le viene a la cabeza, sino la otra, la GRAN POLÍTICA, esa que requiere remangarse la camisa, aventarse al suelo y nadar como un pez entre la polvareda y el tufo para defender con uñas y dientes los intereses de la comunidad, los pequeños y grandes intereses de su querida y golpeada comunidad salvadoreña en el sur de California.

Para él su patria va más allá del lugar accidental donde nació. La lleva en el corazón y en todo el torrente sanguíneo de su pequeño cuerpo, no más de 160 cm.

Una vez lo vi enfrentarse a una banda bien organizada de vecinos locales, controlada por un hombre blanco de rizos rubios que daba unos “riatazos” con un martillo en la superficie de una mesa de madera para imponer otra vez el orden en lo que parecía ser una sala de discusión pública en Pico Union, un barrio de Los Ángeles controlado por judíos, que ahora representan menos del 10% de la población.

En medio del molote de aquella sala, mientras sonaban los martillazos en la mesa, él se llevó la mano derecha al costado izquierdo de su chaqueta, del bolsillo extrajo entre sus dedos una libreta azul que ponía, más abajo del desafiante águila dorado, “United States Of America”, la levantó por encima de su cabeza como Moisés con las piedras de los 10 mandamientos y dijo solemnemente “I am an American citizen, sirs, and I know my rights”, con un grueso acento latino.

La comuna vecinal casi se va al garete.

Al final la decisión de designar a la zona de Pico Union como la "Pequeña Centroamérica" en alusión a los cerca de 2.5 millones de centroamericanos que ahí residen –casi del 90% de la población total de la zona– fue de 13 votos en contra y ninguno a favor. En el panel de concejales no había ni un solo centroamericano, solo judíos blancos y unos cuantos chicanos.

Con el apoyo de los mexicanos, habían vuelto a ganar por goleada los judíos blancos a los salvadoreños y centroamericanos.

Él salió indignado con la decisión. Habían perdido 2.5 millones de residentes, la gran mayoría salvadoreños sin papales, frente a unos 20,000 ciudadanos legales.

Una hora más tarde, ya en la cafetería, le pregunté “haber, enséñeme ese pasaporte americano del que con tanto orgullo alardeó allá atrás en la sala de discusión”. Me pasó el pasaporte, y, al inspeccionarlo, vi que dentro había otra libretilla azul que ponía “República de El Salvador”.

"Era sólo la funda”, dijo con una sonrisa, triste y, a la vez, alegre .

Con ustedes, Francisco Rivera, Presidente de Salvadoreños en el Mundo.



El "Salinchismo" en California
Por Francisco Rivera*

La leyenda de la Malinche, sigue tan vigente en el Siglo XXI como en el Siglo XV. Cedida como esclava por los Aztecas a los Mayas, Malintzin llega a aprender el castellano, y se dice, que tuvo un hijo de Hernán Cortés. La Maliche fue entregada a sus nuevos amos cuando era una niña y llegó a convertirse en intérprete
para Cortés, quien alimentaba las 20 confrontaciones de los distintos pueblos indígenas durante la conquista de México.

Dona Marina, quien se cree provenía de la nobleza indígena, asesoraba a los conquistadores sobre aspectos militares, costumbres, y de ”espionaje” de los Nativos, jugando así un rol crítico para la labor de dominación de Hernán Cortés Sobre los pueblos indígenas.

El malinchismo se conoce por aquellas acciones en perjuicio de la propia cultura, en la traición a la propia raza, y sigue tan vigente en el Siglo XXI como en su época. Solo que en el Estado de California, particularmente el área denominada el Sur de California, ha cobrado una nueva forma, se llama el “Salinchismo”.

Los “salinchistas” aman lo extranjero, entregan a su gente, y muchas de sus acciones están motivadas por el bien propio o el beneficio personal. Lo bueno, es que son tan pocos, por ejemplo, en la Ciudad de Los Angeles, se pueden contar con los dedos de la mano. Son graciositos, almidonados, y tan falsos como un billete de tres dólares.

También se jactan de ser nacidos y educados en Estados Unidos, y se comportan como si fueran ciudadanos de primera clase, y no tienen su origen en un país del Tercer Mundo, particularmente, si es lo que se conoce como una “República Bananera”.

No es muy difícil distinguir un salinchista, tanto en su versión femenina, como en su versión masculina. Viven perennemente emocionados por sus amos. Se dedican a traicionar a los de su propia raza las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y se conforman con las migajas que sus amos les conceden.

Visten, piensan, hablan, se comportan como si no pertenecieran a su propia cultura, sino a la de sus amos. Son salvadoreños o salvadoreñas, que se comportan como “clones” de quienes sirven. Asimismo, viven, suspiran y respiran creyendo ser lo que no son.

Pululan en oficinas políticas, administrativas o de organizaciones de sus amos, inclusive clínicas comunitarias. Llevando la etiqueta “salinchista” bien definida en la frente. Son hipócritas. No dan la cara, traicionan en cualquier momento, en cualquier esquina de barrio, no tienen ideas propias.

Los salinchistas son como una plaga, y con altas probabilidades de que existan en otros lugares de los Estados Unidos, donde haya una ultra concentración de salvadoreños y salvadoreñas, y si uno se descuida, lo arrastran por los suelos hasta el lugar donde reina la traición, donde se vende y se entrega a su propia gente, con tal de contar con el apoyo, la bendición, la compañía y el reconocimiento de sus amos.

Lo bueno es que el “salinchismo” está confinado al Sur de California, y se está gestando un movimiento anti-salinchista que permitirá barrer con los restos de esta plaga presente desde el Siglo XV.

Por de pronto, recomendamos que si tu vives en el Sur de California, te pongas un amuleto, te des baños de ruda, te hagas una limpia, y comas mucha hierba buena, porque un día cualquiera, el menos pensado, estas frente a un “salinchista” que se quiere hacer pasar por salvadoreño o salvadoreña. !Que Dios y la Virgen María Santísima se apiaden de tí!

*Presidente de Salvadoreños en el Mundo, Los Ángeles, California ©Salvadoreños en el Mundo

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