La Cultura otra víctima de lo ideológico.

Por José Manuel Ortiz

Los franceses tienen un dicho cotidiano como los bueno días que dice “La culture c'est comme la confiture, moins on en a, plus on l'étale”, que más o menos traducido significa “la cultura es como la mermelada, cuanto menos se tiene más se unta estirándola”. Ahí eso tiene un sentido muy gráfico pues la mermelada en Francia es toda una señora tradición. Hay hasta de ajos y cebollas. (Foto: museo de la revolución salvadoreña en Perquín, Morazán)

En nuestro país, aunque hemos mejorado algo últimamente, todavía cojeamos en sensibilidades y comportamientos que tienen que ver con la promoción de la Cultura, por ambas partes, por el lado de los ciudadanos y por el lado de las instituciones. Yo me pongo del costado de los ciudadanos y asumo con estas líneas la parte de la responsabilidad que me corresponde como individuo. (Foto el faro.net: carga tradicional de santos por filigreses , en Tepecoyo, La Libertad, El Salvador)

Por desgracia la crisis económica sólo empeora la situación en el frente cultural, que, ciertamente, nos incumbe y nos incluye a todos.

Se hacen esfuerzos de hormigas, cada cual por su lado, para “estirar” este patrimonio que tenemos los salvadoreños tan bonito como poco promocionado: la humilde Cultura cuscatleca.

A todos nos gustaría tener un país que se deje la piel por defender el valuarte cultural. Francia, bastante ensimismada por sus costumbres y tradiciones, es quizás la referencia a seguir como país que practica una política cultural “verdaderamente” institucional, más aun en estos tiempos revueltos de la globalización que, como dicen algunos entendidos en la materia, amaga con crear un mundo culturalmente más homogéneo sometido a los valores culturales de las zonas del mundo que dominan las artes, sobre todo, las audiovisuales que cada vez toman más fuerza, Hollywood por ejemplo ha llevado los valores culturales de EE.UU. a todos los rincones del planeta.

Los galos, que siempre fueron muy hábiles y sofisticados en esto, se toman la Cultura muy en serio, está entre las 4 prioridades nacionales desde tiempos del Rey Sol, da igual que gobiernen los socialistas o un desbocado Súper Zarkozy. Las instituciones francesas, incluso, se permiten la libertad de imponer al coloso de Estados Unidos una cuota para que sus libros y películas no superen el 40% del consumo cultural nacional francés, una medida directa en contra de las reglas del libre mercado y el bilateralismo. Y no estamos hablando de un sector cualquiera, la Cultura en ese país mueve cerca del 20% de su PIB y como dice mi colega François de L'Aveyron –una zona muy tradicional de Francia– “mais oui, la culture c’est la culture, mon ami” con un acento que huele a profunda campiña francesa. (Imagen: Logo de Alliance Culturalle Francaise: Festival de Cine)

El Ministerio de la Cultura francés, es una potente maquinaria, bien aceitada que se encarga de dar la mejor imagen del país a través de sus museos, sus monumentos, sus bellas artes (música, cine, teatro, danza, literatura, arquitectura, televisión, y todo lo que ese país considere tradiciones culturales francesas que incluye literalmente, aunque paresaza inverosímil, sus vacas y sus cerdos, ahí tienen "Le Cop" -pollo zarado- con su pecho levantado, todo un emblema nacional), con un espectacular presupuesto de más de $6,000 millones, es decir es uno de los ministerios con más recursos económicos del presupuesto central del Estado para apalancar lo que ellos llaman la “Mission Culture”.

En nuestro país, la palanca presupuestaria del Estado a CONCULTURA no llega siquiera a los $15 millones. Es decir la Cultura en nuestro país tiene poco o ningún peso en los presupuestos generales del Estado. En 2005, la cifra que el Estado invirtió en esa institución para el avance y la promoción de la Cultura cuscatleca fue de 12.7 millones, de los cuales $7.2 millones se fueron en el pago de salarios, presumiblemente de funcionarios. La parte más fuerte del sobrante fue para pagar los espacios, equipos y mantenimiento de las oficinas centrales de la institución. Otra parte más pequeña se utilizó para obras de recuperación y mantenimiento del patrimonio arquitectónico y espacios culturales. El resto del presupuesto se distribuyó entre fundaciones y asociaciones culturales, cuyos miembros tienen o tenían, como de costumbre en estos casos de ayuda institucional, una afinidad con el gobierno de turno. Ahí están los datos registrados. (Foto el faro.net:Moro ayuda a una cristiana acomodarse la máscara, en Tepecoyo, La Libertad, El Salvador).

Más allá del comprensible problema de los recursos económicos, he ahí, una vez más, nuestro problema: el sesgo ideológico omnipresente en el mismísimo aire que respiramos. La Cultura, por desgracia, no iba ser una excepción.

A parte de tener poco presupuesto y quizás también poco material cultural que “estirar”, desde las instituciones públicas, se tiene por costumbre o, mejor dicho, después de 20 años, directamente por tradición, financiar proyectos culturales de fundaciones o asociaciones cercanas al gobierno. A las organizaciones de las que se sospecha se acuestan con el adversario político, incluso para promover algo tan común para todos como es el bagaje cultural de nuestro país, ni agua.

Supongo que esto es normal en un país como el nuestro con una ideologización temible y perturbadora, pero quizás no sea lo más eficiente para promocionar nuestro legado cultural. También tengo que admitir que de vez en cuando se hacen excepciones, pero esas se cuentan con los dedos.

La Cultura no tiene paletones ideológicos, es más ni siquiera tiene una dimensión determinada bajo la cual se la pueda empaquetar y señalizar con alguna etiqueta en particular. Es una masa compleja, invisible y mutante donde cabe absolutamente todo: valores, costumbres, códigos, creencias, identidad, juicios, prejuicios, etc. De vez en cuando toma otras formas más precisas como el cine, el teatro o la literatura a las que, si uno se empeña, se les podría ver bajo el prisma ideológico con el que se ve, para nuestra desdicha, todo lo que se hace, se dice, o sucede en nuestro país. Pero en realidad la Cultura va más allá de carriles y distritos ideológicos.

Como dice mi colega François de L'Aveyron, con ese fuerte acento a monte, “puesiesque, la Cultura es la Cultura amigos”, es patrimonio, es bien cotidiano, es colectividad, es arte, es pueblo, es “nosotros”. Es como un inmenso espejo formado por nuestra propia conciencia e idiosincrasia, donde podemos vernos a la cara y preguntarnos quienes somos o reflexionar sobre nuestra propia existencia. (Foto: puesto de venta ambulante en el centro de San SAlvador).

Una Semana Cultural entera ha tomado para mostrarle a la ciudad de Los Ángeles, que el pueblo cuscatleco –ese pueblo muchas veces asociado a la mala fama que genera la violencia– tiene un toque, un espíritu, una bellaza, una silueta, un deseo, ...un amor especial por la Cultura.

Del 27 de julio al 2 de agosto, se presentaron películas, libros, piezas de teatro, poesías, cuentos, obras de arte, juegos educativos, danzas tradicionales, música, es decir se le presentó a esta hermosa ciudad de Los Ángeles un El Salvador que le apuesta con ahínco e ilusión al legado cultural y a su papel para vivir y convivir en paz y armonía con otros pueblos y con nosotros mismos.

Cuando le pregunté a uno de los organizadores, dónde estaban las instituciones salvadoreñas en este asunto, me respondió: “ausentes, después de tantas invitaciones, ya no contamos ni siquiera con su presencia”. Hablaba de la Oficina de CONCULTURA, que presumiblemente cuenta con una pequeña parte del antes citado presupuesto para temas sociales y culturales en el exterior, según el prepuesto nacional de 2008. Sin embargo, al tratarse de un evento orquestado por una organización fuera del extrarradio ideológico del partido en el gobierno, no hubo ni publicidad en sus instalaciones. Lo ideológico en nuestro país supera las fronteras nacionales.

¡Qué desdicha! En este terreno tan bonito como es nuestra Cultura, también, cada cual va por su lado, por su vereda particular o como se dice más cultural y coloquialmente en nuestro país, “cada perro con su hueso”. (Foto: muestra de danza tradicional salvadoreña en el foro de Monterrey, México 2007)

Me pregunto qué nos ha pasado a los salvadoreños, a los ciudadanos y a las instituciones públicas, para seguir con la “disfuncionalidad” y la torpeza de anteponer “lo ideológico” sobre todo lo demás. Quizás convenga recordar aquello que dijo ya un celebre escritor, cuyo nombre ya no recuerdo, algo así como que la ideología incluye a muchos, demasiados quizás, pero la Cultura somos todos.

Miembro de Salvadoreños en el Mundo - ©Salvadoreños en el Mundo

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