Federico Hernández Aguilar* Quien estas líneas escribe todavía no es padre de familia. Pero como me interesa, eventualmente, fundar un hogar, he creído mi deber y mi derecho leer algunos de los documentos que han rodeado de polémica a la XVIII Cumbre Iberoamericana que hoy se inaugura en nuestro país.
No sólo porque se trata de un acontecimiento políticamente importante, sino porque esos mandatarios que vienen a San Salvador van a firmar papeles que podrían llegar a afectar, para bien o para mal, las vidas de mis futuros hijos. Convencido, pues, de que el asunto es de mi absoluta incumbencia, he procurado tener amplio acceso a los insumos de las reuniones sectoriales previas a la Cumbre, igual que a un par de borradores de la Declaración final del evento y a la famosa Convención de Derechos de los Jóvenes, que tal vez no estaría siendo tan criticada de no ser tan peligrosamente ambigua.
El Presidente Saca ha sido enfático en decir que no vamos a ratificar, como país, la citada Convención. Y creo que hacemos bien. Los argumentos esgrimidos por quienes se oponen a este instrumento incluyen todos los aspectos --legales, políticos, sociales y humanos--, por lo que resulta sospechoso que quienes avalan el contenido del acuerdo se concentren en atacar las razones religiosas o morales que pudieran estar detrás de los argumentos, como si por ello no tuvieran validez alguna.
En mi opinión, cuando se habla de jóvenes, los énfasis en torno a los derechos deben siempre matizarse, porque es la mejor manera de ayudarles a adquirir responsabilidades. Si una quinceañera, con la veleidad que tiene la noción de "amor" a esas edades, se siente de pronto "enamorada" de un tipo de 55 años, la Convención (Art. 20,1) le daría pleno derecho a cohabitar con él sin el consentimiento de sus padres. ¿Será de esta manera como queremos proteger a nuestros jóvenes?Pero lo más contradictorio de la Convención es cuando acepta, en su preámbulo, que la juventud --esa etapa comprendida entre los 15 y los 24 años de edad-- es "un periodo de la vida donde se forma y consolida la personalidad". En otras palabras, es una fase de adaptabilidad y crecimiento en la que ni siquiera la propia identidad está del todo definida, por lo que cualquier decisión apresurada comporta lógicos riesgos.
A pesar de ello, tras esa pretendida "consolidación de la personalidad" con que el documento caracteriza al periodo juvenil --y me encantaría, por cierto, conocer el consenso de psicólogos, neurólogos y demás expertos que suscriben sin tamices semejante afirmación--, ¿quiere en serio la Convención que los jóvenes iberoamericanos sean capaces de decidir, con plenitud de derechos, con quién se casan o se acuestan, cómo alimentan su conciencia y bajo qué condiciones van a trabajar?
Mucho más sentido común han expresado los propios jóvenes escolarizados de El Salvador a través del informe "Adolescentes con cultura", donde ellos mismos entienden las consecuencias negativas de sentirse caprichosamente aptos para decidir sobre temas tan trascendentes. Y reclaman, por supuesto, la guía de sus padres.
Tampoco son tranquilizantes las muy diversas propuestas que la Declaración de San Salvador podría elevar al rango de "verdades compartidas".
Para el caso, el Plan Iberoamericano de Cooperación e Integración de la Juventud afirma sin sonrojos que España es un "ejemplo" de reducción sostenida de embarazos precoces, por lo que promover el uso creciente de anticonceptivos desde la iniciación sexual es eficazmente producente.
¿De dónde salió este dato? ¿Qué estudio científico lo respalda? O peor aún: si esta premisa resultara ser falsa --y basta entrar a la página oficial del Instituto Nacional de Estadística de España para ponerla en duda--, ¿quién se beneficia de que Iberoamérica entera se la crea?
Los insumos que he leído alrededor de esta XVIII Cumbre tienen muchas ideas rescatables, cómo no. El problema es que las zonas controversiales, en este tipo de normativas, pueden ocasionar gravísimos daños de no ser bien analizadas.
La presencia de Shakira, la música de Alejandro Fernández o las febriles teorías conspirativas de Hugo Chávez, captarán seguramente la atención de muchos. Esos espectáculos conforman el anecdotario de las Cumbres y le dan un conveniente barniz de superficialidad. ¡Qué festín, a propósito, para los cronistas de lo superfluo!
Pero a mí, como a muchos salvadoreños, me interesan más los acuerdos que se firmen, las premisas que se acepten y los planes que se adopten, porque es en estos papeles donde los presidentes, con sólo estampar sus respectivas firmas, estarán comprometiendo las vidas de millones de niños y jóvenes iberoamericanos, incluyendo quizá a mis propios hijos.
* Escritor Director de CONCULTURA-Publicación el Diario de Hoy 28/10/2008
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* Escritor Director de CONCULTURA-Publicación el Diario de Hoy | Por Joaquín Samayoa* A solo una semana de iniciarse en San Salvador la reunión cumbre de presidentes y jefes de estado iberoamericanos, es muy oportuno que toda la sociedad reflexione sobre el tema del que se ocuparán exclusivamente por dos días los más altos dignatarios de la región: las necesidades de educación, empleo e integración social de nuestros jóvenes en un mundo que no les está ofreciendo buenas perspectivas de cultivo y realización de sus potencialidades.
Uno de los principales productos de la Cumbre será una declaración, preparada con meses de anticipación, que establece los derechos que los gobiernos de la región les reconocen a los jóvenes. El propósito de elaborar un documento de esa naturaleza es fundamentar el diseño y la ejecución de políticas y programas nacionales y regionales de atención integral a los jóvenes, particularmente a aquellos que se encuentran en situación de riesgo inminente por razones de pobreza, violencia, drogas y escasas oportunidades de empleo.
Muy lamentablemente, nuestro Gobierno ha anunciado que no está dispuesto a firmar esa declaración, argumentando que hay contradicciones entre algunas cláusulas del documento y los preceptos de nuestra Constitución relativos a la pena de muerte y el servicio militar obligatorio. Sin embargo, la razón verdadera podría no tener nada que ver con esas objeciones legalistas, sino con presiones de grupos eclesiales que tienen una visión bastante estrecha sobre los derechos de los jóvenes en el ámbito de la sexualidad.
No sé si existen precedentes, pero me parece embarazoso que sea precisamente el país anfitrión de la cumbre el que se niegue a sumarse al consenso de todos los demás. Si son válidas las razones para abstenerse de firmar el documento, debimos haber puesto mucho más empeño en lograr que se suprimieran o modificaran las formulaciones que nos parecen inaceptables. Pero si las razones expuestas son solo excusas, como parece ser el caso, nos exhibiremos ante el mundo como un país cuyo gobierno es extremadamente dócil ante las presiones de grupos que buscan imponer su visión del mundo a toda la sociedad.
Aparte del polémico documento sobre derechos de los jóvenes, debe reconocerse como un acierto el haber puesto la problemática de los jóvenes como tema central en la agenda de la reunión.
Las precarias condiciones de vida de más de un tercio de los jóvenes latinoamericanos son caldo de cultivo de comportamientos antisociales y constituyen un obstáculo monumental para la seguridad y el desarrollo de los pueblos. Los presidentes y jefes de Estado de América Latina deben otorgarles verdadera prioridad a estos problemas, comprometiéndose a invertir el esfuerzo y todos los recursos necesarios para comenzar cuanto antes a revertir la marginación económica y social de tantos jóvenes.
Las reuniones de mandatarios no deben verse como un mero espectáculo de celebridades pronunciando bonitos discursos y posando para las cámaras de curiosos periodistas locales y extranjeros. Tampoco deben ser una plataforma para que algún líder impertinente exhiba las malcriadezas que tanto agradan a los resentidos sociales. El tema central de la cumbre demanda seriedad, audacia y genuinas actitudes de cooperación en la búsqueda de soluciones prontas y efectivas.
Desde esa perspectiva, la cumbre es mucho más que los dos días de diálogo directo entre los presidentes. La cumbre es una ocasión propiciadora de esfuerzos y reflexiones que ya han realizado y deberán continuar realizando diversas instituciones y organizaciones nacionales y regionales. Entre tales esfuerzos cabe destacar un documento propositivo elaborado entre mayo y septiembre del corriente año por la Organización de Estados Iberoamericanos.
El documento se titula “Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios” y contiene, además de un buen diagnóstico de las carencias educativas regionales, 11 objetivos generales y 27 metas específicas con sus respectivos niveles e indicadores de logro.
Si partimos de las recomendaciones que los especialistas en educación han hecho en las últimas décadas, este documento no contiene mayores novedades en la formulación de objetivos y metas; pero tenerlas a la vista todas juntas, bien razonadas y bien articuladas unas con otras, puede ser muy útil para la formulación de políticas coherentes en cada país. Por otra parte, la identificación de indicadores de logro sí es algo bastante novedoso y muy necesario para un buen monitoreo de los programas.
Nuestro Plan Nacional de Educación 2021 puede enriquecerse considerablemente a la luz de este documento. Los candidatos a la presidencia no necesitan inventar nuevamente la rueda. En materia educativa, cuentan ya con una excelente plataforma para su plan de gobierno. (*) Columnista de La Prensa Gráfica- Publicación la Prensa Grafica 22/10/2008 *Columnista de La Prensa Gráfica. | |
En la Cumbre Iberoamericana en San Salvador, los Presidentes han expresado en este dia sus ideas y valores de su pais para brindar ideas hacia una pujante sociedad que no discrimina a su propia gente jove en el vilo de las distintas culturas que habitan en la amada Patria Hispanoamericana.
ReplyDeleteSolo esperamos que el elegido presidente de El Salvador, entienda que la SUPER MANO DURA no debe de entiezarse solo por ser dura, sino extenderla para permitir OPORTUNIDADES DE TRABAJO, siendo como la Presidenta de Argentina Krishtner quien expreso esta manana, indicando que entretanto no existe oportunidades de trabajo, hay entonces blanco de las mafias y el crimen organizado para delinquir. Tambien expreso con gran peso el rompimiento del mito que la simple creacion de empleos no es la unica posibilidad de la salida; sino que la activa participcion del gobierno para la creacion de mejorias en el trato a bienestar a los menos privilegados que siempre han pagado los errores de la malas politicas de Estados.
Lula tambien aporto de manera centrica sobre las utopias que existen en el libre mercado y sus abusos.
Bolivia atravez de su Presidente Evo Morales nos ha recordado que las Etnias y la Linguistica tambien son importantes en el desarrollo dinamico de la Sociedad y Estado.
Guatemala por medio de su Presidente Alvaro Colom afirmo lo de Evo Morales, que es importante la prticipcion e inclusion de las Etnias en cada pais y no visto como estorbo.
Toda esta Pleyade de Voces de Mandatarios es importante valorar en esta America Hispana de gran potencial Juvenil, que somos naciones jovenes y El Salvador no es la excepcion.
Ojala, el actual inquilino de la Casa Presidencial lo escuche, diluya y deje los registros (ojala deje intactos importantes anales cando deje Casa Presidencial) para el proximo Mandatario Mauricio Funes para la implemetacion de ideas, principios a partir de la experiencia, en el concierto de nuestros paises Hispanoamericanos.
Cuando baje la fiebre del espectaculo del TCS y demas, haber si hace eco la riqueza de experiencias en lo ancho de los paises de habla Hispana.
La seriedad sera a partir de la post Cumbre para el pais ya que sin duda, el equipo Presidencial debera de estudiarlas PERO; ME TEMO SERAN ENGAVETADAS COMO LA PRACTICA COMUN DE LA PRESENTE ADMINSTRACION.
El cambio de la presidencia en el Salvador sera la mejor garantia en
la ejecucion de las ideas y resoluciones de la Cumbre.
Saludos,
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
Resulta contradictorio que el Gobierno salvadoreño ufanándose como anfitrión de la XVIII Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado, se negara a firmar la convención que regula los derechos y deberes de los jóvenes. La propaganda gubernamental pregona a nuestro país como “El corazón de Iberoamérica”; sin embargo, la contradicción señalada revela a El Salvador como el causante de dejar el corazón partido a jóvenes salvadoreños.
ReplyDelete“Los jóvenes tienen derecho a la vida”, reza el artículo 9 de la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, que rechaza El Salvador pretextando que viola derechos constitucionales.
La oposición al instrumento internacional de sectores —minoritarios pero poderosos— refleja desconocimiento o crasa ignorancia cuando argumentan que atenta contra valores morales y religiosos de los salvadoreños. Incluso se llegó al extremo que medios “generalmente bien informados” publicaran que las autoridades justifican su desaprobación porque permite el aborto en jóvenes. Qué atropello a la razón. Contrariamente, esta convención como otras que El Salvador ha aprobado, reconoce y garantiza el derecho a la vida, principio fundamental de toda persona, tal como establece nuestra Constitución.
El magno evento se convierte en óptima oportunidad para que el Estado salvadoreño demuestre que los jóvenes —que en nuestro país representan el 52% de la población— merecen prioridades en las políticas públicas y no solo ser manipulados como votantes. Lejos de despotricar contra el instrumento internacional, el Ejecutivo debió ganar espacios apoyándolo, porque enuncia derechos de los jóvenes, pero también demanda sus obligaciones.
Oficialmente se justifica el rechazo, argumentando dos violaciones constitucionales: la permisividad de la pena de muerte y la obligatoriedad del servicio militar a partir de los 18 años. La convención, por su parte, prohíbe la pena de muerte y concibe una objeción de conciencia al servicio militar. La posición gubernamental contraviene la de los opositores, ya que los moralistas justifican su negativa porque atenta contra valores religiosos de “protección a la vida”, en tanto el gobierno se opone porque la Constitución permite la pena de muerte y el convenio no. ¡Qué insulto a la inteligencia!
Las disposiciones cuestionadas han sido derogadas fácticamente. Si bien la Constitución regula la pena de muerte y el servicio militar obligatorio, en el primer caso procede únicamente en estado de guerra internacional y en el segundo, los jóvenes no son obligados al servicio militar. Actualmente se preocupan más por sobrevivir y mitigar el hambre.
Resulta surrealista que un gobierno del siglo XXI sea sometido por presiones ultraconservadoras del siglo XVIII y por ello decline su misión de defender a la juventud. Olvida la existencia de clínicas abortistas; que alrededor de 10 jóvenes son asesinados diariamente y que muchas niñas de 10 años son madres. Interesadamente relega la educación sexual que combatiría eficazmente los delitos sexuales predominantes en procesos de menores y que debe exigirse moralidad ejemplar a quienes predican desde el púlpito de los templos para combatir la paidofilia. Esta realidad alarmante demanda acciones y no golpes de pecho.
Necesitamos líderes que ofrezcan pero cumplan sus promesas a nuestros jóvenes que según el Banco Mundial habitan un país que les estigmatiza como violentos y no les brinda oportunidades educativas, laborales, vocacionales, ni recreativas. Es tiempo que para los políticos los jóvenes dejen de ser solo una estadística electoralmente aprovechable y que sean defendidos por el Estado, porque además el 72% de ellos votará, aunque no se sienta representado.
Ante el agravio de nuestro país como anfitrión de la cumbre, rechazando la trascendental convención, pregunto: ¿Quién le va a curar el corazón partido a nuestros jóvenes?
Aída Luz Santos de Escobar