José Manuel Ortiz contesta a Manuel Enrique Hinds “¿Por qué prestarles a los que no pueden pagar?
Alan Greenspan y las bases del Libre Mercado
José Manuel Ortiz Benítez*
Aún quedan algunos puristas en El Salvador, y en el mundo, que creen casi a ciegas –a menudo contra evidencia contundente– que el mercado va a “solucionar”, por sí solo, las anomalías y desigualdades que genera.
El gran economista Manuel Enrique Hinds, probablemente no sea uno de ellos, aunque sostiene que parte de la culpa de la actual crisis financiera en EE.UU. se debe, o se podría deber, a una ley federal de Estados Unidos que, según él, “obliga” a los bancos a prestar dinero a gente insolvente.
José Manuel Ortiz Benítez*
Aún quedan algunos puristas en El Salvador, y en el mundo, que creen casi a ciegas –a menudo contra evidencia contundente– que el mercado va a “solucionar”, por sí solo, las anomalías y desigualdades que genera.
El gran economista Manuel Enrique Hinds, probablemente no sea uno de ellos, aunque sostiene que parte de la culpa de la actual crisis financiera en EE.UU. se debe, o se podría deber, a una ley federal de Estados Unidos que, según él, “obliga” a los bancos a prestar dinero a gente insolvente.
Realmente, no sé cómo se le ha ocurrido hacer semejante interpretación de esa ley. (Foto: MarieMcC: Un complejo de apartamentos de inquilinos de bajos recursos construidos con préstamos a cooperativistas salvadoreños en Arlandria, Virginia)
La disposición en la ley es “alentar”, “no forzar”, créditos y préstamos en las comunidades de bajos recursos –por cierto, la gran mayoría son minorías, en donde sobresalen algunas comunidades de sangre y alma salvadoreñas, como Arlandria, comúnmente conocida como Chirilagua City en Alexandria, Culmore en Fairfax, la Pequeña Centroamérica en Los Ángeles, etc. – con el objetivo de disminuir inercias o prácticas discriminatorias por el hecho de ser pobre o de bajos ingresos económicos. Bajo ningún concepto la ley “obliga” a nadie, y menos a un banco, a dar un crédito a alguien desempleado o insolvente.
Antes de la explosión de la crisis, las instituciones financieras estadounidenses han realizado su actividad bajo sus propios criterios e instintos comerciales. Pretender que el Gobierno Federal de EE.UU., con una ley demócrata de 1977, ha “obligado” a los bancos a prestar su dinero a gente que no tiene ninguna capacidad de devolución es tergiversar la realidad.
Los bancos se lanzaron al negocio de los “subprimes” por su cuenta, utilizando sus propios mecanismos internos de control y supervisión del riesgo. Se equivocaron y ahora están absorbiendo la parte de responsabilidad que les corresponde, especialmente, a la clase dirigente y ejecutiva de las grandes instituciones financieras.
Salir en su defensa, está bien, pero no a costa de los pobres o depositando la responsabilidad en una ley, que en la práctica real, no incide en la concesión de préstamos masivos obligados con un peso suficiente en las carteras bancarias como para provocar una crisis de la magnitud actual que tenemos, y que, por otro lado, sólo intenta aliviar las miserias del que menos tiene.
En el plano de política fisco-económico-monetaria, se sigue creyendo, bajo casos específicos, constructivos teóricos y con amplia religiosidad, que el mercado es supremo, que tiene la capacidad de solucionar “todo” de manera mucho más natural e inteligente y que la llamada “injerencia” del Estado genera ineficiencias, o lo que es peor, agrava aun más el estado y el curso futuro de las cosas.
Por si acaso, otros, en el extremo opuesto, aprovechando que el sistema está de rodillas, apelando delante del cañón, optan por la vía radical: suspender y adueñarse por completo de algunas prácticas del libre mercado, como es el caso de Argentina que anunció hace poco que va a nacionalizar las pensiones de los ciudadanos gestionadas por el sector privado, sin discusiones, acuerdos o debates previos con los actores relevantes.
Algunos señores del sur, están convencidos que, buena parte del mercado, sino todo, necesita nacionalizarse por la fuerza y sin ningún debate previo con nadie para volver a brillar. Sus formas, más que sus fondos, sólo vienen a justificar eso que simplificamos y eufemísticamente llamamos “neoliberalismo” al que solemos ponerle algún adjetivo contundente como “excluyente”, “marginador”, “cruel”, “inhumano” y otros de esa naturaleza.
Francamente, sin entrar en la dimensión y alcance de la aseveración, no sé qué cosa es más descabellada, la medida de Argentina o la interpretación particular del Sr. Hinds de la ley de Reinversión en las Comunidades pobres en Estados Unidos.
Volvemos a las confusiones. El problema no es ni el Estado, ni el Mercado, sino las personas concretas al frente de ellos, y eso, en mi humilde juicio, tiene una solución mucho más compleja que inflar permanentemente el mercado de liquidez o intentar nacionalizarlo.
Probablemente el problema tenga que ver más con estados de confianza, o mejor dicho de psicosis, que con falta de liquidez. Indiscutiblemente, la liquidez forma parte del sistema, y puede afectar los estados de ánimos en los mercados, pero dadas las repetidas y grandiosas cantidades inyectadas, es razonable pensar que el fallo, tal vez, esté en otro sitio, quizás, incluso en el propio sistema.
Lo que parece claro es que la actual crisis está marcando un punto de profunda inflexión en las políticas económicas de los países industrializados.
Durante su reciente comparecencia en la Comisión Parlamentaria de Supervisión y Reforma del Gobierno (House Committee of Government Oversight and Reform), obligado por sus actuaciones pasadas, el ex Presidente de la Reserva Federal de EE.UU., el Sr. Alan Greenspan, dijo que estábamos ente el “fin de una etapa” en términos de la hegemonía ideológica de las visiones más liberales sobre política económica.
Alan Greenspan, el infalible timonel del sistema financiero norteamericano, des-regulador por nacimiento y por principios, admitió que “cometió algunos errores” al confiar en que los mercados podrían regularse a sí mismos. En sus propias palabras, dijo, “estamos en medio de un Tsunami crediticio que se da una vez por siglo”.
Abrumado por la profundidad de la crisis, el animal del mercado se ha vuelto presa de sí mismo y de los demás. Greenspan se ha visto obligado a rectificar su defensa pasada de la “no regulación” en los mercados, en especial, de esos complejos instrumentos financieros, como ”derivados“ y “credit default swaps“, que tanto toleró y que hoy tienen a la banca norteamericana virtualmente tiesa, amenazando de llevar a la ruina a todo el sistema financiero mundial.
En aquella sesión parlamentaria, el Presidente de la Comisión de Supervisión y Reforma, Henry Waxman, virtualmente arrolló a Greenspan, quien terminó admitiendo:
La disposición en la ley es “alentar”, “no forzar”, créditos y préstamos en las comunidades de bajos recursos –por cierto, la gran mayoría son minorías, en donde sobresalen algunas comunidades de sangre y alma salvadoreñas, como Arlandria, comúnmente conocida como Chirilagua City en Alexandria, Culmore en Fairfax, la Pequeña Centroamérica en Los Ángeles, etc. – con el objetivo de disminuir inercias o prácticas discriminatorias por el hecho de ser pobre o de bajos ingresos económicos. Bajo ningún concepto la ley “obliga” a nadie, y menos a un banco, a dar un crédito a alguien desempleado o insolvente.
Antes de la explosión de la crisis, las instituciones financieras estadounidenses han realizado su actividad bajo sus propios criterios e instintos comerciales. Pretender que el Gobierno Federal de EE.UU., con una ley demócrata de 1977, ha “obligado” a los bancos a prestar su dinero a gente que no tiene ninguna capacidad de devolución es tergiversar la realidad.
Los bancos se lanzaron al negocio de los “subprimes” por su cuenta, utilizando sus propios mecanismos internos de control y supervisión del riesgo. Se equivocaron y ahora están absorbiendo la parte de responsabilidad que les corresponde, especialmente, a la clase dirigente y ejecutiva de las grandes instituciones financieras.
Salir en su defensa, está bien, pero no a costa de los pobres o depositando la responsabilidad en una ley, que en la práctica real, no incide en la concesión de préstamos masivos obligados con un peso suficiente en las carteras bancarias como para provocar una crisis de la magnitud actual que tenemos, y que, por otro lado, sólo intenta aliviar las miserias del que menos tiene.
En el plano de política fisco-económico-monetaria, se sigue creyendo, bajo casos específicos, constructivos teóricos y con amplia religiosidad, que el mercado es supremo, que tiene la capacidad de solucionar “todo” de manera mucho más natural e inteligente y que la llamada “injerencia” del Estado genera ineficiencias, o lo que es peor, agrava aun más el estado y el curso futuro de las cosas.
Por si acaso, otros, en el extremo opuesto, aprovechando que el sistema está de rodillas, apelando delante del cañón, optan por la vía radical: suspender y adueñarse por completo de algunas prácticas del libre mercado, como es el caso de Argentina que anunció hace poco que va a nacionalizar las pensiones de los ciudadanos gestionadas por el sector privado, sin discusiones, acuerdos o debates previos con los actores relevantes.
Algunos señores del sur, están convencidos que, buena parte del mercado, sino todo, necesita nacionalizarse por la fuerza y sin ningún debate previo con nadie para volver a brillar. Sus formas, más que sus fondos, sólo vienen a justificar eso que simplificamos y eufemísticamente llamamos “neoliberalismo” al que solemos ponerle algún adjetivo contundente como “excluyente”, “marginador”, “cruel”, “inhumano” y otros de esa naturaleza.
Francamente, sin entrar en la dimensión y alcance de la aseveración, no sé qué cosa es más descabellada, la medida de Argentina o la interpretación particular del Sr. Hinds de la ley de Reinversión en las Comunidades pobres en Estados Unidos.
Volvemos a las confusiones. El problema no es ni el Estado, ni el Mercado, sino las personas concretas al frente de ellos, y eso, en mi humilde juicio, tiene una solución mucho más compleja que inflar permanentemente el mercado de liquidez o intentar nacionalizarlo.
Probablemente el problema tenga que ver más con estados de confianza, o mejor dicho de psicosis, que con falta de liquidez. Indiscutiblemente, la liquidez forma parte del sistema, y puede afectar los estados de ánimos en los mercados, pero dadas las repetidas y grandiosas cantidades inyectadas, es razonable pensar que el fallo, tal vez, esté en otro sitio, quizás, incluso en el propio sistema.
Lo que parece claro es que la actual crisis está marcando un punto de profunda inflexión en las políticas económicas de los países industrializados.
Durante su reciente comparecencia en la Comisión Parlamentaria de Supervisión y Reforma del Gobierno (House Committee of Government Oversight and Reform), obligado por sus actuaciones pasadas, el ex Presidente de la Reserva Federal de EE.UU., el Sr. Alan Greenspan, dijo que estábamos ente el “fin de una etapa” en términos de la hegemonía ideológica de las visiones más liberales sobre política económica.
Alan Greenspan, el infalible timonel del sistema financiero norteamericano, des-regulador por nacimiento y por principios, admitió que “cometió algunos errores” al confiar en que los mercados podrían regularse a sí mismos. En sus propias palabras, dijo, “estamos en medio de un Tsunami crediticio que se da una vez por siglo”.
Abrumado por la profundidad de la crisis, el animal del mercado se ha vuelto presa de sí mismo y de los demás. Greenspan se ha visto obligado a rectificar su defensa pasada de la “no regulación” en los mercados, en especial, de esos complejos instrumentos financieros, como ”derivados“ y “credit default swaps“, que tanto toleró y que hoy tienen a la banca norteamericana virtualmente tiesa, amenazando de llevar a la ruina a todo el sistema financiero mundial.
En aquella sesión parlamentaria, el Presidente de la Comisión de Supervisión y Reforma, Henry Waxman, virtualmente arrolló a Greenspan, quien terminó admitiendo:
- “Cometí un error al presumir que los intereses propios de las organizaciones, específicamente de los bancos y otras, eran tales que los convertía en los más capaces de proteger a sus propios accionistas y su patrimonio en las empresas.”
Greenspan, en un gesto poco común en él, se encogió de hombros, aguantó a duras penas la mirada ante los miembros de la Comisión, concediendo:
- “Encontré un defecto[en lo ideológico]. No sé qué tan significativo o permanente sea, pero he estado muy afligido por ese hecho. [...] un defecto en el modo que percibía como la estructura funcional crítica que define cómo funciona el mundo, por decirlo de algún modo.” (Foto Reuters)
Greenspan se resquebrajó con dignidad, como un gran señor, respondiendo: “Absolutamente, precisamente [...] Esa es precisamente la razón por la cual estaba sorprendido, porque durante 40 años o más tuve considerable evidencia de que funcionaba excepcionalmente bien.”
Analizando, palabra a palabra, sus declaraciones, parece invidente que para Greenspan los tiempos de certeza absoluta de Laissez Faire han terminado. El resto del mundo, también, parece ir por ese mismo camino.
A ver para cuando en El Salvador, terminamos con las certezas absolutas sobre las bondades del libre mercado y empezamos a tener replanteamientos razonables, no extremistas, sobre el sistema como tal, al igual que lo ha hecho el respetable señor Alan Greenspan en Estados Unidos, el país que parió al capitalismo de nuestro tiempo, que ahora parece tiene una herida de muerte en una de sus cuatro patas: el sistema financiero internacional.
*Miembro de Salvadoreños en el Mundo
Testimonio de GREENSPAN, no incluye el posterior cuestinario de los Legisladores:
ReplyDeleteGreenspan Testimony on Sources of Financial Crisis
Former Federal Reserve Chairman Alan Greenspan is set to testify today before the House Committee of Government Oversight and Reform.
These are his prepared remarks:
Mr. Chairman, Ranking Member Davis, and Members of the Committee:
Thank you for this opportunity to testify before you this morning.
Greenspan
We are in the midst of a once-in-a century credit tsunami. Central banks and governments are being required to take unprecedented measures. You, importantly, represent those on whose behalf economic policy is made, those who are feeling the brunt of the crisis in their workplaces and homes. I hope to address their concerns today.
This morning, I would like to provide my views on the sources of the crisis, what policies can best address the financial crisis going forward, and how I expect the economy to perform in the near and longer term. I also want discuss how my thinking has evolved and what I have learned in this past year.
In 2005, I raised concerns that the protracted period of underpricing of risk, if history was any guide, would have dire consequences. This crisis, however, has turned out to be much broader than anything I could have imagined. It has morphed from one gripped by liquidity restraints to one in which fears of insolvency are now paramount. Given the financial damage to date, I cannot see how we can avoid a significant rise in layoffs and unemployment. Fearful American households are attempting to adjust, as best they can, to a rapid contraction in credit availability, threats to retirement funds, and increased job insecurity. All of this implies a marked retrenchment of consumer spending as households try to divert an increasing part of their incomes to replenish depleted assets, not only in 401Ks, but in the value of their homes as well. Indeed, a necessary condition for this crisis to end is a stabilization of home prices in the U.S. They will stabilize and clarify the level of equity in U.S. homes, the ultimate collateral support for the value of much of the world’s mortgage-backed securities. At a minimum, stabilization of home prices is still many months in the future. But when it arrives, the market freeze should begin to measurably thaw and frightened investors will take tentative steps towards reengagement with risk. Broken market ties among banks, pension, and hedge funds and all types of nonfinancial businesses will become reestablished and our complex global economy will move forward. Between then and now, however, to avoid severe retrenchment, banks and other financial intermediaries will need the support that only the substitution of sovereign credit for private credit can bestow. The $700 billion Troubled Assets Relief Program is adequate to serve that need. Indeed the impact is already being felt. Yield spreads are narrowing.
As I wrote last March: those of us who have looked to the self-interest of lending institutions to protect shareholder’s equity (myself especially) are in a state of shocked disbelief. Such counterparty surveillance is a central pillar of our financial markets’ state of balance. If it fails, as occurred this year, market stability is undermined.
What went wrong with global economic policies that had worked so effectively for nearly four decades? The breakdown has been most apparent in the securitization of home mortgages. The evidence strongly suggests that without the excess demand from securitizers, subprime mortgage originations (undeniably the original source of crisis) would have been far smaller and defaults accordingly far fewer. But subprime mortgages pooled and sold as securities became subject to explosive demand from investors around the world. These mortgage backed securities being “subprime” were originally offered at what appeared to be exceptionally high risk-adjusted market interest rates. But with U.S. home prices still rising, delinquency and foreclosure rates were deceptively modest. Losses were minimal. To the most sophisticated investors in the world, they were wrongly viewed as a “steal.”
The consequent surge in global demand for U.S. subprime securities by banks, hedge, and pension funds supported by unrealistically positive rating designations by credit agencies was, in my judgment, the core of the problem. Demand became so aggressive that too many securitizers and lenders believed they were able to create and sell mortgage backed securities so quickly that they never put their shareholders’ capital at risk and hence did not have the incentive to evaluate the credit quality of what they were selling. Pressures on lenders to supply more “paper” collapsed subprime underwriting standards from 2005 forward. Uncritical acceptance of credit ratings by purchasers of these toxic assets has led to huge losses.
It was the failure to properly price such risky assets that precipitated the crisis. In recent decades, a vast risk management and pricing system has evolved, combining the best insights of mathematicians and finance experts supported by major advances in computer and communications technology. A Nobel Prize was awarded for the discovery of the pricing model that underpins much of the advance in derivates markets. This modern risk management paradigm held sway for decades. The whole intellectual edifice, however, collapsed in the summer of last year because the data inputted into the risk management models generally covered only the past two decades, a period of euphoria. Had instead the models been fitted more appropriately to historic periods of stress, capital requirements would have been much higher and the financial world would be in far better shape today, in my judgment.
When in August 2007 markets eventually trashed the credit agencies’ rosy ratings, a blanket of uncertainty descended on the investment community. Doubt was indiscriminately cast on the pricing of securities that had any taint of subprime backing. As much as I would prefer it otherwise, in this financial environment I see no choice but to require that all securitizers retain a meaningful part of the securities they issue. This will offset in part market deficiencies stemming from the failures of counterparty surveillance.
There are additional regulatory changes that this breakdown of the central pillar of competitive markets requires in order to return to stability, particularly in the areas of fraud, settlement, and securitization. It is important to remember, however, that whatever regulatory changes are made, they will pale in comparison to the change already evident in today’s markets. Those markets for an indefinite future will be far more restrained than would any currently contemplated new regulatory regime.
The financial landscape that will greet the end of the crisis will be far different from the one that entered it little more than a year ago. Investors, chastened, will be exceptionally cautious. Structured investment vehicles, Alt-A mortgages, and a myriad of other exotic financial instruments are not now, and are unlikely to ever find willing investors. Regrettably, also on that list are subprime mortgages, the market for which has virtually disappeared. Home and small business ownership are vital commitments to a community. We should seek ways to reestablish a more sustainable subprime mortgage market.
This crisis will pass, and America will reemerge with a far sounder financial system.
Greenspan denies blame for crisis, admits 'flaw'
ReplyDeleteWASHINGTON – Badgered by lawmakers, former Federal Reserve Chairman Alan Greenspan denied the nation's economic crisis was his fault on Thursday but conceded the meltdown had revealed a flaw in a lifetime of economic thinking and left him in a "state of shocked disbelief."
Greenspan, who stepped down in 2006, called the banking and housing chaos a "once-in-a-century credit tsunami" that led to a breakdown in how the free market system functions. And he warned that things would get worse before they get better, with rising unemployment and no stabilization in housing prices for "many months."
Gloomy economic reports backed him up. New jobless claims soared to just under 500,000 for last week, and Goldman Sachs, Chrysler and Xerox all said they were cutting thousands more workers. On Wall Street, the Dow Jones industrials bounced erratically all day before finishing up 172 points — after a two-day drop of nearly 750.
The financial crisis even prompted the Republican Greenspan, a staunch believer in free markets, to propose that government consider tougher regulations, including requiring financial firms that package mortgages into securities to keep a portion as a check on quality.
He said other regulatory changes should be considered, too, in such areas as fraud.
Also looking for solutions, another banking regulator told Congress the government was working on a loan-guarantee plan that could help many homeowners escape foreclosure as part of the $700 billion bailout legislation. That plan is being discussed by the Treasury Department and the Federal Deposit Insurance Corp., said FDIC Chairman Sheila Bair, who is pushing the idea.
Greenspan's interrogation by the House Oversight Committee was a far cry from his 18 1/2 years as Fed chairman, when he presided over the longest economic boom in the country's history. He was viewed as a free-market icon on Wall Street and held in respect bordering on awe by most members of Congress.
Not now. At an often contentious four-hour hearing, Greenspan, former Treasury Secretary John Snow and Securities and Exchange Commission Chairman Christopher Cox were repeatedly accused by Democrats on the committee of pursuing an anti-regulation agenda that set the stage for the biggest financial crisis in 70 years.
"The list of regulatory mistakes and misjudgments is long," panel chairman Henry Waxman declared.
Greenspan, 82, acknowledged under questioning that he had made a "mistake" in believing that banks, operating in their own self-interest, would do what was necessary to protect their shareholders and institutions. Greenspan called that "a flaw in the model ... that defines how the world works."
He acknowledged that he had also been wrong in rejecting fears that the five-year housing boom was turning into an unsustainable speculative bubble that could harm the economy when it burst. Greenspan maintained during that period that home prices were unlikely to post a significant decline nationally because housing was a local market.
He said Thursday that he held to that belief because until the current housing slump there had never been such a significant decline in prices nationwide. He said the current financial crisis had "turned out to be much broader than anything that I could have imagined."
Greenspan's much-anticipated appearance before the House panel came as the Senate Banking Committee held its own hearing on what the government is doing now to get out of the mess.
Assistant Treasury Secretary Neel Kashkari, who is overseeing the $700 billion financial rescue effort that passed Congress on Oct. 3, said the administration was not only working to get federal purchases of bank stock started quickly but also the program to mop up troubled mortgage-related assets. He also said the government was working to make sure that directives in the legislation to help struggling homeowners avoid foreclosure were being addressed.
Kashkari said the plan could include setting standards that banks should follow for reworking mortgages to make them more affordable. He said the administration was considering a recommendation to provide government loan guarantees to cover the reworked mortgages to make the program more attractive to banks.
"We are passionate about doing everything we can to avoid preventable foreclosures," Kashkari told the committee.
The FDIC's Bair told the same Senate panel that the government needs to do more to help tens of thousands of people avoid foreclosure.
She said the FDIC was working "closely and creatively" with the Treasury Department to come up with a plan.
Greenspan was asked to defend a variety of actions he took as Federal Reserve chairman — resisting recommendations to use the Fed's powers to crack down on subprime mortgages, for one. And opposing efforts to impose regulations on derivatives, the complex financial instruments that include credit default swaps, which have also figured prominently in the current crisis.
He said that outside of credit default swaps, the bulk of financial derivatives had not caused major problems. He said the boom in subprime lending occurred because of the huge demand for investment opportunities in a global economy, and he blamed the crash on a failure by investors to properly assess the risks from such mortgages, which went to borrowers with weak credit.
As for firms that package mortgages into securities, he said, "As much as I would prefer it otherwise, in this financial environment I see no choice but to require that all securitizers retain a meaningful part of the securities they issue."
On the billions of dollars of losses suffered by financial institutions because of their investments in subprime mortgages, Greenspan said he had been shocked by the failure of banking officials to protect their shareholders from their bad loan decisions.
"A critical pillar to market competition and free markets did break down," Greenspan said. "I still do not fully understand why it happened."
SEC Chairman Cox told the House panel that "somewhere in this terrible mess, laws were broken." And Snow said that lawmakers should have responded more quickly to his pleas for stronger regulation for mortgage giants Fannie Mae and Freddie Mac, which were taken over by the government last month.
In the meantime, Kashkari, the Treasury official overseeing the bailout program, said there has been much progress, resulting in "numerous signs of improvement in our markets and in the confidence in our financial institutions." Still, he cautioned, "the markets remain fragile."
Don Ortiz,
ReplyDeleteRealmente a que se dedica Ud?
Pongase en contacto conmigo: rrodriguez@hotmail.com
En mi opinión esto es lo que hace falta en nuestros medios: replicas y contra replicas en los medios para debatir las versiones, después emanará la realidad.
ReplyDeleteEl consenso de la mayoria de economistas (recientemente Alan Greenspan) es que fue la falta de regulacion en el mercado y la abaricia de los grandes bancos privados e inversionistas que causaron esta crisis.
ReplyDeleteYa habia leido sobre la teoria del erudito en economia Enrique Hinds, sobre que el forzar a las empresas privadas a invertir en cosas de filosofia socialistoide era el mal germen de el debacle que estamos viviendo.
ReplyDeleteYo no soy economista, pero mi sentido común me hizo pensar que esta teoria proclamada por el cerebro de la dolarización de El Salvador, estaba un poco "jalada de los pelos". Y ahora Jose Manuel me explica el por que.
Y se lo agradezco, por que aca nuestros periodistas hablan de temas tan profundos como la inmortalidad de la cuca. Son tan "profundos" sus temas de agenda, que no les queda tiempo en reparar que el modelo economico sustentado por ARENA tiene un par de hoyos por ahi, que estan haciendo agua en esta maltrecha barcaza.
Además, Manuel Hind es uno de los "mas vivos" de la familia.
Y si los vivos como él son los que dirigen este pais: definitivamente estamos fritos.
Definitivamente Hidns en el rey tuerto en el pais de los chocos.
Amigos
ReplyDeleteCreo que Ortiz es un valuarte, yo personalmente leo sus análisis y concuerdo con el Sr. de Soyapango.
No soy economista, ni como es esa ley comunitaria para prestar dinero a los pobres en los Yanai, pero por alguna razón me inclino a creer mas en la versión de Ortiz que en la versión de Hinds, no se cual de los es el ex ministro pero me da la impresión que uno analiza mas en profundidad que el otro, sin sesgos ideológicos.
“En el plano de política fisco-económico-monetaria”
ReplyDeleteEste tipo es mas sofisticado que una licuadora a control remote. Saca unos términos que de una galaxia económica que aquí en El Salvador no conocemos.
Ciudadano del mercado central de San Salvador
El mayor responsable es el Estado, que distorsionó el mercado y no lo reguló del modo que debía... también las calificadoras de riesgo, porque no alertaron... y los banqueros, que se apartaron de la sabia “prudencia”.
ReplyDeleteClaudio M. de Rosa
La mayor responsibilidad recae en los banqueros que, a sabiendas que los titulos propiedad no tenian verdero valor, ejecutando asi mas venta y logrando asi grandes ganancias que al final el ESTADO HA CUBIERTO SUS ERRORES AL VERSE FALTOS DE LIQUIDEZ.
ReplyDeleteA QUIEN METER A LA CARCEL POR ESTAFA?
Todavia las investigaciones continuan a nivel Federal buscando culpables, haber si se pubicitan con gran enfasis en la persecusion del delito y su aplicacion de la Justicia.
Por ahora, nuestros impuestos de muchos Hispanos pagan semejantes cantidades, entretanto se busca culpables.
Habra coincidencia entre El Salvador y USA en cuanto a proteger el Estado y los amigos de los ajeno ligados al gobierno?
Saludos,
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
Y no que Gobernacion y Fiscalia envio sus investigadores sobre supuesta relacion entre Farc y FMLN a Colombia con gastos pagados del erario nacional PARA IVESTIGAR EL SUPUESTO ILICIT?
ReplyDeletePORQUE RAZON EL GOBIERNO DE ARENA NO ABRE UNA INVESTIGACION DE OFICIO CONTRA LOS TERRORISTAS ESTACIONADOS EN EL PAIS Y QUE SE SOSPECHA ACCIONES ENCAMINADAS HACIA UN ILICITO EN DETRIMENTO DE UN JEFE DE GOBIERNO DE ELECCION POPULAR?
O es que el Palestino Presidente Sahaca nos desea hacer saber que El, SEA COMO SEA SIGUE HACIENDO LO QUE BIEN LE VENGA EN GANA, NO IMPORTANDO LAS LEYES DE LA REPUBLICA?
Saludos,
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
El economista que escribe "abaricia" con "b" de burro seguro que se graduó en la misma universidad que Guillermo Gallegos.
ReplyDeleteLa reciente propuesta de reestatización del sistema de jubilaciones y pensiones lanzada por el gobierno argentino, y sobre todo la forma salvaje en que pretende implementarse, no hacen otra cosa que confirmar los mensajes negativos que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner parece empeñada en enviarle al mundo.
ReplyDeleteEl daño ya fue hecho, independientemente de que el Congreso apruebe o no tal propuesta, que de prosperar significaría la confiscación lisa y llana de los 30,000 millones de dólares acumulados desde que el sistema se privatizó en 1994.
Es decir, se trata de un grosero intento de saquear el dinero acumulado individualmente por millones personas en los 15 años que tiene de funcionar el "sistema de capitalizacion", un mecanismo siempre perfectible aún cuando evidentemente a los gobernantes de Argentina no los alienta la intención de mejorarlo..., sino la de vaciarlo.
Claro que no conforme con confiscar esa masa enorme de dinero ajeno, el gobierno también pasaría a recaudar alrededor de 4,000 millones de dólares anuales que ya no serían depositados en las AFJP (Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones)..., sino que irían directamente a las arcas de un Estado que los gastaría al arbitrio del gobernante de turno. Tal como había sido hasta 1994.
En efecto, así funcionan en el mundo los "sistemas de reparto", de cuyos pésimos resultados dan claras evidencias los miserables montos cobrados por los actuales jubilados y pensionados en muchos países de Latinoamérica.
Este desafortunado episodio, que ha dado la vuelta al planeta mereciendo editoriales como el del diario "El País" de España del 23 de octubre, cuyo lapidario título fue "Disparate argentino", tiene tres características que requieren un análisis profundo: el falaz argumento utilizado, las nefastas consecuencias que produce, y la oscura realidad que encierra.
El argumento es que "ante la inestabilidad de las finanzas internacionales", y dado que "también en el primer mundo" los gobernantes están rescatando entidades financieras, es menester "evitar que los fondos acumulados pierdan valor". Pequeño detalle: ninguna AFJP está en problemas ni pidió ser rescatada.
Es decir, le piden a la gente que además se alegre..., pues la expropiación total de sus ahorros de pensiones sería para que nadie sufra eventuales fluctuaciones de valor que en el corto plazo pudieran experimentar esos fondos acumulados. No sea mal pensado, que lo hacen de "protectores" que son.
En lo referente a las consecuencias que estos eventos generan, ciertamente son desastrosas, tanto por su impacto negativo en la credibilidad del país ante potenciales inversionistas, locales o extranjeros, como por la pérdida de confianza que genera en las instituciones de crédito.
¿Por qué alguien invertiría en un país donde se violan de esa forma los derechos de propiedad?, ¿cuál será la próxima víctima?, ¿por qué no los ahorros bancarios?, ¿qué tasas de interés se cobrarán de ahora en adelante en los préstamos a inversionistas tan arriesgados?
La respuesta a todas esas preguntas se resume en el valor del "riesgo país", que es una sobretasa de interés, y que luego del exabrupto presidencial se elevó hasta las nubes. ¿Las consecuencias? Menor inversión, mayor desempleo. Deplorable.
Detrás de este intento yace una oscura realidad, inocultable: ante la reducción de la bonanza de precios internacionales de los productos básicos exportados por varios países sudamericanos, entre ellos Argentina, habrá una reducción de ingresos fiscales para sus gobernantes.
Como además el crédito de los organismos internacionales exige auditorías, está muy demandado por la crisis internacional, y Venezuela probablemente deje de comprarle títulos de deuda dada la baja del precio del petróleo, están buscando otras fuentes de financiamiento. O de saqueo.
Finalmente, un detalle no menor es que de los 30,000 millones de dólares que se pretenden confiscar, 17,000 millones están en títulos de deuda emitidos por el propio Estado..., y quedarían automáticamente "cancelados". O mejor dicho, "defaulteados". Qué forma tan fácil de eliminar las deudas.
Lástima que eso termina siendo muy caro. Sobre todo para los más pobres. Hasta la próxima.
Amigos la realidad es otrs.La debacle financiera la sabian ellos, haciendo numero los prestamos subprimes les dejarian billones a las com panias financieras, pero creen uds que ellos no iban a saber que despues de tres a cinco anios la gente no iba a poder pagar sus prestamos pues no calificaban para tenr casas de medio millon y pagando solo 1500 dls por mes y acumulando el resto para el tercer o quinto anio del prestamo? claro que lo sabian y los autores de dicha astucia sacaron el dinero de USA y nadie sabe donde esta.
ReplyDeleteLa palabra clave es regulacion...el gobierno apacho el ojo en esto por que protege a los grandes banqueros.