Los medios en conflicto
Por Javier de Frutos*
Decir que los medios manipulan es como decir que llueve hacia abajo. En demasiadas ocasiones, es su misión y muchos periodistas la llevan a cabo con abnegación de misioneros.
La cuestión reside en saber, en qué sentido lo hacen y de acuerdo con qué intereses, y el problema lo encontramos en que tales sentidos e intereses están incorporados apenas sin fisuras a nuestra manera de comprender la realidad.
Es esta premisa, “comprender la realidad”, la que nos une a ellos desde la raíz. “Por eso sólo el día en que venga algún periódico con, por ejemplo, tres páginas en blanco (...) empezaré a pensar que tal vez es posible que, con todo, pueda en algún sentido hablarse de que hay, en cierto modo, porvenir” [1] decía Sánchez Ferlosio.
Los medios construyen las verdades, la historia, el relato de los hechos, los acontecimientos. Sus páginas e imágenes parcelan y dan sentido a lo amorfo del acontecer a sabiendas de que hay un porqué. Y convencidos de que la verdad que ellos crean existe, los periodistas más curtidos confiesan con esa ironía de quien está de vuelta de todo: “La verdad es la primera víctima de una guerra”. Y en esta afirmación tan lúcida, tan autocrítica, no hay sino el reconocimiento de un fracaso: en el teatro de la guerra, las bambalinas donde se construye la noticia quedan, a veces, al descubierto.
Del mismo modo, en tiempo de conflicto, las posturas estéticas ceden ante las declaraciones de principios. Ya habrá tiempo para Chomsky o Saramago, pero en la tarde del 11 de septiembre cambió todo y el lector que todos llevamos dentro, que no se siente identificado con el “demócrata” que presuponen sus principios editoriales, se acostará por las noches indignado... con tranquilidad inconfesable de no haber caído del lado de los malos.
Decir que los medios manipulan es como decir que llueve hacia abajo. En demasiadas ocasiones, es su misión y muchos periodistas la llevan a cabo con abnegación de misioneros.
La cuestión reside en saber, en qué sentido lo hacen y de acuerdo con qué intereses, y el problema lo encontramos en que tales sentidos e intereses están incorporados apenas sin fisuras a nuestra manera de comprender la realidad.
Es esta premisa, “comprender la realidad”, la que nos une a ellos desde la raíz. “Por eso sólo el día en que venga algún periódico con, por ejemplo, tres páginas en blanco (...) empezaré a pensar que tal vez es posible que, con todo, pueda en algún sentido hablarse de que hay, en cierto modo, porvenir” [1] decía Sánchez Ferlosio.
Los medios construyen las verdades, la historia, el relato de los hechos, los acontecimientos. Sus páginas e imágenes parcelan y dan sentido a lo amorfo del acontecer a sabiendas de que hay un porqué. Y convencidos de que la verdad que ellos crean existe, los periodistas más curtidos confiesan con esa ironía de quien está de vuelta de todo: “La verdad es la primera víctima de una guerra”. Y en esta afirmación tan lúcida, tan autocrítica, no hay sino el reconocimiento de un fracaso: en el teatro de la guerra, las bambalinas donde se construye la noticia quedan, a veces, al descubierto.
Del mismo modo, en tiempo de conflicto, las posturas estéticas ceden ante las declaraciones de principios. Ya habrá tiempo para Chomsky o Saramago, pero en la tarde del 11 de septiembre cambió todo y el lector que todos llevamos dentro, que no se siente identificado con el “demócrata” que presuponen sus principios editoriales, se acostará por las noches indignado... con tranquilidad inconfesable de no haber caído del lado de los malos.
Notas
[1] Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos. Destino, 1993.
Publicación Revista Pueblo
[1] Rafael Sánchez Ferlosio en Vendrán más años malos y nos harán más ciegos. Destino, 1993.
Publicación Revista Pueblo
En Espania los "Cabezas Rapadas" han matado y golpeado a immigrantes salvadorenos por racismo. Si los Espanioles quieren llevarse a un salvadoreno para que reciba un juicio alla, entonces que primero manden al grupo de
ReplyDeleteCabezas Rapadas para el juzgado primero de lo penal en San Salvador para que los juzguemos y los metamos en Mariona por golpear y matar immigrantes. Una vez los tengamos en Mariona, entonces les mandamos a Cristiani, y todos los milatares que quieran para que los hagan chicharones. Mientras tanto, que dejen de imponer leyes en paisitos como el nuestro. Si los jesuitas espanioles murieron en territorio salvadoreno, pues que se haga juicio en en territorio salvadoreno y que los culpables pagen con carcel en territorio salvadoreno. Que se dejen de babosadas los espanioles, sufieciente saqueo nos hicieron en la epoca de la conquista como para que hoy nos quieran imponer sus corruptas leyes.
Yo cuando sea presidente desidire si les mando a Cristiani siempre y cuando ellos me manden a los cabezas rapadas para meterlos en Mariona y que me los terminen de rapar ahi los de la MS.
Si se puede!!!!!
M. Funes.