La campaña electoral salvadoreña según Sofonías Pereira
Escrito por Francisco Andrés Escobar*
Don Sofonías Pereira caminaba en medio del parque cuando sintió, por la oreja derecha, un zumbido veloz. Casi al mismo tiempo vio que un chavalo se iba al suelo con la frente hendida. Don Sofonías quiso socorrer, pero otra andanada de piedras lo amilanó y, medio acurrucado, enrumbó hacia el portal de los lustrabotas. Allí también había pandemonium, y la turbamulta corría buscando resguardo, en el vendaval de tarugazos. “¡Estos hijos de puta se van a matar y nos van a llevar de encuentro!” “¡Pendejos más brutos. Andar sudando calentura ajena!” Y es que la calentura era mayor. Las jornadas electoreras estaban casi a término, y los ánimos ardían. “¡Vaya, para lo que sirve el pisto de la gente. Tantos millones que se están gastando en esta maldita campaña, para poner a la mara como chuchos de pleito!” “¡Pero yo a lo que voy es a la gente bruta que es capaz hasta de apedrear a su propia nana, por defender a muchos candidatos que ya jieden!”
Don Sofonías logró escabullir la trifulca y se refugió en el cibercafé. En fin, a eso iba: a ver si había mensaje del hijo lejano. Como no encontrara, se aplicó a escribir: “Lalo: vieras de la que me acabo de salvar: casi me desmostolan el hocico. Resulta que los de no sé qué partido se agarraron a vergazo limpio con los de otro, en pleno parque. ¡Da vergüenza esta campaña, Lalo! Ha habido muertos, heridos, golpeados, detenidos, puteados, en fin: una merienda de negros, como decía mi papá. ¿Qué pensará el mundo civilizado de este país de primates, como Miguel Tadeo llama a El Salvador?
¡Y pensar que todavía queda por aguantar campaña lo que falta de enero y todo febrero! Ponete a pensar en las escuelas que podrían equiparse y en los maestros que podrían contratarse con todo ese pistal. A este país hay que hacerlo culto, seguro y solidario, dice Miguel Tadeo, y eso se consigue educando, no botando los dineros del pueblo en hacerle buena imagen a tanto pícaro y a tanta pícara que quieren un puesto para componerse. ¿Qué calamidad nos habrá caído, me pregunto yo, para que vivamos en este nivel de embrutecimiento, de odios, de revanchas, de envidias, de codicias? Porque yo te digo una cosa, hijo: toda esta violencia es síntoma de lo mal que estamos. Hay fuego bajo cenizas. Miguel Tadeo dice que hay un gran estrés nacional que, cuando menos vengamos a sentir, puede estallar en un molote incontrolable. Somos algo así como el volcán que está allá, frente a la capital, y que, según los entendidos, tiene ya tanta energía acumulada, que uno de estos días va a reventar y a arrasar con todo lo que halle al paso”.
Don Sofonías calculó que ya era suficiente. “No te quiero achicopalar más, hijo. Pero esa es la realidad del país en que naciste, y en el que tu mamá y yo vivimos, y en el que vamos a morir o nos van a matar. Como último dato: los partidos ya andan con los ‘regalitos’ de siempre. ¡Y es que todavía hay gente bruta, que se deja doblar la nuca por un par de camisetas, por un vaso plástico, o por dos tamales chucos con café agrio! No hay convicción. Como dice Miguel Tadeo: la convicción es regalo que los dioses dan solo a los biennacidos”.
*Columnista, publicado en La Prensa Gráfica 16/1/2009
Don Sofonías Pereira caminaba en medio del parque cuando sintió, por la oreja derecha, un zumbido veloz. Casi al mismo tiempo vio que un chavalo se iba al suelo con la frente hendida. Don Sofonías quiso socorrer, pero otra andanada de piedras lo amilanó y, medio acurrucado, enrumbó hacia el portal de los lustrabotas. Allí también había pandemonium, y la turbamulta corría buscando resguardo, en el vendaval de tarugazos. “¡Estos hijos de puta se van a matar y nos van a llevar de encuentro!” “¡Pendejos más brutos. Andar sudando calentura ajena!” Y es que la calentura era mayor. Las jornadas electoreras estaban casi a término, y los ánimos ardían. “¡Vaya, para lo que sirve el pisto de la gente. Tantos millones que se están gastando en esta maldita campaña, para poner a la mara como chuchos de pleito!” “¡Pero yo a lo que voy es a la gente bruta que es capaz hasta de apedrear a su propia nana, por defender a muchos candidatos que ya jieden!”
Don Sofonías logró escabullir la trifulca y se refugió en el cibercafé. En fin, a eso iba: a ver si había mensaje del hijo lejano. Como no encontrara, se aplicó a escribir: “Lalo: vieras de la que me acabo de salvar: casi me desmostolan el hocico. Resulta que los de no sé qué partido se agarraron a vergazo limpio con los de otro, en pleno parque. ¡Da vergüenza esta campaña, Lalo! Ha habido muertos, heridos, golpeados, detenidos, puteados, en fin: una merienda de negros, como decía mi papá. ¿Qué pensará el mundo civilizado de este país de primates, como Miguel Tadeo llama a El Salvador?
¡Y pensar que todavía queda por aguantar campaña lo que falta de enero y todo febrero! Ponete a pensar en las escuelas que podrían equiparse y en los maestros que podrían contratarse con todo ese pistal. A este país hay que hacerlo culto, seguro y solidario, dice Miguel Tadeo, y eso se consigue educando, no botando los dineros del pueblo en hacerle buena imagen a tanto pícaro y a tanta pícara que quieren un puesto para componerse. ¿Qué calamidad nos habrá caído, me pregunto yo, para que vivamos en este nivel de embrutecimiento, de odios, de revanchas, de envidias, de codicias? Porque yo te digo una cosa, hijo: toda esta violencia es síntoma de lo mal que estamos. Hay fuego bajo cenizas. Miguel Tadeo dice que hay un gran estrés nacional que, cuando menos vengamos a sentir, puede estallar en un molote incontrolable. Somos algo así como el volcán que está allá, frente a la capital, y que, según los entendidos, tiene ya tanta energía acumulada, que uno de estos días va a reventar y a arrasar con todo lo que halle al paso”.
Don Sofonías calculó que ya era suficiente. “No te quiero achicopalar más, hijo. Pero esa es la realidad del país en que naciste, y en el que tu mamá y yo vivimos, y en el que vamos a morir o nos van a matar. Como último dato: los partidos ya andan con los ‘regalitos’ de siempre. ¡Y es que todavía hay gente bruta, que se deja doblar la nuca por un par de camisetas, por un vaso plástico, o por dos tamales chucos con café agrio! No hay convicción. Como dice Miguel Tadeo: la convicción es regalo que los dioses dan solo a los biennacidos”.
*Columnista, publicado en La Prensa Gráfica 16/1/2009
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QUERIDO PADRE SOFONIAS!SI ES UNA VERGUANZA SIN PRECEDENTES ESTOS INUTILES PLEITOS DE CHUCHOS! YO ME RECUERDO QUE CUANDO ME DECIAS DE IR A LA ESCUELA Y YO NO QUERIA IR EL POR ESTE HECHO QUE EN LA ENTRADA DE LA ESCUELA ESTABAN SIEMPRE LOS MAREROS Y ME PEDIAN EL DINERO QUE TU ME DABAS Y EL QUE TE GANABAS HACIENDO EL CARPINTERO EN LOS CHEJES DE SAN SALVADOR, CON EL CUAL DEBIA COMPRAR UNA PUPUSA PARA EL RECREO! PAPA NO SE PREOCUPE QUE ESTO YA VA A TENER SU FIN DESDE AQUI LA COSA LA VEMOS DIFERENTE VAMOS POR EL CAMBIO AUNQUE LOS MEDIOS DE COMUNICACION DIGAN LO CONTRARIO! YO ME RECUERDO DE MI MAMA CUANDO TEMPRANO SE IBA A TRABAJAR A LA PANADERIA Y PARA MATAR LA TRISTEZA NOS DECIA: ANTES EL SALVADOR ERA CONOCIDO POR EL PULGARCITO DE CENTRO AMERICA, HOY MIS HIJITOS NO SE LLAMARA MAS ASI HOY SE LLAMARA EL PURGATORIO DE CENTRO AMERICA!
ReplyDeleteNO AGARRE NADA DE LO QUE ANDAN REGALANDO Y SI LO AGARRA OCUPELO PARA LIMPIAR EL SERVICIO O LE HACE UNA CAMISETA A FIRULAI!SI VA A MORIR VA AMORIR CON DIGNIDAD AUNQUE SI EN TODOS ESTOS ANOS QUE TRABAJO Y LOS VIEJOS DE LOS TALLERES NO LE PAGARON EL ISSS NO SE PREOCUPE POR ESO ME VINE PARA ACA PARA DARLE UN POCO DE SATISFACCION GRACIAS POR HABERME ENSENADO LA CARPINTERIA AQUI ES BIEN PAGADA LA MANO DE OBRA DE LOS ARTESANOS! LOS QUIERO MUCHO Y LOS EXTRANO A TODOS. RECUERDELE A LA WENDY DE ARREGLAR SIEMPRE EN LAS MANANAS LA CAMA!ADIOS Y NO SE OLVIDE DE VOTAR POR EL FM...