Brasil cierra el paso al gas de Chávez
El gigante suramericano avanza imparable hacia la autosuficiencia energética
Por Francho Barón
Brasil anunció esta semana su desmarque del proyecto del presidente venezolano, Hugo Chávez, para construir el gasoducto del sur, un gigantesco tubo que transportaría gas natural desde el Caribe venezolano hasta la región más austral de Argentina, atravesando Brasil de norte a sur. Brasilia dio el paso el lunes, tan sólo horas después de que Chávez ganara el referéndum que le abre la puerta a su reelección indefinida.
La decisión supone un nuevo y duro revés a las pretensiones del líder venezolano de consolidarse como el gran líder integrador del subcontinente suramericano. También da al traste con la intención del Gobierno de Caracas de garantizar la venta de sus hidrocarburos en todo el Cono Sur.
De esta manera, Brasil continúa su senda imparable hacia la autosuficiencia energética. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha convertido este asunto en uno de los caballos de batalla en materia económica de su segundo mandato, porque sabe que de ello también dependerá la consolidación de su país como nueva potencia en el tablero internacional. En los últimos años, el gigante suramericano no ha parado de descubrir petróleo y gas natural en sus aguas, ha potenciado a tope la producción de los biocombustibles y, poco a poco, ha ido cortando su dependencia de gas y petróleo provenientes de países vecinos como Bolivia o Venezuela. Es en este contexto donde el Gobierno de Brasilia ha comunicado su salida del proyecto de gasoducto que conectaría el norte de Venezuela con la Tierra del Fuego.
"Sólo una gran carencia de gas en la región podría justificar un proyecto como el Gasoducto del Sur, pero no es el caso. Brasil podrá ofrecer en breve gas de calidad producido en nuestro territorio a países vecinos del sur, como Argentina o Chile", comenta a EL PAÍS una fuente gubernamental brasileña conocedora de las negociaciones desarrolladas para la puesta en marcha del gasoducto. Brasil tiene claro que en cuanto alcance su pleno autoabastecimiento de petróleo y gas, algo que según los especialistas sucederá a corto plazo, el siguiente paso será entrar en la pelea de los grandes productores por el mercado energético internacional. "Contamos con un volumen de petróleo y gas que aun desconocemos, pero que debe dar miedo por su magnitud", abunda la misma fuente. Sin duda alguna, Venezuela será uno de los países más perjudicados por la irrupción brasileña en el mercado de los hidrocarburos.
El encargado de hacer el anuncio de la congelación de los planes fue Marco Aurelio García, asesor de Lula para Asuntos Internacionales. "El Gasoducto del Sur está provisionalmente archivado, en primer lugar por tratarse de una obra de grandes dimensiones que demandaría estudios técnicos y financieros que, en las actuales condiciones de crisis, es muy difícil que puedan concretarse a corto plazo", declaró a la emisora Eldorado.
Según el consejero de política internacional del entorno más cercano de Lula, el presupuesto para construir el Gasoducto del Sur fue estimado inicialmente entre 20.000 y 25.000 millones de dólares (entre 16.000 y 20.000 millones de euros). "Todos sabemos que esos precios son siempre subestimados", apuntaló. El argumento de Brasilia es incontestable, sobre todo en un momento en que desde el Gobierno se están implementando medidas contrarreloj para parar la onda expansiva de la crisis financiera internacional. Entre otras, algunas tan traumáticas como la congelación del 25% de los presupuestos generales de 2009 para ahorrar 37.200 millones de reales (unos 12.827 millones de euros). Las políticas que se verán más afectadas por los recortes son las de turismo, deportes, medio ambiente, cultura, justicia, desarrollo agrícola, agricultura y defensa.
Hallazgos de crudo y gas
El segundo argumento esgrimido por el Gobierno brasileño para meter en el congelador el proyecto de Chávez es, si cabe, más sangrante para Venezuela. En este sentido, el asesor de Lula recordó los recientes hallazgos de magníficas reservas de crudo y gas natural en aguas ultraprofundas del litoral brasileño, para concluir que este hecho ha acabado por restarle trascendencia y entidad al Gasoducto del Sur, siempre desde el punto de vista de los intereses brasileños.
Los hallazgos petrolíferos en el litoral de São Paulo y Río de Janeiro han puesto a Brasil sobre el tablero de los grandes países productores de crudo. Hasta hace poco Brasil tenía unas reservas estimadas en 20.000 millones de barriles, pero con el descubrimiento frente a las costas de Río y São Paulo de los yacimientos de petróleo de excelente calidad y de gas natural bautizados como Carioca (considerado el tercero mayor del planeta), Tupí y, más recientemente, Júpiter, estas reservas podrían dispararse hasta los 53.000 millones de barriles, colocando a Brasil en la novena posición del ranking mundial de países petrolíferos.
Estos descubrimientos están en el origen de que Brasil pretenda cortar poco a poco su dependencia de países productores vecinos, como Venezuela o Bolivia. Hace poco más de un mes Brasilia también decidió unilateralmente reducir sus importaciones de gas boliviano, sencillamente porque ya no lo necesita en la medida de los meses anteriores. Ante el preocupante anuncio, el Gobierno de Evo Morales envió de inmediato a la capital brasileña una delegación compuesta por tres ministros que, tras dos horas de reunión, consiguieron una reducción del recorte.
Dificultades técnicas
En Brasilia se opina que el Gasoducto del Sur es de una ambición ilimitada desde el punto de vista técnico, algo que también complica sobremanera su ejecución. Varios estudios de viabilidad ya plantearon que su larga extensión y calibre, los problemas para mantener a lo largo de todo su recorrido altos niveles de presión y su nefasto impacto medioambiental hacen su ejecución poco menos que utópica.
Sin embargo, Brasil quiere compensar a Venezuela con la rúbrica de un acuerdo para que el ente petrolero estatal venezolano PDVSA entre como socio minoritario de la brasileña Petrobras en la refinería Abreu e Lima, que está siendo construida en el Estado de Pernambuco, en el litoral norte brasileño. Las negociaciones se encuentran actualmente paralizadas por las diferencias entre ambos países sobre la distribución de lo que produzca la refinería y sobre el precio que se pagará por el petróleo suministrado por Venezuela.
Fuente El País 20/2/2009
Por Francho Barón
Brasil anunció esta semana su desmarque del proyecto del presidente venezolano, Hugo Chávez, para construir el gasoducto del sur, un gigantesco tubo que transportaría gas natural desde el Caribe venezolano hasta la región más austral de Argentina, atravesando Brasil de norte a sur. Brasilia dio el paso el lunes, tan sólo horas después de que Chávez ganara el referéndum que le abre la puerta a su reelección indefinida.
La decisión supone un nuevo y duro revés a las pretensiones del líder venezolano de consolidarse como el gran líder integrador del subcontinente suramericano. También da al traste con la intención del Gobierno de Caracas de garantizar la venta de sus hidrocarburos en todo el Cono Sur.
De esta manera, Brasil continúa su senda imparable hacia la autosuficiencia energética. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha convertido este asunto en uno de los caballos de batalla en materia económica de su segundo mandato, porque sabe que de ello también dependerá la consolidación de su país como nueva potencia en el tablero internacional. En los últimos años, el gigante suramericano no ha parado de descubrir petróleo y gas natural en sus aguas, ha potenciado a tope la producción de los biocombustibles y, poco a poco, ha ido cortando su dependencia de gas y petróleo provenientes de países vecinos como Bolivia o Venezuela. Es en este contexto donde el Gobierno de Brasilia ha comunicado su salida del proyecto de gasoducto que conectaría el norte de Venezuela con la Tierra del Fuego.
"Sólo una gran carencia de gas en la región podría justificar un proyecto como el Gasoducto del Sur, pero no es el caso. Brasil podrá ofrecer en breve gas de calidad producido en nuestro territorio a países vecinos del sur, como Argentina o Chile", comenta a EL PAÍS una fuente gubernamental brasileña conocedora de las negociaciones desarrolladas para la puesta en marcha del gasoducto. Brasil tiene claro que en cuanto alcance su pleno autoabastecimiento de petróleo y gas, algo que según los especialistas sucederá a corto plazo, el siguiente paso será entrar en la pelea de los grandes productores por el mercado energético internacional. "Contamos con un volumen de petróleo y gas que aun desconocemos, pero que debe dar miedo por su magnitud", abunda la misma fuente. Sin duda alguna, Venezuela será uno de los países más perjudicados por la irrupción brasileña en el mercado de los hidrocarburos.
El encargado de hacer el anuncio de la congelación de los planes fue Marco Aurelio García, asesor de Lula para Asuntos Internacionales. "El Gasoducto del Sur está provisionalmente archivado, en primer lugar por tratarse de una obra de grandes dimensiones que demandaría estudios técnicos y financieros que, en las actuales condiciones de crisis, es muy difícil que puedan concretarse a corto plazo", declaró a la emisora Eldorado.
Según el consejero de política internacional del entorno más cercano de Lula, el presupuesto para construir el Gasoducto del Sur fue estimado inicialmente entre 20.000 y 25.000 millones de dólares (entre 16.000 y 20.000 millones de euros). "Todos sabemos que esos precios son siempre subestimados", apuntaló. El argumento de Brasilia es incontestable, sobre todo en un momento en que desde el Gobierno se están implementando medidas contrarreloj para parar la onda expansiva de la crisis financiera internacional. Entre otras, algunas tan traumáticas como la congelación del 25% de los presupuestos generales de 2009 para ahorrar 37.200 millones de reales (unos 12.827 millones de euros). Las políticas que se verán más afectadas por los recortes son las de turismo, deportes, medio ambiente, cultura, justicia, desarrollo agrícola, agricultura y defensa.
Hallazgos de crudo y gas
El segundo argumento esgrimido por el Gobierno brasileño para meter en el congelador el proyecto de Chávez es, si cabe, más sangrante para Venezuela. En este sentido, el asesor de Lula recordó los recientes hallazgos de magníficas reservas de crudo y gas natural en aguas ultraprofundas del litoral brasileño, para concluir que este hecho ha acabado por restarle trascendencia y entidad al Gasoducto del Sur, siempre desde el punto de vista de los intereses brasileños.
Los hallazgos petrolíferos en el litoral de São Paulo y Río de Janeiro han puesto a Brasil sobre el tablero de los grandes países productores de crudo. Hasta hace poco Brasil tenía unas reservas estimadas en 20.000 millones de barriles, pero con el descubrimiento frente a las costas de Río y São Paulo de los yacimientos de petróleo de excelente calidad y de gas natural bautizados como Carioca (considerado el tercero mayor del planeta), Tupí y, más recientemente, Júpiter, estas reservas podrían dispararse hasta los 53.000 millones de barriles, colocando a Brasil en la novena posición del ranking mundial de países petrolíferos.
Estos descubrimientos están en el origen de que Brasil pretenda cortar poco a poco su dependencia de países productores vecinos, como Venezuela o Bolivia. Hace poco más de un mes Brasilia también decidió unilateralmente reducir sus importaciones de gas boliviano, sencillamente porque ya no lo necesita en la medida de los meses anteriores. Ante el preocupante anuncio, el Gobierno de Evo Morales envió de inmediato a la capital brasileña una delegación compuesta por tres ministros que, tras dos horas de reunión, consiguieron una reducción del recorte.
Dificultades técnicas
En Brasilia se opina que el Gasoducto del Sur es de una ambición ilimitada desde el punto de vista técnico, algo que también complica sobremanera su ejecución. Varios estudios de viabilidad ya plantearon que su larga extensión y calibre, los problemas para mantener a lo largo de todo su recorrido altos niveles de presión y su nefasto impacto medioambiental hacen su ejecución poco menos que utópica.
Sin embargo, Brasil quiere compensar a Venezuela con la rúbrica de un acuerdo para que el ente petrolero estatal venezolano PDVSA entre como socio minoritario de la brasileña Petrobras en la refinería Abreu e Lima, que está siendo construida en el Estado de Pernambuco, en el litoral norte brasileño. Las negociaciones se encuentran actualmente paralizadas por las diferencias entre ambos países sobre la distribución de lo que produzca la refinería y sobre el precio que se pagará por el petróleo suministrado por Venezuela.
Fuente El País 20/2/2009
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