Carlos Dada, director de El Faro, pide que votemos contra el miedo

La decisión de los indecisos
Por Carlos Dada

Hay un porcentaje importante de la población aún indeciso con respecto a las elecciones del 15 de marzo. Indeciso o, como prefieren llamarle algunos para guardarse una explicación a un resultado incierto, “voto oculto”. Serán ellos quienes terminen definiendo quién nos gobernará los próximos cinco años. Sólo hay dos posibilidades: o el señor Funes o el señor Ávila.

A estos votantes han dirigido ambos candidatos sus últimas semanas de proselitismo, no exentas de una campaña sucia y de una complicidad mediática y empresarial repugnante en la que ha predominado el alimento del miedo para intentar definir una elección a partir de la negación del otro.

El miedo es generador de esclavos. El miedo no debe movernos a votar. El análisis para la toma de decisiones se basa en una ecuación muy sencilla: costos contra beneficios. Qué puede ganar el país con el presidente Funes y qué puede perder. Qué puede ganar el país con el presidente Ávila y qué puede perder.

Cuando esta racionalidad, propia de las democracias, se sustituye por el miedo, entonces la cobardía también comienza a hacerse presente. La cobardía del que vota porque tiene miedo. Un miedo que no debería dominar nuestras decisiones ni nuestras vidas. Así como no dejamos de subirnos en aviones por miedo a que se caigan.

¿Acaso no sería mucho mejor votar por las ilusiones? ¿Cómo es El Salvador en el que quiero vivir? ¿Cómo se construye ese país? ¿Quién de los dos candidatos tiene mayores posibilidades de avanzar en la construcción de ese país? ¿Qué no me gusta de El Salvador y cómo se corrige? ¿Qué tipo de liderazgos necesita nuestro país, que aún no ha logrado entrar en el Siglo XXI?

Y más importante aún, ¿por qué país estaría dispuesto a trabajar como individuo, desde mi propia circunstancia?

Si uno revisa los planes de gobierno de ambos candidatos, es fácil concluir que la mayor parte de ellos coinciden. Las promesas no varían mucho. Lo que varía es el estilo de gobernar, lo que varía es la capacidad de implementar estas medidas, lo que varía es la credibilidad que merece cada uno de los candidatos y sus posibilidades y voluntad real de llevar a cabo una transformación a fondo, que nos permita avanzar hacia estadios de bienestar mayores para todos. Eso es lo que está en manos de nosotros, los ciudadanos, este domingo 15 de marzo.

Por eso no se vale votar con miedo, porque significa avalar estrategias que son contrarias a la democracia, contrarias a la libertad, contrarias al debate de las ideas y contrarias al país en el que cabemos todos.

Ahora ambos equipos de campaña hablan de cambio. Es una palabra que puso de moda el presidente estadounidense, Barack Obama, durante su campaña. Es un término apreciado por la mayoría de los salvadoreños, que ha repetido una y otra vez en cuanta encuesta ha sido cuestionado, que quiere un cambio en El Salvador. El cambio, el verdadero cambio, no está en el triunfo de alguno de los candidatos, sino en nosotros los ciudadanos. En que nosotros mismos asumamos nuestro rol en una democracia, que empieza -solamente empieza- por votar con responsabilidad, con la mente despejada y tras sacar conclusiones racionales. Con el miedo es difícil construir algo que no sea autoritarismo. Con el miedo no podremos pasar de esta etapa de posguerra que aún mantiene su influencia sobre nuestro sistema político. Con el miedo perdemos todos.

Fuente: EL faro.net 9/3/2009

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