Con más de 12 asesinatos cada día El Salvador es el país más violento
Presidente Saca: “Las buenas promesas son las que se cumplen”, “Seremos el país más seguro de América” En el país, se repiten más de 12 asesinatos cada día lo que lo convierte en el país más violento e inseguro del hemisferio.
Saca afronta su más violento inicio de año
El Salvador registró 689 homicidios entre enero y febrero, el peor inicio de año en la gestión presidencial Saca. Al ritmo actual, el país cerraría 2009 con un nuevo récord: más de 4 mil 500 asesinatos al año.
Por Rodrigo Baires Quezada
El presidente de la República Antonio Saca miró al frente. “La seguridad pública para nosotros no son simples y frías estadísticas”, dijo. La frase se apartó del discurso que tenía escrito para la ceremonia de graduación de 544 policías. El presidente tenía razón cuando rechazó etiquetar los números del crimen como “frías estadísticas”: en realidad, ese viernes 13 de febrero, hace menos de cuatro semanas, ya estaba en la peor racha de homicidios desde cuando comenzó su gestión en 2004.
La cifra oficial de homicidios de enero de 2009 fue de 374, ocho más que los que registraba la Policía Nacional Civil (PNC), que igual ya significaban el cuarto mes más violento de los 56 transcurridos desde cuando Saca asumió la presidencia de la República.
El discurso del presidente, no obstante, soslayó ese dato. Y es que en realidad ni siquiera debió hablar del asunto, pues en las mil 64 palabras en mayúsculas que tenía sobre el atril dispuesto en la Plaza Libertad, no había una sola palabra que hiciera referencia a los índices delincuenciales del naciente 2009. Sí las había sobre el compromiso y la apuesta de su gobierno “a favor de la seguridad” y de cómo las dos promociones de agentes que se graduaban reforzarían los planes de prevención del delito y persecución de los delincuentes.
El discurso siguió y para cuando llegaron los aplausos, la palabra “homicidio” no había aparecido por ningún lado. Y Saca, protegido por su seguridad, se marchó sin dar declaraciones, sin hablar de los 12 homicidios diarios que ya reflejaban las frías estadísticas. Era un asunto incómodo. Tres días atrás, Saca había sorteado las preguntas sobre el tema. “Hay dos, tres o cuatro zonas… que es donde se ha incrementado la actividad pero, en términos globales, hemos logrado mantener tranquilo el resto del país”, respondió a un periodista, que olfateaba una reversión a la ligera tendencia a la baja de los últimos dos años. Era su primera declaración pública sobre el tema y, marginado por la coyuntura electoral y la crisis económica, sería la única que tocaría el tema en público.
En el cierre de sus cinco años, al presidente nunca le había ido tan mal como en lo que va de 2009. Solo el dato de enero representaba el 42% de aumento con respecto a diciembre de 2008. Con el agregado de febrero, los homicidios se han multiplicado a tal nivel que al ritmo actual El Salvador se encamina a romper la barrera de los 4 mil asesinatos anuales para situarse en alrededor de 4 mil 500.
“Sería el peor año en la última década”, dice una fuente policial que pidió el anonimato por no estar autorizada para hablar del tema. “Sería el peor año después que se viene del mejor en esta gestión”, observa el oficial, subrayando lo paradójico.
El análisis hecho por el gabinete de seguridad sobre 2008 era eminentemente numérico: 3 mil 179 homicidios al cierre de 2008, según los datos homologados entre la PNC, Fiscalía General (FGR) y el Instituto de Medicina Legal (IML); el segundo año consecutivo con datos a la baja en muertes violentas; una reducción del 19% con respecto a 2006, el año más violento en los últimos 10 años; un muerto diario menos cada día con respecto a 2007.
Desde donde se vieran -y acostumbrados a cifras más altas-, los datos permitían ponerse modestamente optimistas. Los 264 homicidios de diciembre de 2008 tenían una reducción de 43 con respecto a los del mes anterior y parecía la cereza de un pastel trágico que no tenía tan mal sabor. “Todavía hace falta mucho por hacer. El dato no nos satisface, pero muestra una reducción significativa”, dijo entonces René Figueroa, ministro de Seguridad Pública.
Dos meses después, y siguiendo esa lógica, en este momento el ministro bien podría estar diciendo algo parecido al ver que enero tuvo 110 asesinatos más que diciembre.
A los 374 asesinatos de enero se suman los 315 de febrero, y de esa manera, 2009 tiene ya el enero más violento y el febrero más violento de los últimos años. Los 689 homicidios de ambos meses superan a los 613 que registró 2007 y a los 536 de 2008. Y a pesar de que Saca comenzó en 2004 con grandes problemas, los 640 asesinatos de sus primeros dos meses de gobierno (junio y julio) aún quedan por debajo del inicio del último año que gobernará.
Ahora, viendo en retrospectiva, el director general de la PNC, José Luis Tobar Prieto, reconoce que quizás no se debió haber celebrado cuando se hizo, porque diciembre, a pesar de que reflejó un total con disminución, en realidad fue muy atípico, con las primeras semanas con cifras que auguraban un buen fin de 2008, y con un cierre de mes muy cruento. A partir del 20 de diciembre llegó un alza de asesinatos que se mantuvo durante todo enero. “Teníamos 14, 11, 14, 9, 8, 14… Son muertos diarios en los últimos días de diciembre”, dice Tobar Prieto, y ve en su pantalla el reporte confidencial en formato PDF que se distribuye entre todos los jefes policiales cada día. “Y el 1 de enero… 15 homicidios… y así empezamos”.
Empezaron y siguieron. Cuando el calendario marcaba 11 de enero, la PNC ya manejaba un promedio de 13 homicidios diarios, es decir casi 5 homicidios al día más que los de 2008. Cuando terminó el mes, la policía registró 366 muertes violentas, ocho menos de los que reconocería el memorando confidencial que fue enviado el 19 de febrero a los miembros de la comisión tripartita encargada de homologar la cifra de homicidios.
Una vieja hipótesis
La voz de alarma saltó dentro de la corporación policial. Tobar Prieto hace memoria de los últimos días de enero, cuando pidió un informe detallado del incremento de homicidios. El informe que llegó a sus manos mostraba un aumento del 40.2%. El incremento se concentraba en cinco delegaciones policiales –Ciudad Delgado, La Libertad Norte, Sonsonate, Soyapango y Santa Ana-, que juntas sumaban 100 asesinatos más respecto del registro de diciembre de 2008. La causa: las maras.
Una explicación que emergió desde 2003, cuando para el gobierno de Francisco Flores la epidemia de homicidios se explicaba por una sola razón: los crímenes de las pandillas. Por eso el Ejecutivo empujó el plan Mano Dura, pero lo que hubo fue el incremento de los homicidios. Con la campaña electoral, el entonces candidato presidencial de Arena, Antonio Saca, lo que prometió fue un plan “Super Mano Dura”, y puso tal énfasis en su promesa de combatir la delincuencia que a su plan de gobierno le puso por nombre “País” y le apellidó “Seguro”.
Saca se estrenó en junio de 2004, año que hasta entonces llevaba un promedio diario de menos de 8 asesinatos. Agosto fue el mes más violento de los últimos cinco años y 2004 cerró con 8.5 asesinatos diarios de promedio.
A mediados de 2005, las autoridades de seguridad pública ya analizaban que las maras habían diversificado sus actos delictivos e incluían el sicariato, las extorsiones y la distribución de drogas. Rodrigo Ávila, entonces viceministro de Seguridad Ciudadana, aseguró que los miembros de pandillas cometían más de la mitad de los hechos de violencia que a diario ocurrían en el país, principalmente los asesinatos.
Según Ávila, los líderes de las clicas ya ordenaban a sus subordinados matar sólo para impactar en la sociedad. “Esta es la realidad, aunque se nos señale que queremos lavarnos en las pandillas. Algunos jefes pandilleros han tenido el descaro de decirle a sus agrupaciones: ‘Señores, mañana queremos que salgan a matar, porque vamos a impactar’”, dijo Ávila, al tiempo que aseguró que el reclutamiento de nuevos miembros de pandillas ya no se limitaba a que el novato accediera a soportar una paliza, sino a pasar una prueba de fuego asesinando a alguien.
El 13 de junio de 2005, frente a Ávila estaba el Consejo Consultivo de Seguridad Pública –integrado por 26 representantes de la empresa privada, gremios profesionales, organizaciones no gubernamentales, fiscales y jefes policiales-, que iba a hacer recomendaciones para frenar la ola de homicidios que alcanzaban los 1 mil 404 muertos en los primeros cinco meses del año. “Lo que se intenta es tener una instancia permanente y que, al menor tiempo posible, encuentre insumos que se pueden implementar para reducir los índices de homicidios”, decía Ávila, en relación con el organismo.
Ese junio cerró con 338 homicidios y lo peor estaba por venir. En julio hubo 394 asesinatos y, no obstante las cifras frías, el presidente Saca seguía defendiendo su política de mano super dura. “El plan sigue y está dirigido contra los mareros, contra aquellos que cometen actos de venganza, contra aquellos mareros peligrosos, violadores, asesinos, que cobran por transitar a los microbuseros y a la gente en las respectivas colonias. Contra ellos vamos a seguir con un plan súper mano dura”, dijo Saca en agosto de ese año, solo 14 meses después de que había patentado una promesa que nunca logró cumplir: “A los malacates se les acabó la fiesta”.
¿Cómo explicaba el gobierno el alza en los homicidios? “Casi el 60% de los homicidios corresponden a las pandillas… esta captura enorme de pandilleros que tenemos en la cárcel ha generado un enfrentamiento entre las maras por apoderarse del liderazgo...”, dijo el 8 de agosto. Un día después, cuestionado directamente sobre el papel del gobierno en la lucha contra el crimen, se quemó las manos con una promesa políticamente correcta: “Creo que nuestra tarea, como Ejecutivo, es lograr que disminuyan estos índices y tengan la seguridad que lo vamos a hacer bien en los próximos meses”.
Tuvieron que pasar 18 meses antes de ver una reducción en el índice de homicidios y Ávila estaba de nuevo sentado en la dirección de la PNC. En diciembre de 2007, cuando estaba cerca de dejar el cargo, un Ávila ilusionado llamaba éxito a haber logrado una reducción de homicidios de 10.8 en 2006 a 9.6 en 2007.
Con el parámetro de Ávila, 2008 también fue todo un éxito, pues el año cerró con menos homicidios incluso que 2007, a un promedio de 8.7 asesinatos al día. Eso equivale a una tasa de alrededor de 53 homicidios por cada 100 mil habitantes, es decir, el nivel que la Organización Mundial de la Salud considera epidemia multiplicado por cinco. La cifra equivale a que en ese año, un salvadoreño de cada 2 mil habitantes murió asesinado.
Los miembros del gabinete veían los datos globales y celebraban que 2008 dejó el mes menos violento del quinquenio Saca: “Tomando en cuenta que la reducción del crimen no va en el mismo ritmo que los incrementos, se está haciendo un buen trabajo”, comentó Ástor Escalante, entonces viceministro de Seguridad Pública y ahora fiscal adjunto. Se estaba haciendo “un buen trabajo” hasta que llegó enero de 2009 con sus 374 homicidios.
“Veníamos cosechando un promedio de homicidios por día bastante satisfactorio y alentador, en el sentido que se había mantenido de manera constante los índices”, recuerda el inspector Marco Tulio Lima, jefe de la División de Investigación de Homicidios (DIHO) de la PNC.
¿Qué pasó en enero de 2009? Tobar Prieto vuelve los ojos a las estadísticas que tiene en unas hojas sueltas sobre la mesa de reuniones de su despacho: “Vemos una tendencia muy marcada (al aumento de homicidios) entre diciembre del año pasado y enero. Creemos que uno de los precursores principales es la fuga de los internos del Centro Judicial Isidro Menéndez… La fuga de “el Trece” (Saúl Turcios Ángel), “el Crazy de Merliot” y de otros cabecillas de pandilla generó un incremento muy considerable”.
Marco Tulio Lima no le da el mismo peso a esa explicación: “No se pueden atribuir todos los homicidios a la fuga de ‘el Trece”, pero sí hay un cantidad en esta zona (La Libertad Norte), en la que tiene algún nivel de influencia”.
¿Una sola persona cambió la tendencia de los homicidios en el país? Tobar Prieto duda medio segundo antes de contestar: “… Quizás no es una persona. Son varias personas”, dice y repite que el aumento de asesinatos muestra la influencia que “el Trece” tiene al interior de la MS y cómo se están acatando “las instrucciones que está dando hacia la pandilla”, especialmente en la zona de La Libertad Norte (los municipios del norte de ese departamento, como Opico, Quezaltepeque y Colón). Esas órdenes, dice, son las mismas de las que ya hablaba la PNC cinco años atrás: asesinar para ingresar a la mara; matar con lujo de barbarie a los traidores o personas adversas a la mara y sus familias, y aumentar asaltos y extorsiones para financiar la misma pandilla.
A eso se agrega, según la PNC, una pugna interna en la Mara 18, que se ha dividido entre el liderazgo de “el Viejo Lin” y “el Chino tres colas”, ambos detenidos, y un tercer grupo en libertad que está buscando consolidarse como los máximos dirigentes de la pandilla. “A esto se debe que en la zona de la 18 también se estén dando purgas internas, tipo ajusticiamientos, y aumentando la incidencia criminal para obtener recursos”, dice un investigador policial, que solicitó que no se revele su identidad por motivos de seguridad.
El análisis policial y del gabinete de seguridad ya despertó detractores. Entre ellos, Óscar Luna, procurador para la Defensa de los Derechos Humanos: “No es cierto que todos estos homicidios sean producto de las maras”, dice. ¿“El Trece” tiene la capacidad de incrementar las estadísticas de homicidios? Para Luna, decir esto es reconocer que una persona ha logrado doblarle el brazo a la institución que tiene, por Constitución, la obligación de brindar seguridad pública. “Sí el director de la policía reconoce esto, perdóneme pero mejor que se dedique a otra cosa”, sugiere.
La explicación del jefe policial, que apoya el ministerio de Seguridad Pública y Justicia, se sustenta en sus informes de inteligencia: “El Trece” mide la efectividad de sus clicas de acuerdo a la cantidad de homicidios cometidos; y, tras su fuga el 5 de diciembre pasado, el líder del proyecto La Libertad –bajo el cual se registran 34 clicas- ordenó más homicidios a traidores de las mismas clicas, rivales de otras pandillas e, incluso, familiares de estos. “Hay una cantidad de sujetos que se les da el criterio de oportunidad y, a partir de diciembre del año pasado, se decide asesinar a cualquier miembro de la pandilla ante la menor sospecha de traición”, asegura Lima.
¿Y el resto del país? “Maras”, responde Tobar Prieto y asegura que la influencia de “el Trece” se extiende en Sonsonate, Soyapango, Ciudad Delgado y Santa Ana, las zonas en las que se vieron incrementos entre diciembre de 2008 y enero de 2009.
Para el director general de la PNC, ya se ha dado “golpes muy duros a las estructuras de las maras” con los operativos en la zona de El Pino, en Santa Tecla, que terminó con la captura de Merlin Jonathan Arévalo, “el Crazy de Merliot”, y la detención de 108 pandilleros en Sonsonate, a mediados de febrero. “Se verán los resultados, se verán los resultados”, promete.
Aún así, el segundo mes del año terminó, según datos policiales, con 315 homicidios para un promedio diario de 11.25 asesinatos, y los primeros cinco días de marzo ya registraron 49 casos, 12 muertos diarios, igual como cerró enero pasado.
Fuente: El Faro.net 9/3/2009
Saca afronta su más violento inicio de año
El Salvador registró 689 homicidios entre enero y febrero, el peor inicio de año en la gestión presidencial Saca. Al ritmo actual, el país cerraría 2009 con un nuevo récord: más de 4 mil 500 asesinatos al año.
Por Rodrigo Baires Quezada
El presidente de la República Antonio Saca miró al frente. “La seguridad pública para nosotros no son simples y frías estadísticas”, dijo. La frase se apartó del discurso que tenía escrito para la ceremonia de graduación de 544 policías. El presidente tenía razón cuando rechazó etiquetar los números del crimen como “frías estadísticas”: en realidad, ese viernes 13 de febrero, hace menos de cuatro semanas, ya estaba en la peor racha de homicidios desde cuando comenzó su gestión en 2004.
La cifra oficial de homicidios de enero de 2009 fue de 374, ocho más que los que registraba la Policía Nacional Civil (PNC), que igual ya significaban el cuarto mes más violento de los 56 transcurridos desde cuando Saca asumió la presidencia de la República.
El discurso del presidente, no obstante, soslayó ese dato. Y es que en realidad ni siquiera debió hablar del asunto, pues en las mil 64 palabras en mayúsculas que tenía sobre el atril dispuesto en la Plaza Libertad, no había una sola palabra que hiciera referencia a los índices delincuenciales del naciente 2009. Sí las había sobre el compromiso y la apuesta de su gobierno “a favor de la seguridad” y de cómo las dos promociones de agentes que se graduaban reforzarían los planes de prevención del delito y persecución de los delincuentes.
El discurso siguió y para cuando llegaron los aplausos, la palabra “homicidio” no había aparecido por ningún lado. Y Saca, protegido por su seguridad, se marchó sin dar declaraciones, sin hablar de los 12 homicidios diarios que ya reflejaban las frías estadísticas. Era un asunto incómodo. Tres días atrás, Saca había sorteado las preguntas sobre el tema. “Hay dos, tres o cuatro zonas… que es donde se ha incrementado la actividad pero, en términos globales, hemos logrado mantener tranquilo el resto del país”, respondió a un periodista, que olfateaba una reversión a la ligera tendencia a la baja de los últimos dos años. Era su primera declaración pública sobre el tema y, marginado por la coyuntura electoral y la crisis económica, sería la única que tocaría el tema en público.
En el cierre de sus cinco años, al presidente nunca le había ido tan mal como en lo que va de 2009. Solo el dato de enero representaba el 42% de aumento con respecto a diciembre de 2008. Con el agregado de febrero, los homicidios se han multiplicado a tal nivel que al ritmo actual El Salvador se encamina a romper la barrera de los 4 mil asesinatos anuales para situarse en alrededor de 4 mil 500.
“Sería el peor año en la última década”, dice una fuente policial que pidió el anonimato por no estar autorizada para hablar del tema. “Sería el peor año después que se viene del mejor en esta gestión”, observa el oficial, subrayando lo paradójico.
El análisis hecho por el gabinete de seguridad sobre 2008 era eminentemente numérico: 3 mil 179 homicidios al cierre de 2008, según los datos homologados entre la PNC, Fiscalía General (FGR) y el Instituto de Medicina Legal (IML); el segundo año consecutivo con datos a la baja en muertes violentas; una reducción del 19% con respecto a 2006, el año más violento en los últimos 10 años; un muerto diario menos cada día con respecto a 2007.
Desde donde se vieran -y acostumbrados a cifras más altas-, los datos permitían ponerse modestamente optimistas. Los 264 homicidios de diciembre de 2008 tenían una reducción de 43 con respecto a los del mes anterior y parecía la cereza de un pastel trágico que no tenía tan mal sabor. “Todavía hace falta mucho por hacer. El dato no nos satisface, pero muestra una reducción significativa”, dijo entonces René Figueroa, ministro de Seguridad Pública.
Dos meses después, y siguiendo esa lógica, en este momento el ministro bien podría estar diciendo algo parecido al ver que enero tuvo 110 asesinatos más que diciembre.
A los 374 asesinatos de enero se suman los 315 de febrero, y de esa manera, 2009 tiene ya el enero más violento y el febrero más violento de los últimos años. Los 689 homicidios de ambos meses superan a los 613 que registró 2007 y a los 536 de 2008. Y a pesar de que Saca comenzó en 2004 con grandes problemas, los 640 asesinatos de sus primeros dos meses de gobierno (junio y julio) aún quedan por debajo del inicio del último año que gobernará.
Ahora, viendo en retrospectiva, el director general de la PNC, José Luis Tobar Prieto, reconoce que quizás no se debió haber celebrado cuando se hizo, porque diciembre, a pesar de que reflejó un total con disminución, en realidad fue muy atípico, con las primeras semanas con cifras que auguraban un buen fin de 2008, y con un cierre de mes muy cruento. A partir del 20 de diciembre llegó un alza de asesinatos que se mantuvo durante todo enero. “Teníamos 14, 11, 14, 9, 8, 14… Son muertos diarios en los últimos días de diciembre”, dice Tobar Prieto, y ve en su pantalla el reporte confidencial en formato PDF que se distribuye entre todos los jefes policiales cada día. “Y el 1 de enero… 15 homicidios… y así empezamos”.
Empezaron y siguieron. Cuando el calendario marcaba 11 de enero, la PNC ya manejaba un promedio de 13 homicidios diarios, es decir casi 5 homicidios al día más que los de 2008. Cuando terminó el mes, la policía registró 366 muertes violentas, ocho menos de los que reconocería el memorando confidencial que fue enviado el 19 de febrero a los miembros de la comisión tripartita encargada de homologar la cifra de homicidios.
Una vieja hipótesis
La voz de alarma saltó dentro de la corporación policial. Tobar Prieto hace memoria de los últimos días de enero, cuando pidió un informe detallado del incremento de homicidios. El informe que llegó a sus manos mostraba un aumento del 40.2%. El incremento se concentraba en cinco delegaciones policiales –Ciudad Delgado, La Libertad Norte, Sonsonate, Soyapango y Santa Ana-, que juntas sumaban 100 asesinatos más respecto del registro de diciembre de 2008. La causa: las maras.
Una explicación que emergió desde 2003, cuando para el gobierno de Francisco Flores la epidemia de homicidios se explicaba por una sola razón: los crímenes de las pandillas. Por eso el Ejecutivo empujó el plan Mano Dura, pero lo que hubo fue el incremento de los homicidios. Con la campaña electoral, el entonces candidato presidencial de Arena, Antonio Saca, lo que prometió fue un plan “Super Mano Dura”, y puso tal énfasis en su promesa de combatir la delincuencia que a su plan de gobierno le puso por nombre “País” y le apellidó “Seguro”.
Saca se estrenó en junio de 2004, año que hasta entonces llevaba un promedio diario de menos de 8 asesinatos. Agosto fue el mes más violento de los últimos cinco años y 2004 cerró con 8.5 asesinatos diarios de promedio.
A mediados de 2005, las autoridades de seguridad pública ya analizaban que las maras habían diversificado sus actos delictivos e incluían el sicariato, las extorsiones y la distribución de drogas. Rodrigo Ávila, entonces viceministro de Seguridad Ciudadana, aseguró que los miembros de pandillas cometían más de la mitad de los hechos de violencia que a diario ocurrían en el país, principalmente los asesinatos.
Según Ávila, los líderes de las clicas ya ordenaban a sus subordinados matar sólo para impactar en la sociedad. “Esta es la realidad, aunque se nos señale que queremos lavarnos en las pandillas. Algunos jefes pandilleros han tenido el descaro de decirle a sus agrupaciones: ‘Señores, mañana queremos que salgan a matar, porque vamos a impactar’”, dijo Ávila, al tiempo que aseguró que el reclutamiento de nuevos miembros de pandillas ya no se limitaba a que el novato accediera a soportar una paliza, sino a pasar una prueba de fuego asesinando a alguien.
El 13 de junio de 2005, frente a Ávila estaba el Consejo Consultivo de Seguridad Pública –integrado por 26 representantes de la empresa privada, gremios profesionales, organizaciones no gubernamentales, fiscales y jefes policiales-, que iba a hacer recomendaciones para frenar la ola de homicidios que alcanzaban los 1 mil 404 muertos en los primeros cinco meses del año. “Lo que se intenta es tener una instancia permanente y que, al menor tiempo posible, encuentre insumos que se pueden implementar para reducir los índices de homicidios”, decía Ávila, en relación con el organismo.
Ese junio cerró con 338 homicidios y lo peor estaba por venir. En julio hubo 394 asesinatos y, no obstante las cifras frías, el presidente Saca seguía defendiendo su política de mano super dura. “El plan sigue y está dirigido contra los mareros, contra aquellos que cometen actos de venganza, contra aquellos mareros peligrosos, violadores, asesinos, que cobran por transitar a los microbuseros y a la gente en las respectivas colonias. Contra ellos vamos a seguir con un plan súper mano dura”, dijo Saca en agosto de ese año, solo 14 meses después de que había patentado una promesa que nunca logró cumplir: “A los malacates se les acabó la fiesta”.
¿Cómo explicaba el gobierno el alza en los homicidios? “Casi el 60% de los homicidios corresponden a las pandillas… esta captura enorme de pandilleros que tenemos en la cárcel ha generado un enfrentamiento entre las maras por apoderarse del liderazgo...”, dijo el 8 de agosto. Un día después, cuestionado directamente sobre el papel del gobierno en la lucha contra el crimen, se quemó las manos con una promesa políticamente correcta: “Creo que nuestra tarea, como Ejecutivo, es lograr que disminuyan estos índices y tengan la seguridad que lo vamos a hacer bien en los próximos meses”.
Tuvieron que pasar 18 meses antes de ver una reducción en el índice de homicidios y Ávila estaba de nuevo sentado en la dirección de la PNC. En diciembre de 2007, cuando estaba cerca de dejar el cargo, un Ávila ilusionado llamaba éxito a haber logrado una reducción de homicidios de 10.8 en 2006 a 9.6 en 2007.
Con el parámetro de Ávila, 2008 también fue todo un éxito, pues el año cerró con menos homicidios incluso que 2007, a un promedio de 8.7 asesinatos al día. Eso equivale a una tasa de alrededor de 53 homicidios por cada 100 mil habitantes, es decir, el nivel que la Organización Mundial de la Salud considera epidemia multiplicado por cinco. La cifra equivale a que en ese año, un salvadoreño de cada 2 mil habitantes murió asesinado.
Los miembros del gabinete veían los datos globales y celebraban que 2008 dejó el mes menos violento del quinquenio Saca: “Tomando en cuenta que la reducción del crimen no va en el mismo ritmo que los incrementos, se está haciendo un buen trabajo”, comentó Ástor Escalante, entonces viceministro de Seguridad Pública y ahora fiscal adjunto. Se estaba haciendo “un buen trabajo” hasta que llegó enero de 2009 con sus 374 homicidios.
“Veníamos cosechando un promedio de homicidios por día bastante satisfactorio y alentador, en el sentido que se había mantenido de manera constante los índices”, recuerda el inspector Marco Tulio Lima, jefe de la División de Investigación de Homicidios (DIHO) de la PNC.
¿Qué pasó en enero de 2009? Tobar Prieto vuelve los ojos a las estadísticas que tiene en unas hojas sueltas sobre la mesa de reuniones de su despacho: “Vemos una tendencia muy marcada (al aumento de homicidios) entre diciembre del año pasado y enero. Creemos que uno de los precursores principales es la fuga de los internos del Centro Judicial Isidro Menéndez… La fuga de “el Trece” (Saúl Turcios Ángel), “el Crazy de Merliot” y de otros cabecillas de pandilla generó un incremento muy considerable”.
Marco Tulio Lima no le da el mismo peso a esa explicación: “No se pueden atribuir todos los homicidios a la fuga de ‘el Trece”, pero sí hay un cantidad en esta zona (La Libertad Norte), en la que tiene algún nivel de influencia”.
¿Una sola persona cambió la tendencia de los homicidios en el país? Tobar Prieto duda medio segundo antes de contestar: “… Quizás no es una persona. Son varias personas”, dice y repite que el aumento de asesinatos muestra la influencia que “el Trece” tiene al interior de la MS y cómo se están acatando “las instrucciones que está dando hacia la pandilla”, especialmente en la zona de La Libertad Norte (los municipios del norte de ese departamento, como Opico, Quezaltepeque y Colón). Esas órdenes, dice, son las mismas de las que ya hablaba la PNC cinco años atrás: asesinar para ingresar a la mara; matar con lujo de barbarie a los traidores o personas adversas a la mara y sus familias, y aumentar asaltos y extorsiones para financiar la misma pandilla.
A eso se agrega, según la PNC, una pugna interna en la Mara 18, que se ha dividido entre el liderazgo de “el Viejo Lin” y “el Chino tres colas”, ambos detenidos, y un tercer grupo en libertad que está buscando consolidarse como los máximos dirigentes de la pandilla. “A esto se debe que en la zona de la 18 también se estén dando purgas internas, tipo ajusticiamientos, y aumentando la incidencia criminal para obtener recursos”, dice un investigador policial, que solicitó que no se revele su identidad por motivos de seguridad.
El análisis policial y del gabinete de seguridad ya despertó detractores. Entre ellos, Óscar Luna, procurador para la Defensa de los Derechos Humanos: “No es cierto que todos estos homicidios sean producto de las maras”, dice. ¿“El Trece” tiene la capacidad de incrementar las estadísticas de homicidios? Para Luna, decir esto es reconocer que una persona ha logrado doblarle el brazo a la institución que tiene, por Constitución, la obligación de brindar seguridad pública. “Sí el director de la policía reconoce esto, perdóneme pero mejor que se dedique a otra cosa”, sugiere.
La explicación del jefe policial, que apoya el ministerio de Seguridad Pública y Justicia, se sustenta en sus informes de inteligencia: “El Trece” mide la efectividad de sus clicas de acuerdo a la cantidad de homicidios cometidos; y, tras su fuga el 5 de diciembre pasado, el líder del proyecto La Libertad –bajo el cual se registran 34 clicas- ordenó más homicidios a traidores de las mismas clicas, rivales de otras pandillas e, incluso, familiares de estos. “Hay una cantidad de sujetos que se les da el criterio de oportunidad y, a partir de diciembre del año pasado, se decide asesinar a cualquier miembro de la pandilla ante la menor sospecha de traición”, asegura Lima.
¿Y el resto del país? “Maras”, responde Tobar Prieto y asegura que la influencia de “el Trece” se extiende en Sonsonate, Soyapango, Ciudad Delgado y Santa Ana, las zonas en las que se vieron incrementos entre diciembre de 2008 y enero de 2009.
Para el director general de la PNC, ya se ha dado “golpes muy duros a las estructuras de las maras” con los operativos en la zona de El Pino, en Santa Tecla, que terminó con la captura de Merlin Jonathan Arévalo, “el Crazy de Merliot”, y la detención de 108 pandilleros en Sonsonate, a mediados de febrero. “Se verán los resultados, se verán los resultados”, promete.
Aún así, el segundo mes del año terminó, según datos policiales, con 315 homicidios para un promedio diario de 11.25 asesinatos, y los primeros cinco días de marzo ya registraron 49 casos, 12 muertos diarios, igual como cerró enero pasado.
Fuente: El Faro.net 9/3/2009
Labels
Violencia
Siguiendo la misma retórica de objetividad y subjetividad se puede decir que el faro ha sido poco objetivo al insinuar que la culpa de la violencia la tiene el presidente de la nación.
ReplyDeleteSi nos convertimos en abogados del diablo por un instante se podría decir que la violencia ha aumentado desde que el FMLN ha metido más gente en todos los aspectos de gobierno. Pero eso solamente me ganaría una putidada al estilo de la Terminal de oriente.
No será que existe una obsesión por parte de los medios de comunicación?, en el ambiente polarizado en que vivimos en donde ambos se apuntan con el dedo índice diciendo: vos tenes la culpa de todo.
Conste, este no es un mensaje patrocinado por ARENA, ni es escrito por un simpatizante, de serlo axial diría que la culpa la tienen los guerrilleros.
Tampoco se trata de defender al señor presidente, porque para ser eso se tendrá que esperar a ver que hace el próximo presidente, sea Funes o Ávila, quien quede, en todo caso lo más probable será que ellos le echen la culpa a su predecesor.
El uso de chivos expiatorios por parte de los medios de comunicación, ya sean corporativos o independientes, esta a la orden del día. Existen un billón de concordancias y maneras de acusar o justificar el caso de nuestra violencia.
El odio personal casi nadie lo toca, es como si fuera algo sagrado, y como si la venganza se apoderada de todo lo que esta a nuestro alcance, para vengarnos, cada quien en su propio derecho, ambos lados con su propia y designada justa razón.
No basta rezar para conseguir la paz, y con armas peor. El teclado es un arma que promueve el odio, y el odio crea violencia. No es culpa de un gobierno el que la gente decida irse de parranda, ponerse hasta el coco, sacar machete y machetearse con el prójimo. Se necesitaría un estado por separado dedicado a la vigilancia de todos los ciudadanos para establecer control.
A que mire que en Costa Rica esto y esto, es que no estamos en Costa Rica, tampoco estamos en el Distrito Federal. Estamos o somos de El Salvador, por gracia del cielo.
Para finalizar, mi punto no es desasociar al presidente de las cosas buenas o malas que ocurren en la nación, de igual forma que lo haría con la alcaldesa de San Salvador, quien recientemente fue relevada de su cargo por medio del voto. Tampoco atacar al medio.
Mi punto es que la responsabilidad es de todos nosotros los salvadoreños el disminuir el motivo de tanta violencia. Que culpa tiene el marero, de ser como es, si todo lo aprendió de una generación que lo único que hizo fue infundirle precisamente eso: conjugar el verbo Odiar.
Amigo a las 9 de marzo de 2009 6:18
ReplyDeleteEstamos de acuerdo, pero el marco de pais es responsabilidad de las autoridades.
Decir que la responsabilidad es de todos es como decir que nadie es responsable.
No se trata de un misil nuclear ni de una pandemia masiva ni una catástrofe natural. Es el crimen organizado y el común. Medicina Legal reporta diariamente un promedio de diez personas asesinadas cada día –aparte de las que no se llega a saber– lo que significa un número cercano a las 2,500 víctimas anuales.
ReplyDeleteOrganizaciones internacionales de la salud advierten que se trata de una epidemia de criminalidad. Ante esto, los ciudadanos guardan silencio y otra vez se escribe el drama del "silencio de los corderos".
Es triste que esta vez no hable a mis amados lectores de la esperanza y el optimismo de vivir. No obstante, creo necesario que reflexionemos –y los científicos, los hombres de estado y organizaciones humanitarias– para no quedar mudos ante este tétrico flagelo de nuestra acosada y victimizada sociedad. Organismos humanitarios denuncian el abuso de jóvenes adolescentes que venden su honra por unos cuantos dólares a un pervertido, pero calla por la muerte de cientos de mujeres al año, predominando la moral sexista y no de lesa humanidad.
Por Carlos Balaguer
Domingo, 8 de Marzo de 2009
¿De quien es la obligacion de tener un pais seguro?. Los ultimos presidentes del pais han dicho que ellos van a terminar con el crimen.
ReplyDeleteRESULTADO: El crimen va galopante en el pais ¿Quien es el culpable?. Serpico Avila no pudo contenerlo por mas planes de seguridad que se les ocurria, y eso que estudio en el FBI, algun talegazo le dieron ahi en la cabeza que quedo mas dundo. Dios nos proteja de tanto malacate principalmentre de los del gobierno.
Por eso ha votar el proximo Domingo por FUNES PRESIDENTE !
ReplyDeleteAnonimo de las 6:18
ReplyDeleteYo se que me entiendes, y se que en parte es la responsabilidad de las autoridades el mantener el orden, siempre y cuando la poblacion RESPETE a la autoridad y no se agarren a semillazos.
En ningun momento digo que nadie es responsable, por lo contrario, parte de una civilizacion es saber conducirse de una forma civilizada.
Sabias que en algunas partes del mundo te dejan un tercio de periodicos y tu depositas tus cincuenta centavos, por tu cuenta sin que nadie te cobre y tu te llevas UN solo periodico. Puedes dejar el saguan de tu garage abierto y nadie te roba nada, es mas cosas que ya no ocupas las dejas en la puerta de tu casa con un letrero que dice gratis y la gente se lleva lo que necesita.
El crimen organizado opera porque existen personas dispuestas a formar parte de el, no porque haya falta o abundancia de seguridad social.
Los ladrones salen a robar de noche precisamente por eso, porque de esa forma no son aprendidos. Los penales estan a explotar. ... volviendo al tema, la responsabilidad es de todos. El nucleo familiar es la base de toda sociedad.
EL CRIMEN DISPARADO EN LAS FIGURAS DELINCUENCIALES ES SORPRENDENTE !
ReplyDeleteNO ASUMIR PARTE DE RESPONASBILIDAD ES LA PARTE MAS IMPORTANTE DE LA IMPUNIDAD.
EN EL SALVADOR HASTA LAS AUTORIDADES REZAN EL DICHO QUE ES ACPTABLE PARA MUCHOS:
AQUI EN EL SALVADOR ASI ES HOMBRE! ... NO LE HAGAS CASO...
YA BASTA !
EL CRIMEN SE MULTIPLICA CON ESTA FRASESITA QUE YA ES INTOLERABLE POR CIUDADANOS CAPACES DE CAMBIARLA...
CON SU VOTO POR EL CAMBIO !
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.