Un abogado del diablo en el trópico

Por Álvaro Rivera (*)
Crítica a la imparcialidad en tiempos electorales

Uno de los periodistas más viperinos de la ultraderecha española fue militante de la ultraizquierda. En vez de hacer un viaje al centro, se trasladó de un extremo a otro. Algo de eso ha pasado también con el más notorio abogado del diablo que han dado nuestras letras. Les hablo de ese periodista que le afeitó el rostro al presunto asesino de Monseñor Romero.

Sus últimas andanzas lo han llevado al que fuera, durante la última guerra civil, el Frente Paracentral. Por ahí anduvo Mayo Sibrián, uno de los más oscuros asesinos que dio aquella guerra. Los rastros de aquel drama los ha trasladado nuestro jurista a la escena política actual.

Por norma, el abogado del diablo adapta los principios a la conveniencia de su juego, ya sea que acuse o defienda. Es decir, el abogado del diablo tiene conveniencias, pero no principios, de ahí que sea inútil reclamarle que sea coherente. Parte de su juego, sin embargo, descansa en el ocultamiento de sus propias contradicciones.

Si queremos descubrirlo basta con que lo examinemos a la luz de la coherencia. No aplica los mismos principios ni valora las evidencias de la misma forma en los casos de D´Aubuisson y de Mayo Sibrián.

Si respeta la presunción de inocencia del Mayor, no respeta la presunción de inocencia de Salvador Sánchez Cerén. Si los indicios que ha descubierto en el Frente Paracentral son pruebas irrefutables que implican a Sánchez Cerén, todas las evidencias que acusan al Mayor no son más que indicios que apuntan a una probable implicación. Según le suba o le baje la fiebre, nuestro abogado del diablo valora las pruebas de distinta manera. Lo dicho: tiene intereses, no criterios.

Él asegura que ya dejó la propaganda, pero miente. La sigue haciendo. A partir de testimonios, afirma que Mayo Sibrián y sus hombres dejaron un rastro de mil muertes en el Frente Paracentral. Para decirlo se apoya en la “impresión” de los testigos. Cualquiera sabe que los cálculos de muertes basados en impresiones no son exactos.

En el Mozote, por ejemplo, según varíen los informadores las cifras bailan entre los 200 y los 1000 asesinatos. Efraín Antonio Fuentes, uno de los soldados que participó en la masacre del Mozote, asegura que él no vio demasiada muerte, a pesar de que dicen que fueron bastantes. Está claro que tanto en el Mozote como en el Frente Paracentral hubo muertes y crímenes de guerra, pero aún no disponemos de una cifra que confirmen las excavaciones. Un periodista serio tendría que tener en cuenta estas cautelas, a un abogado del diablo no le importan en lo más mínimo.

“Casualmente” su trabajo sobre Mayo Sibrián ha aparecido por estas fechas, en época de campaña electoral. El abogado del diablo nos asegura que le interesan las víctimas, la verdad y la ética de nuestros políticos. Si realmente le interesan la verdad y la ética debería de ser coherente a la hora de apelar a la presunción de inocencia y a la hora de juzgar las pruebas. Todo apunta a que las verdades del abogado del diablo sirven a los intereses de su cliente, ese mismo cliente para el que afeitó el rostro del presunto asesino de Monseñor Romero.

PD/ Eso sí, a las víctimas de Mayo Sibrián y de sus hombres hay que mostrarles todo nuestro respeto.

(*) Intelectual salvadoreño residente en Madrid - Publicado en Contrapunto.com.sv

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