Hoy en la doble columna Visiones divergentes sobre el legado del Presidente Saca

Saca se va	Gestión del presidente Saca: deja un fortalecido sistema de libertades (y IV)
Editorial El Faro * Esta semana terminan cinco años de gobierno de Antonio Saca. Es difícil, en primera instancia, determinar con precisión cómo deja el país, habida cuenta de que su administración ha sido especialista en ocultar información y manipular cifras. Hemos asistido a un retroceso en la institucionalidad nacional, a cinco años en los que la ley se aplica a voluntad de las autoridades que administran las instituciones y en los que el presidente concentró tal poder que se creyó por encima de las leyes y de la Constitución misma. Y cuando el presidente hace esto, los funcionarios lo imitan. Saca concentró poder combinando la presidencia de la República con la de su partido, y con el control de las cuentas de ambas. A su sombra, su círculo más cercano le ayudó a administrar ese poder sin que nadie supiera qué hacían y de dónde salía el dinero. Hasta ahora no ha sido posible siquiera saber cuánto gastó en publicidad. O de qué partidas se pagaban los viajes que hizo con enormes comitivas que incluyeron a las esposas y esposos de sus invitados. O cómo se distinguía y separaba las finanzas del partido de las del Ejecutivo. O cómo ocultaron durante tanto tiempo las cifras macroeconómicas que ahora apenas comenzamos a conocer. El resultado de esta sistemática ocultación de información que debería ser pública es que ahora no sabemos a ciencia cierta cómo está el país. Si en enero todo iba bien y no había crisis, ahora los mismos funcionarios admiten que la crisis llegó mucho antes. Si hace seis meses no era necesario tocar los subsidios, ahora el ministro de Hacienda recomienda urgentemente al gobierno entrante focalizarlos y aumentar y crear nuevos impuestos. Ahora ni siquiera los organismos financieros internacionales creen en las cifras macroeconómicas oficiales de El Salvador. Ahora ni siquiera los funcionarios de la administración son capaces de asegurar que las cifras oficiales son reales. Ahora hasta el presidente de la ANEP señala que el gobierno les mintió. El gobierno de Saca jugó hasta con las estadísticas de homicidios, aumentando los números con que recibió el gobierno y disminuyendo los números que registraban un incremento que nos puso en los primeros lugares mundiales de violencia y de impunidad. En materia de pobreza, escondió los estudios que registraban un aumento de la misma hasta que se hicieron públicos por otros medios, y a estas alturas ni siquiera hay acuerdo sobre la Encuesta de Hogares 2008 porque nadie creyó en las primeras conclusiones que mostró el Ministerio de Economía. Si Saca llegó al gobierno en 2004 prometiendo combate a la corrupción, se va dejando un pésimo record en esta materia. Seguimos por debajo de los índices de transparencia de la Cuenta del Milenio y las instituciones encargadas de ejercer contraloría siguen en manos de dudosos funcionarios que en vez de vigilar y castigar se han dedicado a ocultar y desvanecer. Y si Saca se va, la Corte de Cuentas se queda, tal y como está constituida, como resultado de un pacto político según el cual los magistrados están ahí para proteger a los funcionarios y no para vigilarlos. Este gobierno se va dejando una enorme deuda de información a la ciudadanía. Y lamentablemente el gobierno entrante, en la voz del presidente electo, ha adelantado ya que no buscará responsables de irregularidades cometidas en estos años. La impunidad es una de las principales causas de la violencia y el crimen en El Salvador. Esa impunidad es consecuencia de un generalizado irrespeto a las leyes, de la discrecionalidad en la administración de justicia y la negligencia e ineficiencia de nuestras autoridades en materia de seguridad pública. Hemos pasado cinco años en los que las irregularidades se volvieron regulares, ante la mirada complaciente de quienes debieron haber evitado que esto sucediera. Los contrapesos al ejercicio público se borraron con aritméticas legislativas armadas más para proteger al Ejecutivo que para cumplir con sus funciones constitucionales. La Corte de Cuentas ha funcionado como un cómplice, y la fiscalía también se ha desnaturalizado. En vez de proteger los intereses del Estado protegió los del gobierno, permitiendo que sus funcionarios actuaran sin controles. El ex fiscal Safie se negó a investigar patentes irregularidades en el uso de fondos públicos en la Secretaría de la Juventud consignados por El Faro alegando que se trataba de una acusación “con tintes políticos”. Después se negó a investigar los nexos entre el director departamental de San Salvador de Arena y el diputado pecenista acusado de lavado de dinero (y del asesinato de tres diputados de Arena en Guatemala). Hasta la fecha no hay ninguna investigación sobre corrupción durante el gobierno de Saca. Ni en la Fiscalía, ni en la Corte de Cuentas, ni en la Corte Suprema de Justicia, que convenientemente restó poderes a su sección de Probidad para evitar situaciones incómodas. Ahora apenas vemos un poco de todo lo que se ocultó. Las cifras escondidas y alteradas dan apenas un leve indicio de lo que hay detrás. De lo que nadie quiso controlar. Esto no debe repetirse nunca más. El presidente electo le hace un enorme daño al país al decir que no hay que ver para atrás, sino para adelante, y que no habrá “cacerías de brujas”. Dada la crítica situación económica, política, de seguridad y social con que recibirá el Ejecutivo, y el poco margen que tendrá para hacer cosas más allá que sobrevivir a la crisis, lo mejor que podría hacer por El Salvador, y que le garantizaría un lugar privilegiado en la historia del país, sería consolidar instituciones, reparar los daños hechos en los últimos años, combatir con fuerza y con claridad la impunidad y establecer el Estado de Derecho. Pero eso implica abrir las cuentas de la administración que se va, y que todos sepamos qué hicieron con lo que es nuestro, de todos. *El Faro net	Claudio M. de Rosa * La gestión política del gobierno del presidente Antonio Saca deja como herencia un ejemplo de pleno respeto al ejercicio de la libertad, sin ningún tipo de restricciones ni presiones, una institucionalidad fortalecida y una robustecida democracia. Libertad, institucionalidad y democracia, tres valores fundamentales de la sociedad, donde después de 20 años de gobiernos de ARENA, ellos parecen ser algo natural, que no se apreciarán en toda su magnitud, salvo que estén en riesgo o que se pierdan. Por esto, todos debemos comprometernos a ser vigilantes de su absoluta integridad, porque ellos constituyen la base del progreso y la paz social. Hubo pleno respeto a la independencia de los tres Órganos del Estado y se crearon instituciones para proteger a los consumidores; se mantuvieron reglas del juego claras y predecibles, fortaleciendo así la institucionalidad democrática. Esto contribuyó a generar un alto nivel de confianza en la empresa privada, lo que permitió elevar la actividad económica y la generación de empleos. En este contexto, resalta la Fuerza Armada de El Salvador, institución garante del sistema de libertades que se tiene. Hoy ella es altamente profesional, con oficiales que tienen un amplio capital humano, por sus estudios en diversas carreras, más allá del ámbito del conocimiento militar. Su profesionalismo le ganó un alto prestigio como parte de las instituciones que se han integrado a la cooperación internacional como artífices de la paz. Dentro del país, son reconocidas como garantes de paz interna y de apoyo incondicional cuando se enfrentan situaciones adversas. Por esto la importancia de la iniciativa del presidente Saca, de asignar recursos extraordinarios para su adecuado equipamiento y modernización. El nivel de gobernabilidad en democracia fue alto durante toda la gestión Saca, con esporádicas protestas y pocas huelgas generalmente politizadas, donde la mayor tensión fue la dificultad para superar la oposición sistemática del FMLN, que puso en riesgo las finanzas públicas. Increíblemente, ahora corren para que el gobierno de Saca los apoye para que quede todo financiado para 2009 y buena parte de 2010. Además, hubo un pleno respeto a la oposición y a la crítica de los medios de comunicación, con amplia tolerancia a la crítica, con lo que se robusteció la democracia. Así se llegó a las elecciones. Muchos creían que el partido ARENA y el Gobierno harían cualquier cosa para ganar las elecciones. Nada de eso. La elección, según los observadores internacionales, fue transparente, su resultado se conoció la misma noche y con un alto espíritu democrático se concedió la victoria al FMLN. Luego se preparó la transición, cuando se abrieron las puertas del Gobierno de El Salvador a quienes les corresponderá ahora tomar las riendas del país. Así, la paz interna queda garantizada hasta el último día del gobierno de Saca, que deja un país en democracia, con el reconocimiento internacional, donde la transición vivida y la alternancia que se dará a partir del 1º de junio no tienen nada que envidiarle a la que tuvimos como ejemplo reciente en EUA. Así termina el gobierno del presidente Saca y de 20 años de ARENA, lamentablemente enfrentando una crisis mundial que ha puesto a todas las economías en duros aprietos, con graves repercusiones sociales, donde la mejor forma de enfrentarla será en unidad nacional y respetando el sistema de libertades, que permite desplegar todo el ingenio creativo y productivo del país. Lamentablemente, hay señales preocupantes que demandarán la vigilancia sistemática del sistema de libertades y de la democracia que tenemos. Óscar A. Fernández O., adepto al proyecto político de Mauricio Funes, expresa en el periódico digital Contrapunto: “Debemos garantizar que la izquierda... asegure la eventual reforma de un sistema electoral... superando los límites de la democracia representativa burguesa”. Luego, Dagoberto Gutiérrez, en el sitio de Tendencia Revolucionaria, señala: “Debe haber una nueva Constitución donde el pueblo tenga derecho a ser consultado... debe incorporarse eso: plebiscito, referéndum, que es lo que ocurre en Venezuela”. Además, el diputado Sigfrido Reyes, vocero oficial del FMLN, expresa: “Hay experiencias novedosas en Nicaragua, en materia de democracia, impulsando mecanismos de participación ciudadana (que)... vale la pena estudiar, porque... rompen con la tradicional democracia participativa y abren otros cauces a la democracia, una democracia más ciudadana, más de base... algo muy interesante que está haciendo el Frente Sandinista y el gobierno (de Nicaragua)”. Velemos por preservar el sistema de libertades, porque solo podremos decir que en El Salvador hay plena democracia el día que la izquierda también entregue el poder con el mismo espíritu democrático que hoy se le entrega a ella. *Columnista de LPG

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