El chicle de la corrupción
El chicle de la corrupción
Carlos A. Rosales
Desde su discurso inaugural del 1.º de junio, el presidente Mauricio Funes y varios voceros gubernamentales han acusado al gobierno saliente de todo tipo de “anomalías” que supuestamente han encontrado a medida que la nueva administración se acomoda en sus nuevos despachos. Casi a diario, el gobierno efemelenista viene señalando “hallazgos”, desde la existencia de plazas fantasmas y el despilfarro de recursos públicos, hasta la colocación de aparatos de espionaje y el presunto intento de robo de documentos oficiales.
Es muy probable que en el lustro anterior más de alguien haya hecho algo que riña con la legalidad, ningún gobierno –nacional o municipal– está exento de esa posibilidad. Pero de allí, a salir diariamente a contarle a los medios de comunicación historias espectaculares sobre grandes esquemas de corrupción, suena más a una bien montada estrategia comunicacional para entretener a la opinión pública. Mientras la gente mastica el chicle de la corrupción, los días pasan y aún no se vislumbra claridad en los planes para enfrentar la dura crisis que enfrentamos.
La situación es clara, si el gobierno actual descubre actos de corrupción, el nuevo mandatario tiene la obligación moral y legal de presentar las evidencias que comprueban los hechos y ventilar los casos en las instancias correspondientes, y si hay culpables, estos deben enfrentar el peso de la ley. De lo contrario, las denuncias hasta ahora no serán más que cortinas de humo diseñadas para esconder una realidad poco halagadora para los primeros días del nuevo gobierno.
Las expectativas del 51% de los votantes que depositó su confianza en el candidato Funes deben de tomarse con seriedad. Todas esas personas –y el resto del país– esperan que el presidente Funes demuestre liderazgo, visión y efectividad para sacar al país de la actual encrucijada. Eso se ofreció durante el esfuerzo electoral rojiblanco.
El gobierno actual no puede darse el lujo de seguir perdiendo el tiempo con acusaciones novelescas, las cuales, hasta ahora, carecen de evidencia alguna. La idea del “cambio” que el presidente Funes vendió durante su campaña debe significar mucho más que los circos mediáticos basados en especulaciones y en vendettas personales, sobre todo cuando durante el periodo de transición se dijo insistentemente que no habría revanchismos ni cacería de brujas.
Hasta ahora, sin embargo, el FMLN está dando señales de incapacidad para completar la transición de ser un partido político de oposición, dedicado exclusivamente a la crítica destructiva, a ser un partido de gobierno dinámico y propositivo. Gobernar no es fácil, requiere seriedad y harta capacidad para “hacer”. Por el contrario, ser oposición es una tarea infinitamente más asequible.
No cabe duda que la curva de aprendizaje de todo gobierno, la inexperiencia y los evidentes desencuentros entre el presidente Funes y su partido le pasarán facturas al flamante jefe del Ejecutivo. Pero no puede ser que la nueva administración se esté dedicando más a criticar que a “hacer”. Por el bien de este sufrido país, ojalá ese no vaya a ser el tenor que caracterice al primer gobierno de izquierda en El Salvador.
Ex Secretario particular de la presidencia de Elías Antonio Saca
Carlos A. Rosales
Desde su discurso inaugural del 1.º de junio, el presidente Mauricio Funes y varios voceros gubernamentales han acusado al gobierno saliente de todo tipo de “anomalías” que supuestamente han encontrado a medida que la nueva administración se acomoda en sus nuevos despachos. Casi a diario, el gobierno efemelenista viene señalando “hallazgos”, desde la existencia de plazas fantasmas y el despilfarro de recursos públicos, hasta la colocación de aparatos de espionaje y el presunto intento de robo de documentos oficiales.
Es muy probable que en el lustro anterior más de alguien haya hecho algo que riña con la legalidad, ningún gobierno –nacional o municipal– está exento de esa posibilidad. Pero de allí, a salir diariamente a contarle a los medios de comunicación historias espectaculares sobre grandes esquemas de corrupción, suena más a una bien montada estrategia comunicacional para entretener a la opinión pública. Mientras la gente mastica el chicle de la corrupción, los días pasan y aún no se vislumbra claridad en los planes para enfrentar la dura crisis que enfrentamos.
La situación es clara, si el gobierno actual descubre actos de corrupción, el nuevo mandatario tiene la obligación moral y legal de presentar las evidencias que comprueban los hechos y ventilar los casos en las instancias correspondientes, y si hay culpables, estos deben enfrentar el peso de la ley. De lo contrario, las denuncias hasta ahora no serán más que cortinas de humo diseñadas para esconder una realidad poco halagadora para los primeros días del nuevo gobierno.
Las expectativas del 51% de los votantes que depositó su confianza en el candidato Funes deben de tomarse con seriedad. Todas esas personas –y el resto del país– esperan que el presidente Funes demuestre liderazgo, visión y efectividad para sacar al país de la actual encrucijada. Eso se ofreció durante el esfuerzo electoral rojiblanco.
El gobierno actual no puede darse el lujo de seguir perdiendo el tiempo con acusaciones novelescas, las cuales, hasta ahora, carecen de evidencia alguna. La idea del “cambio” que el presidente Funes vendió durante su campaña debe significar mucho más que los circos mediáticos basados en especulaciones y en vendettas personales, sobre todo cuando durante el periodo de transición se dijo insistentemente que no habría revanchismos ni cacería de brujas.
Hasta ahora, sin embargo, el FMLN está dando señales de incapacidad para completar la transición de ser un partido político de oposición, dedicado exclusivamente a la crítica destructiva, a ser un partido de gobierno dinámico y propositivo. Gobernar no es fácil, requiere seriedad y harta capacidad para “hacer”. Por el contrario, ser oposición es una tarea infinitamente más asequible.
No cabe duda que la curva de aprendizaje de todo gobierno, la inexperiencia y los evidentes desencuentros entre el presidente Funes y su partido le pasarán facturas al flamante jefe del Ejecutivo. Pero no puede ser que la nueva administración se esté dedicando más a criticar que a “hacer”. Por el bien de este sufrido país, ojalá ese no vaya a ser el tenor que caracterice al primer gobierno de izquierda en El Salvador.
Ex Secretario particular de la presidencia de Elías Antonio Saca
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Gobierno de Funes
Desemplaeado esta desvariando en tu analisis
ReplyDeletey quien asegura que este Sr. no esta escribiendo lo que le dicta su ex-jefe o alguien que no quiere que le destapen un secreto. el gobierno esta obligado a investigar la mas minima anomalia y asi haya sido solamente el 51% que lo eligio, y que pues es presidente de todos incluyendo al Sr. Rosales que esta masticando chicle vencido com las medicinas de ISSS. Sr. Presidente siga adlante limpiando todo lo que le dejaros para limpiar, tiene nuestro voto de apoyo
ReplyDeleteun votante del 51%
Je, je, je, no pierde la maña este resentido-escuadronero de pinta labio..
ReplyDeletey que mas imbecilidades se pueden esperar de este mama-huevo de toño Casaca?
Con todo respeto le mando un cariñoso:
TUM-BLIM-BLIM
Sr. Achichincle, mejor arme sus maletas y vayase en busca de un trabajito de verdad a la USA. Sus mejores dias de espantar moscas en CAPRES estan terminados. No creo que le depare un buen futuro en el Diablo di hoy.
ReplyDeleteCarlitos, mejor consigase un trabajo donde su labor sea pagada honestamente : sin mentas ni puestos fantasmas.
ReplyDeleteEste es el tipo de periodismo que se debe combatir, es el llamado "Terrorismo Mediatico", miente, miente, miente, que alguien te va a creer las mentiras que decis.
ReplyDeleteClaramente la extrema derecha es la encargada de "subsidiar" estos tipejos pseudo periodistas.
A otro perro con eae hueao arenero hablador. Y que creias que Saca y todos ustedea ae irian imounes con todos los robos y corrupciones. No chiquito ARENA no quedara impune esta vez y preparate que ya te llegara tu hora cuando ae revise la era de Flores.
ReplyDeleteTodavia este amigo de lo ajeno ex-maton mediatico,dice que no hay pruebas contundentes de la corrupcion !
ReplyDeleteHabrase vistos semejante idiotez?
Este desempleado hijo de los iracundos, no por cantante sino por sus escritos lejos de la realidad deberia de empezar a elaborar sus declararaciones para los citatorios que seran expedidos por comparecencia ante unj uez por haber sido parte de la argolla de Casa Presidencial.
Dime Calin, entre nos, cuanto te pagaron por este articulito viciado en menta barata?
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
La corrupción debe combatirse a como de lugar. Antonio Saca hablaba mucho y hacía poco, además de ser un gran exclusivo solo con su "gente". Las cosas tarde o temprano salen a la luz.
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