Hillary Clinton en defensa propia
Por Angeles Mastretta
La nota dice que Hillay Clinton se enfadó cuando un estudiante del Congo le preguntó por la opinión de su marido respecto de no importa qué asunto financiero. Yo apreté el triángulo recostado que abre el video de su respuesta y me puse dichosa. Hillary está vestida de azul, con uno de esos trajes sastres que usa casi siempre y que son prácticos, impasibles, (la moda ni los propone ni les estorba), y a veces elegantes. Da igual. Ya no es joven, nunca tuvo la gran figura, pero siempre tiene una fuerza, una contundencia para responder y un conocimiento de las cosas que a mí me enorgullece mirar.
Desde que llevaba como título primero el de esposa del Presidente de Estados Unidos, ese marido de pito pronto, inteligente y encantador, ella tenía consigo una colección de preguntas y una urgencia de saber que no dependía de su lugar conyugal sino de su propia vocación y talento. Ella era una compañía, pero era mucho más que eso. Era una pareja, pero también un persona libre, dueño de su propia audacia, de su sonrisa, su seriedad y sus pasiones. Creo que por eso tomó el asunto de la novia chupadora y sus secuelas como lo que fue: un tropiezo conyugal que dependía de ella convertir en catástrofe o en un acto de condescendencia amistosa. Después de tantos años y tantos líos, lo menos que puede suceder es que uno sea no sólo cónyuge sino amigo de su cónyuge. Eso había en su tono. Supongo, por supuesto, que ella hubiera preferido no saber cómo calmaba su marido el tedio de la oficina oval, que él le ahorrara semejante escándalo, que hubiera tenido una becaria dispuesta a jugar sin guardarse el vestido para luego producir un lío y sacar a Clinton de la panza de la ballena en que según la Biblia y García Márquez debió decir que estaba metido.
A mí me gusta esa mujer. Y me gusta aún más ésta que vi en el video del Congo. Mientras oye la pregunta tiene puestos los audífonos para escucharla. Al terminar de oírla se los jala de los oídos y le responde a su interlocutor que ella no es un canal de su marido, que si le pregunta a ella su opinión la dará, pero que la Secretaria de Estado es ella, no su marido, y que de ningún modo tiene porque hablar de lo que él piensa. Hay en su mirada más que eso. Hay un no me sigan chingando con el tema de mi marido, me ha costado la vida quitármelo de encima o tenerlo encima sólo cuando se me da la gana, me ha costado quizás la presidencia de mi país, me ha costado más de una sonrisa. ¡No me sigan chingando!
¿Qué quieren que les diga? Me encantó Hillary.
Fuente: Puerto Libre 12/8/2009
La nota dice que Hillay Clinton se enfadó cuando un estudiante del Congo le preguntó por la opinión de su marido respecto de no importa qué asunto financiero. Yo apreté el triángulo recostado que abre el video de su respuesta y me puse dichosa. Hillary está vestida de azul, con uno de esos trajes sastres que usa casi siempre y que son prácticos, impasibles, (la moda ni los propone ni les estorba), y a veces elegantes. Da igual. Ya no es joven, nunca tuvo la gran figura, pero siempre tiene una fuerza, una contundencia para responder y un conocimiento de las cosas que a mí me enorgullece mirar.
Desde que llevaba como título primero el de esposa del Presidente de Estados Unidos, ese marido de pito pronto, inteligente y encantador, ella tenía consigo una colección de preguntas y una urgencia de saber que no dependía de su lugar conyugal sino de su propia vocación y talento. Ella era una compañía, pero era mucho más que eso. Era una pareja, pero también un persona libre, dueño de su propia audacia, de su sonrisa, su seriedad y sus pasiones. Creo que por eso tomó el asunto de la novia chupadora y sus secuelas como lo que fue: un tropiezo conyugal que dependía de ella convertir en catástrofe o en un acto de condescendencia amistosa. Después de tantos años y tantos líos, lo menos que puede suceder es que uno sea no sólo cónyuge sino amigo de su cónyuge. Eso había en su tono. Supongo, por supuesto, que ella hubiera preferido no saber cómo calmaba su marido el tedio de la oficina oval, que él le ahorrara semejante escándalo, que hubiera tenido una becaria dispuesta a jugar sin guardarse el vestido para luego producir un lío y sacar a Clinton de la panza de la ballena en que según la Biblia y García Márquez debió decir que estaba metido.
A mí me gusta esa mujer. Y me gusta aún más ésta que vi en el video del Congo. Mientras oye la pregunta tiene puestos los audífonos para escucharla. Al terminar de oírla se los jala de los oídos y le responde a su interlocutor que ella no es un canal de su marido, que si le pregunta a ella su opinión la dará, pero que la Secretaria de Estado es ella, no su marido, y que de ningún modo tiene porque hablar de lo que él piensa. Hay en su mirada más que eso. Hay un no me sigan chingando con el tema de mi marido, me ha costado la vida quitármelo de encima o tenerlo encima sólo cuando se me da la gana, me ha costado quizás la presidencia de mi país, me ha costado más de una sonrisa. ¡No me sigan chingando!
¿Qué quieren que les diga? Me encantó Hillary.
Fuente: Puerto Libre 12/8/2009
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Mujer
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ReplyDeleteLA BIOGRAFIA DE HILARIA DEJA MUCHO QUE DESEAR!!! NO ES MAS QUE UNA OPORTUNISTA A LA SOMBRA DE SU MARIDO ELLA NO FUERA LO QUE ES SIN SU MARIDO.
ReplyDeleteDIVISORA DEL PARTIDO DEMOCRATICO CUANDO ATACO SIN ETICA A OBAMA!!
DEBEMOS SOPORTARLA!!
Hay que soportarla angel, pues se saco un diez, indicando que es ella misma y no su marido quien hace la politica de Estado.
ReplyDeleteTa gueno ! dirira un mi amigo en San Miguel.
Lo sorprendente es que la traduccion hecha al Ingles no reflejo que se referia a su Marido Bill sino a Obama.
Confuciones que cargan con arrebatos.. pero con ovarios bien puestos !
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.