Los olvidados del golpe
Por José M. Tojeira
Se continúa hablando del golpe de Estado en Honduras. Opiniones diversas, contrapuestas, llenas en el fondo de ideología. Estar con Chávez o estar contra Chávez parece lo fundamental en la discusión. Micheletti o Mel Zelaya son las opciones, las figuras, los símbolos. Uno es muy bueno y el otro es muy malo según las preferencias (Foto: Rodrigo Abd/AP, militares hondureños inspeccionan la frontera mientras civiles se esconden detrás de una casa).
Cuando lo cierto es que ambos han sido políticos corruptos y favorecedores de la corrupción mientras tienen o han tenido poder y posición política.
Sin embargo, esta polarización política ha hecho que se olvide el papel de los factores del golpe: los militares. Es cierto que el golpe lo apoyaron políticos, grupos empresariales, etcétera.
Pero lo dieron los militares. Ellos entraron a punta de rifle en la casa de Mel Zelaya, lo pusieron en un avión y lo trasladaron a Costa Rica. Esos hombres que han jurado defender la Constitución hondureña, y que deben conocerla, y por tanto saber que prohíbe expresamente el destierro de sus ciudadanos, procedieron a desterrar al mandatario.
Y de sobra saben los militares que una orden anticonstitucional no deben cumplirla. Esta situación, descrita muy somera, pero indiscutiblemente debe llevarnos a revisar y replantear una vez más el papel de los ejércitos en Centroamérica. Poco se ha discutido públicamente sobre la utilidad de los ejércitos en nuestro istmo.
La izquierda no se atreve a mencionar el tema por miedo a que se la considere políticamente incorrecta. Y a la derecha le encanta todo lo que signifique poder autoritario, capacidad de amenaza y alianza, en última instancia, con la brutalidad. Una izquierda oportunista y una derecha subdesarrollada han dominado el escaso debate sobre los militares.
La participación de los militares hondureños en la expulsión ilegal del país de un funcionario público, en particular el Presidente de la República, es algo que no debe pasarse por alto.
¿Necesitamos en Centroamérica ejércitos que puedan ser el fiel de la balanza de la democracia? ¿Serán ellos los indicados para decirnos qué es constitucional o qué no lo es? ¿Podrán ellos actuar como último recurso por encima de las leyes, impidiendo el desarrollo de los procedimientos legales ordinarios?
Si antes del golpe en Honduras se podía discutir sobre la conveniencia o no de militares en Centroamérica, hoy creo que la balanza debe inclinarse en la ciudadanía a solicitar la eliminación de los ejércitos en Centroamérica y convertir a estas tierras nuestras en zona de paz. Costa Rica no tiene ejército y cuando sus presidentes han cometido delitos no han necesitado echarlos del país. Los han llevado a juicio y les han puesto las sanciones adecuadas. Eso se llama democracia y civilización, y no entrar rifle en alto en casa de un funcionario público para meterlo a la fuerza en un avión y echarlo del país.
Los ejércitos, o se someten a las leyes y normas democráticas o sobran. En general en nuestros países son ya de por sí un gasto inútil. Compran armas, esperan a que se envejezcan, y luego insisten en comprar más. Y les da envidia el armamento del vecino, como en el caso de Nicaragua, que pretende a pesar de su pobreza comprar más armas porque Honduras tiene mejor fuerza aérea según las palabras expresas del presidente Ortega. Hoy en día pensar en que las armas solucionen problemas en Centroamérica no es más que retroceder en el tiempo. Bastante sangre han derramado los ejércitos, incluido el ejercito nicaragüense cuando se llamaba sandinista, como para que les pasemos por alto su historia de brutalidad.
Si al menos hubiera seguridad de que han aprendido después de tanto tiempo la lección del respeto a las instituciones, a la democracia y a los Derechos Humanos, podríamos pensar en alguna modalidad de supervivencia de las Fuerzas Armadas. Pero en el caso de los Derechos Humanos es evidente que hay un enorme déficit, pues después de nuestras guerras civiles la mayoría de los militares violadores de derechos humanos han permanecido en la impunidad.
Y a esa situación añaden ahora los militares hondureños un nuevo ingrediente: Se asignan el papel de guardianes de la democracia y se saltan la legislación vigente de sus países con la famosa excusa de a mi me mandaron. Militares con poder significa democracia débil, riesgo de brutalidad, gasto inútil, impunidad y corrupción. Y en Honduras se han manifestado como el poder final real.
Pero no sólo en Honduras se produce el mal. No han faltado comentaristas y políticos en nuestros países que al defender el golpe acaban justificando esta capacidad de los militares de convertirse en la última palabra dentro de las débiles democracias en las que vivimos. Incluso algunos políticos de la derecha se han atrevido a decir, en una posición claramente antidemocrática, que esto no era más que un aviso a los políticos de izquierda en el poder. Mejor una Centroamérica sin militares que estar pendiente cada vez que haya una crisis entre las elites de hacia donde se inclina el sable. Porque crisis entre los pobres las hay desde hace tiempo (son permanentes), y pocos son los políticos que se preocupan con seriedad de la situación.
José M. Tojeira es rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
Se continúa hablando del golpe de Estado en Honduras. Opiniones diversas, contrapuestas, llenas en el fondo de ideología. Estar con Chávez o estar contra Chávez parece lo fundamental en la discusión. Micheletti o Mel Zelaya son las opciones, las figuras, los símbolos. Uno es muy bueno y el otro es muy malo según las preferencias (Foto: Rodrigo Abd/AP, militares hondureños inspeccionan la frontera mientras civiles se esconden detrás de una casa).
Cuando lo cierto es que ambos han sido políticos corruptos y favorecedores de la corrupción mientras tienen o han tenido poder y posición política.
Sin embargo, esta polarización política ha hecho que se olvide el papel de los factores del golpe: los militares. Es cierto que el golpe lo apoyaron políticos, grupos empresariales, etcétera.
Pero lo dieron los militares. Ellos entraron a punta de rifle en la casa de Mel Zelaya, lo pusieron en un avión y lo trasladaron a Costa Rica. Esos hombres que han jurado defender la Constitución hondureña, y que deben conocerla, y por tanto saber que prohíbe expresamente el destierro de sus ciudadanos, procedieron a desterrar al mandatario.
Y de sobra saben los militares que una orden anticonstitucional no deben cumplirla. Esta situación, descrita muy somera, pero indiscutiblemente debe llevarnos a revisar y replantear una vez más el papel de los ejércitos en Centroamérica. Poco se ha discutido públicamente sobre la utilidad de los ejércitos en nuestro istmo.
La izquierda no se atreve a mencionar el tema por miedo a que se la considere políticamente incorrecta. Y a la derecha le encanta todo lo que signifique poder autoritario, capacidad de amenaza y alianza, en última instancia, con la brutalidad. Una izquierda oportunista y una derecha subdesarrollada han dominado el escaso debate sobre los militares.
La participación de los militares hondureños en la expulsión ilegal del país de un funcionario público, en particular el Presidente de la República, es algo que no debe pasarse por alto.
¿Necesitamos en Centroamérica ejércitos que puedan ser el fiel de la balanza de la democracia? ¿Serán ellos los indicados para decirnos qué es constitucional o qué no lo es? ¿Podrán ellos actuar como último recurso por encima de las leyes, impidiendo el desarrollo de los procedimientos legales ordinarios?
Si antes del golpe en Honduras se podía discutir sobre la conveniencia o no de militares en Centroamérica, hoy creo que la balanza debe inclinarse en la ciudadanía a solicitar la eliminación de los ejércitos en Centroamérica y convertir a estas tierras nuestras en zona de paz. Costa Rica no tiene ejército y cuando sus presidentes han cometido delitos no han necesitado echarlos del país. Los han llevado a juicio y les han puesto las sanciones adecuadas. Eso se llama democracia y civilización, y no entrar rifle en alto en casa de un funcionario público para meterlo a la fuerza en un avión y echarlo del país.
Los ejércitos, o se someten a las leyes y normas democráticas o sobran. En general en nuestros países son ya de por sí un gasto inútil. Compran armas, esperan a que se envejezcan, y luego insisten en comprar más. Y les da envidia el armamento del vecino, como en el caso de Nicaragua, que pretende a pesar de su pobreza comprar más armas porque Honduras tiene mejor fuerza aérea según las palabras expresas del presidente Ortega. Hoy en día pensar en que las armas solucionen problemas en Centroamérica no es más que retroceder en el tiempo. Bastante sangre han derramado los ejércitos, incluido el ejercito nicaragüense cuando se llamaba sandinista, como para que les pasemos por alto su historia de brutalidad.
Si al menos hubiera seguridad de que han aprendido después de tanto tiempo la lección del respeto a las instituciones, a la democracia y a los Derechos Humanos, podríamos pensar en alguna modalidad de supervivencia de las Fuerzas Armadas. Pero en el caso de los Derechos Humanos es evidente que hay un enorme déficit, pues después de nuestras guerras civiles la mayoría de los militares violadores de derechos humanos han permanecido en la impunidad.
Y a esa situación añaden ahora los militares hondureños un nuevo ingrediente: Se asignan el papel de guardianes de la democracia y se saltan la legislación vigente de sus países con la famosa excusa de a mi me mandaron. Militares con poder significa democracia débil, riesgo de brutalidad, gasto inútil, impunidad y corrupción. Y en Honduras se han manifestado como el poder final real.
Pero no sólo en Honduras se produce el mal. No han faltado comentaristas y políticos en nuestros países que al defender el golpe acaban justificando esta capacidad de los militares de convertirse en la última palabra dentro de las débiles democracias en las que vivimos. Incluso algunos políticos de la derecha se han atrevido a decir, en una posición claramente antidemocrática, que esto no era más que un aviso a los políticos de izquierda en el poder. Mejor una Centroamérica sin militares que estar pendiente cada vez que haya una crisis entre las elites de hacia donde se inclina el sable. Porque crisis entre los pobres las hay desde hace tiempo (son permanentes), y pocos son los políticos que se preocupan con seriedad de la situación.
José M. Tojeira es rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas
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Latinoamerica
Aquí se ve la ignorancia, y el partidismo hipócrita de Tojeira:
ReplyDelete"después de nuestras guerras civiles la mayoría de los militares violadores de derechos humanos han permanecido en la impunidad."
A los violadores se les dió amnistía, señor Rector. Así que no están impunes: han sido perdonados por la ley. Ud., como teólogo, debería saber la diferencia.
Ahora, si han recibido perdón divino, solo Dios lo sabe, pués depende si los perpretadores le piden perdón a Dios, y a sus víctimas. Pero eso no tiene que ver con la ley terrenal.
El abrir juicios, empezaría la guerra otra vez; y eso sería peor!
LA POLITICA NI LA DEMOCRACIA ES CUESTION DE BIEN O MAL!!
ReplyDeleteLA ABERRANTE IDEA QUE SEAN LOS EJERCITOS LOS ULTIMOS EN DECIDIR QUIEN DEBE GOBERNAR O NO DEJA LOS PELOS DE PUNTA HELADA EL ALMA!!
LA DERECHA DEBE LEER DE NUEVO LA CATEQUESIS DE LA DEMOCRACIA ELLOS DICEN DE CREER EN ELLA PERO CREER ES ACCION Y ELLOS HACEN TODO LO CONTRARIO, LA INTRANSIGENCIA, EL SER POSESIVO LA PREPOTENCIA DE COMO ACTUAN EMPUJA A LA GENTE EN NO CREER MAS EN ELLOS PARA QUE LA DERECHA SE RECUPERE DE ESTE DESASTRE DE ESTA TRAMPA QUE ELLOS SOLOS SE TENDIERON DEBEN PASAR AL MENOS MEDIO SIGLO!!
El comentario de la persona de las 4:28 de este dia, que se contradice en su escrito ya es punto muerto.
ReplyDeleteUSTED DEFIENDE EL GOLPE EN HONDURAS SENOR O SEÑORA !
Habla de que el perdon humano no es el perdon de Dios o viceversa?
NO REZAS EL PADRE NUESTRO: PERDONANOS ASI COMO TAMBIEN PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN.
DIOS PERDONA EN LA MEDIDA QUE OFENDEMOS Y PERDONAMOS ASI ES QUE NO EXISTE DIVISION ENTRE LO DIVINO Y LO HUMANO, ES UN CONJUNTO DE ACTITUD !
NO SABES DE TEOLOGIA !
Increible!
Usted es del partido del arenismo decadente, no se esconda !
No critique sin ver mas alla de la punta de su nariz!
Es imposible creer que arnenazis como usted todavia defienden a los verdugos y asesinos de ciudadanos mutilados por el simple hecho de elegir mejor vida de ciudadanos!
Inconcebible !
Llamar a un rector de la Universidad mas reconocida en Centroamerica un hipocrita ES DEFENDER A LOS ASESINOS DE LOS JESUITAS Y USTED ES DE LOS MISMOS QUE SE INSPIRA EN TAL ASESINATO !
QUE BAJEZA MAS HORRIBLE !
SOLAMENTE UNA MENTE FRIA, DESCABELLADA E INERTE PUEDE PRODUCIR SEMEJANTE OPINION SEÑOR DE LAS 4:28.
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
Los olvidos de Tojeira
ReplyDeleteTojeira quiere que en nuestra interpretación de la crisis hondureña obviemos a los verdaderos responsables del golpe: al imperio y a la oligarquía cipaya. Y nos pone en primer plano al "malo", al INSTRUMENTO, al ejército. Eso es igual a que condenemos al cuchillo sangriento olvidándonos del asesino que lo usó. Ningún ejército da golpe de estado sin el mandato de ese poder real: la burguesía (o parte de ella) y el imperio. Y lo hacen siempre que han visto amenazados sus intereses por parte de un gobierno que no es de ellos o que se apartó de ellos.
Tampoco menciona a los otros dedos de la mano golpista, que son también instrumentos del sistema oligárquico: los poderes estatales dirigidos por los partidos de la derecha, los dueños de los medios de comunicación, los "analistas" a sueldo y los altos jerarcas eclesiales.
Y esa descontextualización no es ingenua, pues comienza reclamándonos que cuando analizamos el golpe, nuestras opiniones están "llenas de ideología... con Chavez o contra Chávez". "O con Micheletti o con Zelaya"... y aquí viene su otro resbalón "neutralista": "ambos políticos corruptos y favorecedores de la corrupción mientras tienen o han tenido poder y posición política". O sea que Zelaya está bien derrocado, lo malo es que lo hicieron los militares. Punto. No va más allá.
E insiste en su "neutralismo", cuando dice que por andar de ideológicos y no analizamos a los militares, lo que tenemos en nuestros países es "una izquierda oportunista y una derecha subdesarrollada". Para Tojeira los militares son los antidemocráticos. Y cuando dice eso, ténganlo por seguro que está poniendo a la par al asesino gorila de Romeo Vásquez y al comandante Hugo Chávez. Sin embargo, conociendo el giro que tuvo Tojeira hace unos 5 o 6 años, si le pidiéramos que compare a estos dos personajes, él perdonaría a Vásquez y la arremetería contra Chávez.
Así son los análisis del "padre Tojeira" de ahora. Para las elecciones presidenciales del 2004, en las que compitieron el derechista Antonio Saca (del partido de los escuadrones de la muerte, ARENA) y Schafik Handal (de la ex-guerrilla FMLN), en el fragor de la campaña electoral a Tojeira le preguntaron que cuál era el hombre de su simpatía y él respondió más o menos así: "de lo que estoy seguro es que yo no votaría por alguien que fue guerrillero". Eso dejó la clara sensación de que entonces Tojeira votaría por Saca, el representante del partido fundado por el jefe de los escuadrones de la muerte Roberto D´Aubuisson, quien en 1980 asesinó a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, y por el mismo partido de Alfredo Cristiani, quien durante la ofensiva de noviembre de 1989 ordenó el asesinato en la Universidad Centroamericana (UCA) de 6 sacerdotes jesuitas -hermanos de Tojeira- y a dos de sus empleadas.
Lo que dice Tojeira sobre los militares hondureños todo mundo lo sabe y más los hondureños que están siendo diariamente reprimidos. Pero el objetivo de Tojeira es que no culpemos del golpe a la oligarquía ni al imperio, porque ellos son buenos... los malos son los militares.
Saludos
Ricardo Ramírez