Las plantaciones de monocultivos no son bosques
Por Ana María Vásquez
En el marco del día mundial de lucha contra los monocultivos y la campaña internacional las plantaciones de árboles no son bosques, CESTA Amigos de la Tierra presentó este 21 de septiembre una actualización sobre monocultivos, agrocombustibles y sus impactos en la región centroamericana.
Las plantaciones de monocultivos a gran escala se están extendiendo prácticamente en toda la región, estos cultivos ya sean para madera, aceite, combustibles u otros traen consigo grandes impactos sociales y ambientales que afecta a las comunidades locales y profundiza la problemática ambiental.
Las plantaciones a gran escala se caracterizan por ocupar grandes extensiones de tierra con una sola especie, uso de agroquímicos en forma intensiva, uso de agua en grandes cantidades y desplazamiento de comunidades.
Los planes de expansión de plantaciones de monocultivo como la caña de azúcar en El Salvador y la palma aceitera en Guatemala, están amenazando con ocupar más territorio que por ahora se destina a la producción de granos básicos o son bosques; por ejemplo, actualmente en el 6% de territorio salvadoreño se cultiva caña de azúcar pero hay proyecciones de duplicar esa producción, uno de los incentivos es para la producción de etanol. En el caso de Guatemala actualmente la caña de azúcar ocupa el 11% y la palma el 7.4%.del territorio destinado a la producción agrícola y en Nicaragua según la Política Nacional de Agroenergía tiene un potencial de cultivo de caña de azúcar de 200,000 hectáreas, un aumento en la producción del 74% con respecto al 2007.
La producción de monocultivos amenaza con una mayor concentración de la tierra en la región centroamericana, a través de la utilización de leyes nacionales como la promovida por el gobierno de Honduras: Ley de Modernización Agrícola o la de El Salvador con el proyecto de Ley de Arrendamiento de Tierras, se está facilitando al agronegocio apropiarse de tierras de campesinos e indígenas. Por ejemplo en El Valle del Aguan en Honduras, está Ley ha proporcionado que terratenientes como Los Facusse se apropien de tierras dadas a los campesinos con la reforma agraria, para cultivar palma aceitera.
Centroamérica está jugando un papel estratégico como productor, almacenador y procesador de agrocombustibles, principalmente para la exportación a terceros mercados, fundamentalmente el norteamericano y el europeo, en alianza con los sectores más conservadores del capital criollo, que se han beneficiado siempre del agronegocio.
La producción de monocultivos trae más inseguridad alimentaria, ya que una gran parte de las tierras utilizadas para la siembra de granos como maíz, trigo, frijol, soja, se están destinando a la producción de monocultivos entre otros para la generación de agrocombustibles, es decir se están desplazando prácticas agrícolas tradicionales que garantizaban el consumo en las economías campesinas. En Guatemala se importó para el consumo el 80.4% del trigo, 22.2 del maíz, 22.7% del arroz, el 25.9% de frijol y en el caso de El Salvador importó de lo que se consume el 67% de arroz, el 33% de maíz y el 19% de frijol.
Por otro lado las plantaciones de monocultivos traen más contaminación ambiental: La producción de agrocombustibles no reducen la emisión de dióxido de carbono CO2; porque se realiza un proceso de deforestación, depredando y desapareciendo superficies ricas en biodiversidad, desplazando a los habitantes de las comunidades, agotando el recurso agua, deforestando, contaminando mantos freáticos por los efluentes y por los agroquímicos (principal fuente de emisiones de óxidos nitrosos);
En este contexto, CESTA Amigos de la Tierra quiere alertar sobre los engaños de las plantaciones de monocultivos y del potencial riesgo ante la inminente entrada a la región de los agrocombustibles y hacer un llamado urgente al gobierno para asegurar:
En el marco del día mundial de lucha contra los monocultivos y la campaña internacional las plantaciones de árboles no son bosques, CESTA Amigos de la Tierra presentó este 21 de septiembre una actualización sobre monocultivos, agrocombustibles y sus impactos en la región centroamericana.
Las plantaciones de monocultivos a gran escala se están extendiendo prácticamente en toda la región, estos cultivos ya sean para madera, aceite, combustibles u otros traen consigo grandes impactos sociales y ambientales que afecta a las comunidades locales y profundiza la problemática ambiental.
Las plantaciones a gran escala se caracterizan por ocupar grandes extensiones de tierra con una sola especie, uso de agroquímicos en forma intensiva, uso de agua en grandes cantidades y desplazamiento de comunidades.
Los planes de expansión de plantaciones de monocultivo como la caña de azúcar en El Salvador y la palma aceitera en Guatemala, están amenazando con ocupar más territorio que por ahora se destina a la producción de granos básicos o son bosques; por ejemplo, actualmente en el 6% de territorio salvadoreño se cultiva caña de azúcar pero hay proyecciones de duplicar esa producción, uno de los incentivos es para la producción de etanol. En el caso de Guatemala actualmente la caña de azúcar ocupa el 11% y la palma el 7.4%.del territorio destinado a la producción agrícola y en Nicaragua según la Política Nacional de Agroenergía tiene un potencial de cultivo de caña de azúcar de 200,000 hectáreas, un aumento en la producción del 74% con respecto al 2007.
La producción de monocultivos amenaza con una mayor concentración de la tierra en la región centroamericana, a través de la utilización de leyes nacionales como la promovida por el gobierno de Honduras: Ley de Modernización Agrícola o la de El Salvador con el proyecto de Ley de Arrendamiento de Tierras, se está facilitando al agronegocio apropiarse de tierras de campesinos e indígenas. Por ejemplo en El Valle del Aguan en Honduras, está Ley ha proporcionado que terratenientes como Los Facusse se apropien de tierras dadas a los campesinos con la reforma agraria, para cultivar palma aceitera.
Centroamérica está jugando un papel estratégico como productor, almacenador y procesador de agrocombustibles, principalmente para la exportación a terceros mercados, fundamentalmente el norteamericano y el europeo, en alianza con los sectores más conservadores del capital criollo, que se han beneficiado siempre del agronegocio.
La producción de monocultivos trae más inseguridad alimentaria, ya que una gran parte de las tierras utilizadas para la siembra de granos como maíz, trigo, frijol, soja, se están destinando a la producción de monocultivos entre otros para la generación de agrocombustibles, es decir se están desplazando prácticas agrícolas tradicionales que garantizaban el consumo en las economías campesinas. En Guatemala se importó para el consumo el 80.4% del trigo, 22.2 del maíz, 22.7% del arroz, el 25.9% de frijol y en el caso de El Salvador importó de lo que se consume el 67% de arroz, el 33% de maíz y el 19% de frijol.
Por otro lado las plantaciones de monocultivos traen más contaminación ambiental: La producción de agrocombustibles no reducen la emisión de dióxido de carbono CO2; porque se realiza un proceso de deforestación, depredando y desapareciendo superficies ricas en biodiversidad, desplazando a los habitantes de las comunidades, agotando el recurso agua, deforestando, contaminando mantos freáticos por los efluentes y por los agroquímicos (principal fuente de emisiones de óxidos nitrosos);
En este contexto, CESTA Amigos de la Tierra quiere alertar sobre los engaños de las plantaciones de monocultivos y del potencial riesgo ante la inminente entrada a la región de los agrocombustibles y hacer un llamado urgente al gobierno para asegurar:
- La Soberanía energética
La Soberanía hídrica
La Soberanía Alimentaria
Garantizar el derecho a la tierra de las comunidades campesinas
Enviado por CESTA Amigos de la Tierra
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Medio Ambiente
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