¡Música, Maestro!
Por José Manuel Ortiz Benítez
“Este muchacho tiene una veta especial. Será el futuro tubista de la Orquesta Sinfónica de El Salvador" habría dicho el maestro del Centro Nacional de Artes (CENAR), el Sr. Eugenio de Jesús López (Foto EDH, Ezequiel de 14 años de edad).
Un año después, sin apenas cumplir los 15 años de edad, José Ezequiel Cruz Villegas, caía abatido en el asfalto de la autopista San Salvador-Comalapa, a la altura del kilómetro 35.
El médico forense que examinó el cadáver de Ezequiel no encontró la enorme veta musical que aquel muchacho llevaba en su interior. En su lugar, encontró 25 orificios de entrada y salida en la espalda, la cabeza, los brazos, el pecho y el tórax, de un calibre semiautomático, que le arrebataron la vida de manera instantánea.
José Ezequiel Cruz Villegas hacía bramar La Tuba –el mayor de los instrumentos de viento-metal– como nadie. Forzaba y desgranaba del encorvado metal los alaridos y desparpajos más armoniosos. “Era sencillamente una promesa nacional” dice, apenado, el Sr. de Jesús López.
Una confusión, en un ambiente desfavorable y hostil controlado por las temibles guerrillas urbanas, le arrebató la vida el martes 20 de octubre de 2009, sobre las dos de la tarde, mientras Ezequiel salía tranquilamente del Centro Escolar de San Luis Talpa, donde cursaba el octavo grado.
“Este muchacho tiene una veta especial” habría dicho, en la Navidad de 1978, doña Alfonsina Barraza Vda. de Alvarenga, maestra de música y madre de aquel legendario portero conocido como Mauricio “Tarzán” Alvarenga, en la ciudad de Santa Ana, al occidente de El Salvador.
A diferencia de Ezequiel, aquel muchacho de Santa Ana salvó el pellejo en medio de una terrible guerra y en 1981, cuando tenía la misma edad que Ezequiel, enrolló su petate y se fue con su familia a Guatemala para realizar estudios avanzados de piano.
De Guatemala, saltó al estado de Texas, EE.UU. donde arrasó con todos los premios académicos que ofrecían las Facultades de Música de las universidades de Belmont y Baylor.
El muchacho de Santa Ana se ha hecho mayor. Actualmente es un buen cuarentón, esposo de una tejana y padre de familia de dos bellas gemelas de 7 años, que habla de la música como algo personal.
El maestro Carlos Colón-Quintana, original de Chalchuapa (Santa Ana), el pueblo del Agua de Jade, no es un maestro cualquiera, sino un compositor de fondo que compone melodías para enderezar las conciencias y reavivar las memorias colectivas que poco a poco el tiempo en su pasar ha ido torciendo y descomponiendo.
A finales de 2007, el maestro Colón-Quintana terminó la obra Las Lamentaciones de Rufina Amaya, en honor al dolor y la memoria de El Mozote y, en la primavera de 2008, juntó a unos muchachos de entre 8 y 15 años para ejecutarla en vivo y en directo en la Biblioteca Armstrong-Browning de la Universidad de Baylor, delante de centenares de espectadores, totalmente ajenos a aquella matanza, que exterminó a cientos de niños, mujeres y ancianos salvadoreños indefensos, cuya autoría a fecha de hoy aun permanece impune.
Gracias a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Salvadoreños en el Mundo, el coro y la orquesta de la “Ópera de El Salvador” (OPES) y al esfuerzo personal del maestro Colón-Quintana, Las Lamentaciones de Rufina Amaya se estrenará, gratuitamente y por primera vez en suelo cuzcatleco, el 6 de noviembre de 2009 a las 5:30 de la tarde en el Auditorio Ignacio Ellacuría de la UCA, en San Salvador.
En su corta vida, la obra se ha presentado en distintos rincones de Estados Unidos, Cuba, Argentina, y tiene varias solicitudes para ser presentada en Europa (España, Bélgica, Austria).
Las Lamentaciones de Rufina Amaya es una extraordinaria exclamación musical que nunca podrá escuchar Ezequiel, esa inocente promesa nacional abatida a tiros por confusión de sus verdugos. A él, Colon-Quintana le ha honrado, de maestro a maestro, con una canción y una dedicatoria que reza: “In Memoriam de José Ezequiel Cruz (1995-2009 ). Músico, descansa en paz y que Dios te guarde en su regazo.”
Dentro de 200 años, nadie se acordará de Ezequiel. Sin embargo, a aquel otro muchacho que salió huyendo de Santa Ana bajo la lluvia de aquella Semana Santa del año 1981, tal vez, se le recuerde como el célebre maestro que un día se atrevió a poner música y letra a uno de los episodios más negros y espantosos de nuestra historia.
Este viernes, 800 almas salvadoreñas tendrán la oportunidad de presenciar una inquietante obra maestra y exclamar a los 4 vientos: ¡Música, Maestro!
Otros artículos de este autor AQUÍ - José Manuel Ortiz Benítez es miembro de Salvadoreños en el Mundo
“Este muchacho tiene una veta especial. Será el futuro tubista de la Orquesta Sinfónica de El Salvador" habría dicho el maestro del Centro Nacional de Artes (CENAR), el Sr. Eugenio de Jesús López (Foto EDH, Ezequiel de 14 años de edad).
Un año después, sin apenas cumplir los 15 años de edad, José Ezequiel Cruz Villegas, caía abatido en el asfalto de la autopista San Salvador-Comalapa, a la altura del kilómetro 35.
El médico forense que examinó el cadáver de Ezequiel no encontró la enorme veta musical que aquel muchacho llevaba en su interior. En su lugar, encontró 25 orificios de entrada y salida en la espalda, la cabeza, los brazos, el pecho y el tórax, de un calibre semiautomático, que le arrebataron la vida de manera instantánea.
José Ezequiel Cruz Villegas hacía bramar La Tuba –el mayor de los instrumentos de viento-metal– como nadie. Forzaba y desgranaba del encorvado metal los alaridos y desparpajos más armoniosos. “Era sencillamente una promesa nacional” dice, apenado, el Sr. de Jesús López.
Una confusión, en un ambiente desfavorable y hostil controlado por las temibles guerrillas urbanas, le arrebató la vida el martes 20 de octubre de 2009, sobre las dos de la tarde, mientras Ezequiel salía tranquilamente del Centro Escolar de San Luis Talpa, donde cursaba el octavo grado.
“Este muchacho tiene una veta especial” habría dicho, en la Navidad de 1978, doña Alfonsina Barraza Vda. de Alvarenga, maestra de música y madre de aquel legendario portero conocido como Mauricio “Tarzán” Alvarenga, en la ciudad de Santa Ana, al occidente de El Salvador.
A diferencia de Ezequiel, aquel muchacho de Santa Ana salvó el pellejo en medio de una terrible guerra y en 1981, cuando tenía la misma edad que Ezequiel, enrolló su petate y se fue con su familia a Guatemala para realizar estudios avanzados de piano.
De Guatemala, saltó al estado de Texas, EE.UU. donde arrasó con todos los premios académicos que ofrecían las Facultades de Música de las universidades de Belmont y Baylor.
El muchacho de Santa Ana se ha hecho mayor. Actualmente es un buen cuarentón, esposo de una tejana y padre de familia de dos bellas gemelas de 7 años, que habla de la música como algo personal.
El maestro Carlos Colón-Quintana, original de Chalchuapa (Santa Ana), el pueblo del Agua de Jade, no es un maestro cualquiera, sino un compositor de fondo que compone melodías para enderezar las conciencias y reavivar las memorias colectivas que poco a poco el tiempo en su pasar ha ido torciendo y descomponiendo.
A finales de 2007, el maestro Colón-Quintana terminó la obra Las Lamentaciones de Rufina Amaya, en honor al dolor y la memoria de El Mozote y, en la primavera de 2008, juntó a unos muchachos de entre 8 y 15 años para ejecutarla en vivo y en directo en la Biblioteca Armstrong-Browning de la Universidad de Baylor, delante de centenares de espectadores, totalmente ajenos a aquella matanza, que exterminó a cientos de niños, mujeres y ancianos salvadoreños indefensos, cuya autoría a fecha de hoy aun permanece impune.
Gracias a la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), Salvadoreños en el Mundo, el coro y la orquesta de la “Ópera de El Salvador” (OPES) y al esfuerzo personal del maestro Colón-Quintana, Las Lamentaciones de Rufina Amaya se estrenará, gratuitamente y por primera vez en suelo cuzcatleco, el 6 de noviembre de 2009 a las 5:30 de la tarde en el Auditorio Ignacio Ellacuría de la UCA, en San Salvador.
En su corta vida, la obra se ha presentado en distintos rincones de Estados Unidos, Cuba, Argentina, y tiene varias solicitudes para ser presentada en Europa (España, Bélgica, Austria).
Las Lamentaciones de Rufina Amaya es una extraordinaria exclamación musical que nunca podrá escuchar Ezequiel, esa inocente promesa nacional abatida a tiros por confusión de sus verdugos. A él, Colon-Quintana le ha honrado, de maestro a maestro, con una canción y una dedicatoria que reza: “In Memoriam de José Ezequiel Cruz (1995-2009 ). Músico, descansa en paz y que Dios te guarde en su regazo.”
Dentro de 200 años, nadie se acordará de Ezequiel. Sin embargo, a aquel otro muchacho que salió huyendo de Santa Ana bajo la lluvia de aquella Semana Santa del año 1981, tal vez, se le recuerde como el célebre maestro que un día se atrevió a poner música y letra a uno de los episodios más negros y espantosos de nuestra historia.
Este viernes, 800 almas salvadoreñas tendrán la oportunidad de presenciar una inquietante obra maestra y exclamar a los 4 vientos: ¡Música, Maestro!
Otros artículos de este autor AQUÍ - José Manuel Ortiz Benítez es miembro de Salvadoreños en el Mundo
Ortiz,
ReplyDeleteUsted que toma de desayuno por las mañanas??
Gracias por la columna, es como una nota musical para los que amamos la lectura.
Andres Pardo
La musica nos hara libre, pero la violencia nos matara
ReplyDeleteEs una mala noticia para ese muchacho y su familia. Las maras nos van a matar a todos.
ReplyDeleteASI ES SENORES!! SON LOS MISMOS QUE PERPETRARON LAS MASACRES EN LOS ANOS 80'S LOS CULPABLES DE LLEVAR LUTO A TODAS LAS FAMLIAS SALVADORENAS HOY EN DIA!!
ReplyDeleteLA PEOR MARA SE LLAMA COENA Y SU JEFE DE CLICA CRISTIANI SU FUNDADOR Y ASESINO DABUISON FUE EL PRIMER MARERO EL PRIMER ASESINO INSPIRADO EN OTRO ANTERIOR LLAMADO MAXIMILIANO MARTINEZ ESTE RIFABA LA M.M.M.M. LA MARA MILITAR MAS MIERDA!!
NO ES CUESTION DE LO BICHOS MACHETEROS ESTO ES SOLO UNA CORTINA DE HUMO QUE LANZO ARENA PARA DESVIAR LA ATENCION DE LA POBLACION A SUS DIVISIONES INTESTINALES INTERNAS!
MIENTRAS ELLOS PASABAN MILLONES DE TONELADAS DE DROGAS CON EL AUSPICIO DE URIBE Y LOS ZETAS DEL MEXICO!!
LES CONVENIA TENER A LA POBLACION ADORMENTADA CON EL PROBLEMA DE LAS PANDILLAS!!
PERO SE LES ACABO LA FIESTA A ESTOS SENORES ARENEROS LA SANGRE DE LAS VICTIMAS RECLAMA JUSTICIA AL "PRESIDENTE DE LA PAZ" LA PAZ PERO DE LOS CEMENTERIOS A DONDE A LLEVADO LA SOCIEDAD DE SALVADORENOS!
LAS MARAS SON UN FENOMENO NO MENOS IMPORTANTE PERO LA MARA MAS PELIGROSA ES LA DEL COENA!!
A ELLOS ENCERRAD!!
Benitez,
ReplyDeleteNuevamente te felicito por el paralelismo entre la muerte y la esperanza personificados en las personas de Ezequiel y el maestro Carlos Quintana.
Ezequiel ha muerto, mientras que el maestro Quintana vive y le regala al pais una hermosa obra.
La frase Música Maestro es el cierre con broche de oro.
Felicitaciones.
Dos grandes perdidas de vida de paisanos que alegremente adornan ahora la presencia indeleble de la Historia Salvadorena.
ReplyDeleteRufina y Ezequiel son la expresion mas sensible de la voz Salvadorena que clama en el desierto.
Sin duda alguna ese concierto sera un retumbo sonoro de nuestras voces !
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
Este audio se trata de una llamada que hizo una nina al 911 en El Salvador. Se advierte discrecion, es fuerte, pero es la realidad que no podemos ocultar de nuestro pais. Lo comparto con ustedes con mucha pena. Por favor compartanlo para que no olvidemos que tenemos una gran tarea por resolver.
ReplyDeleteElmer Palma
"Una confusión, en un ambiente desfavorable y hostil controlado por las temibles guerrillas urbanas, le arrebató la vida..."
ReplyDeleteYO QUIERO PREGUNTARLE BENITEZ:
CUÁLES GUERRILLAS URBANAS?
USTED SIGUE ALUCINANDO?
SALUDOS!
¿Cuales guerrillas urbanas??
ReplyDeletelas maras, cuales sino pues.