Derecho a réplica ¿Para quién es útil la muerte de Orlando Zapata?
¿Para quién la muerte es útil?
Por Enrique Ubieta Gómez
La absoluta carencia de mártires que padece la contrarrevolución cubana, es proporcional a su falta de escrúpulos. Es difícil morirse en Cuba, no ya porque las expectativas de vida sean las del Primer Mundo -nadie muere de hambre, pese a la carencia de recursos, ni de enfermedades curables-, sino porque impera la ley y el honor. Los mercenarios cubanos pueden ser detenidos y juzgados según leyes vigentes -en ningún país pueden violarse las leyes: recibir dinero y colaborar con la embajada de un país considerado como enemigo en Estados Unidos, por ejemplo, puede acarrear severas sanciones de privación de libertad-, pero ellos saben que en Cuba nadie desaparece, ni es asesinado por la policía. No existen “oscuros rincones” para interrogatorios “no convencionales” a presos-desaparecidos, como los de Guantánamo o Abu Ghraib. Por demás, uno entrega su vida por un ideal que prioriza la felicidad de los demás, no por uno que prioriza la propia.
Por Enrique Ubieta Gómez
La absoluta carencia de mártires que padece la contrarrevolución cubana, es proporcional a su falta de escrúpulos. Es difícil morirse en Cuba, no ya porque las expectativas de vida sean las del Primer Mundo -nadie muere de hambre, pese a la carencia de recursos, ni de enfermedades curables-, sino porque impera la ley y el honor. Los mercenarios cubanos pueden ser detenidos y juzgados según leyes vigentes -en ningún país pueden violarse las leyes: recibir dinero y colaborar con la embajada de un país considerado como enemigo en Estados Unidos, por ejemplo, puede acarrear severas sanciones de privación de libertad-, pero ellos saben que en Cuba nadie desaparece, ni es asesinado por la policía. No existen “oscuros rincones” para interrogatorios “no convencionales” a presos-desaparecidos, como los de Guantánamo o Abu Ghraib. Por demás, uno entrega su vida por un ideal que prioriza la felicidad de los demás, no por uno que prioriza la propia.
En las últimas horas, sin embargo, algunas agencias de prensa y gobiernos se han apresurado en condenar a Cuba por la muerte en prisión, el pasado 23 de febrero, del cubano Orlando Zapata Tamayo. Toda muerte es dolorosa y lamentable. Pero el eco mediático se tiñe esta vez de entusiasmo: al fin -parecen decir-, aparece un “héroe”. Por ello se impone explicar brevemente, sin calificativos innecesarios, quien fue Zapata Tamayo. Pese a todos los maquillajes, se trata de un preso común que inició su actividad delictiva en 1988. Procesado por los delitos de “violación de domicilio” (1993), “lesiones menos graves” (2000), “estafa” (2000), “lesiones y tenencia de arma blanca” (2000: heridas y fractura lineal de cráneo al ciudadano Leonardo Simón, con el empleo de un machete), “alteración del orden” y “desórdenes públicos” (2002), entre otras causas en nada vinculadas a la política, fue liberado bajo fianza el 9 de marzo de 2003 y volvió a delinquir el 20 del propio mes. Dados sus antecedentes y condición penal, fue condenado esta vez a 3 años de cárcel, pero la sentencia inicial se amplió de forma considerable en los años siguientes por su conducta agresiva en prisión.
En la lista de los llamados presos políticos elaborada para condenar a Cuba en 2003 por la manipulada y extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, no aparece su nombre -como afirma, sin verificar las fuentes y los hechos, la agencia española EFE-, a pesar de que su última detención coincide en el tiempo con la de aquellos. De haber existido una intencionalidad política previa, no hubiese sido liberado once días antes. Ávidos de enrolar a la mayor cantidad posible de supuestos o reales correligionarios en las filas de la contrarrevolución, por una parte, y convencido por la otra de las ventajas materiales que entrañaba una “militancia” amamantada por embajadas extranjeras, Zapata Tamayo adoptó el perfil “político” cuando ya su biografía penal era extensa.
En el nuevo papel fue estimulado una y otra vez por sus mentores políticos a iniciar huelgas de hambre que minaron definitivamente su organismo. La medicina cubana lo acompañó. En las diferentes instituciones hospitalarias donde fue tratado existen especialistas muy calificados -a los que se agregaron consultantes de diferentes centros-, que no escatimaron recursos en su tratamiento. Recibió alimentación por vía parenteral. La familia fue informada de cada paso. Su vida se prolongó durante días por respiración artificial. De todo lo dicho existen pruebas documentales.
Pero hay preguntas sin responder, que no son médicas. ¿Quiénes y por qué estimularon a Zapata a mantener una actitud que ya era evidentemente suicida? ¿A quién le convenía su muerte? El desenlace fatal regocija íntimamente a los hipócritas “dolientes”. Zapata era el candidato perfecto: un hombre “prescindible” para los enemigos de la Revolución, y fácil de convencer para que persistiera en un empeño absurdo, de imposibles demandas (televisión, cocina y teléfono personales en la celda) que ninguno de los cabecillas reales tuvo la valentía de mantener. Cada huelga anterior de los instigadores había sido anunciada como una probable muerte, pero aquellos huelguistas siempre desistían antes de que se produjesen incidentes irreversibles de salud. Instigado y alentado a proseguir hasta la muerte -esos mercenarios se frotaban las manos con esa expectativa, pese a los esfuerzos no escatimados de los médicos-, su nombre es ahora exhibido con cinismo como trofeo colectivo.
Como buitres estaban algunos medios -los mercenarios del patio y la derecha internacional-, merodeando en torno al moribundo. Su deceso es un festín. Asquea el espectáculo. Porque los que escriben no se conduelen de la muerte de un ser humano -en un país sin muertes extrajudiciales-, sino que la enarbolan casi con alegría, y la utilizan con premeditados fines políticos. Zapata Tamayo fue manipulado y de cierta forma conducido a la autodestrucción premeditadamente, para satisfacer necesidades políticas ajenas. ¿Acaso esto no es una acusación contra quienes ahora se apropian de su “causa”? Este caso, es consecuencia directa de la asesina política contra Cuba, que estimula a la emigración ilegal, al desacato y a la violación de las leyes y el orden establecidos. Allí está la única causa de esa muerte indeseable.
Pero, ¿por qué hay gobiernos que se unen a la campaña difamatoria, si saben -porque lo saben-, que en Cuba no se ejecuta, ni se tortura, ni se emplean métodos extrajudiciales? En cualquier país europeo pueden hallarse casos -a veces, francas violaciones de principios éticos-, no tan bien atendidos como el nuestro. Algunos, como aquellos irlandeses que luchaban por su independencia en los años ochenta, murieron en medio de la indiferencia total de los políticos. ¿Por qué hay gobernantes que eluden la denuncia explícita del injusto confinamiento que sufren cinco cubanos en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo, y se apresuran en condenar a Cuba si la presión mediática pone en peligro su imagen política? Ya Cuba lo dijo una vez: podemos enviarles a todos los mercenarios y sus familias, pero que nos devuelvan a nuestros héroes. Nunca podrá usarse el chantaje político contra la Revolución cubana.
Esperamos que los adversarios imperiales sepan que nuestra Patria no podrá ser jamás intimidada, doblegada, ni apartada de su heroico y digno camino por las agresiones, la mentira y la infamia.
Enrique Ubieta Gómez es investigador y ensayista cubano
En la lista de los llamados presos políticos elaborada para condenar a Cuba en 2003 por la manipulada y extinta Comisión de Derechos Humanos de la ONU, no aparece su nombre -como afirma, sin verificar las fuentes y los hechos, la agencia española EFE-, a pesar de que su última detención coincide en el tiempo con la de aquellos. De haber existido una intencionalidad política previa, no hubiese sido liberado once días antes. Ávidos de enrolar a la mayor cantidad posible de supuestos o reales correligionarios en las filas de la contrarrevolución, por una parte, y convencido por la otra de las ventajas materiales que entrañaba una “militancia” amamantada por embajadas extranjeras, Zapata Tamayo adoptó el perfil “político” cuando ya su biografía penal era extensa.
En el nuevo papel fue estimulado una y otra vez por sus mentores políticos a iniciar huelgas de hambre que minaron definitivamente su organismo. La medicina cubana lo acompañó. En las diferentes instituciones hospitalarias donde fue tratado existen especialistas muy calificados -a los que se agregaron consultantes de diferentes centros-, que no escatimaron recursos en su tratamiento. Recibió alimentación por vía parenteral. La familia fue informada de cada paso. Su vida se prolongó durante días por respiración artificial. De todo lo dicho existen pruebas documentales.
Pero hay preguntas sin responder, que no son médicas. ¿Quiénes y por qué estimularon a Zapata a mantener una actitud que ya era evidentemente suicida? ¿A quién le convenía su muerte? El desenlace fatal regocija íntimamente a los hipócritas “dolientes”. Zapata era el candidato perfecto: un hombre “prescindible” para los enemigos de la Revolución, y fácil de convencer para que persistiera en un empeño absurdo, de imposibles demandas (televisión, cocina y teléfono personales en la celda) que ninguno de los cabecillas reales tuvo la valentía de mantener. Cada huelga anterior de los instigadores había sido anunciada como una probable muerte, pero aquellos huelguistas siempre desistían antes de que se produjesen incidentes irreversibles de salud. Instigado y alentado a proseguir hasta la muerte -esos mercenarios se frotaban las manos con esa expectativa, pese a los esfuerzos no escatimados de los médicos-, su nombre es ahora exhibido con cinismo como trofeo colectivo.
Como buitres estaban algunos medios -los mercenarios del patio y la derecha internacional-, merodeando en torno al moribundo. Su deceso es un festín. Asquea el espectáculo. Porque los que escriben no se conduelen de la muerte de un ser humano -en un país sin muertes extrajudiciales-, sino que la enarbolan casi con alegría, y la utilizan con premeditados fines políticos. Zapata Tamayo fue manipulado y de cierta forma conducido a la autodestrucción premeditadamente, para satisfacer necesidades políticas ajenas. ¿Acaso esto no es una acusación contra quienes ahora se apropian de su “causa”? Este caso, es consecuencia directa de la asesina política contra Cuba, que estimula a la emigración ilegal, al desacato y a la violación de las leyes y el orden establecidos. Allí está la única causa de esa muerte indeseable.
Pero, ¿por qué hay gobiernos que se unen a la campaña difamatoria, si saben -porque lo saben-, que en Cuba no se ejecuta, ni se tortura, ni se emplean métodos extrajudiciales? En cualquier país europeo pueden hallarse casos -a veces, francas violaciones de principios éticos-, no tan bien atendidos como el nuestro. Algunos, como aquellos irlandeses que luchaban por su independencia en los años ochenta, murieron en medio de la indiferencia total de los políticos. ¿Por qué hay gobernantes que eluden la denuncia explícita del injusto confinamiento que sufren cinco cubanos en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo, y se apresuran en condenar a Cuba si la presión mediática pone en peligro su imagen política? Ya Cuba lo dijo una vez: podemos enviarles a todos los mercenarios y sus familias, pero que nos devuelvan a nuestros héroes. Nunca podrá usarse el chantaje político contra la Revolución cubana.
Esperamos que los adversarios imperiales sepan que nuestra Patria no podrá ser jamás intimidada, doblegada, ni apartada de su heroico y digno camino por las agresiones, la mentira y la infamia.
Enrique Ubieta Gómez es investigador y ensayista cubano
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Cuba
Hace unos días publicamos la nota de la bloguera Yoani Sánchez, ¿Quién mató a Orlando Zapata? Y si nos vino una aluvión de críticas encima acusando a esta redacción de “filtrar artículos tendenciosos de la derecha recalcitrante financiada por la CIA en Cuba.”
ReplyDeleteAhora en honor a la pluralidad, publicamos la nota de Enrique Ubieta Gómez, sobre la muerte del disidente cubano Orlando Zapata.
"volvió a delinquir el 20 del propio mes"
ReplyDeleteVolvió a delinquir de qué???
De hacer critica al regimen cubano!!
"De todo lo dicho existen pruebas documentales"
ReplyDeleteQué pruebas sr. Enrique Ubieta Gómez, qué pruebas.
Yo he visitado Cuba y hay mucha gente que pasa hambre. Solo hay que ir a los barrios de La Habana y ver el desastre que es esta revolución.
ReplyDeleteLa argumentación empieza bien pero se quiebra a mitad camino y el autor se vuelve a la defensiva con argumentos irrelevantes y en ningún momento hace mención mínima a la autocrítica, ingrediente primordial de las democracias libres.
ReplyDeleteEl hambre parece ser un afrodisíaco en Cuba hast acon los niños:
ReplyDeletehttp://www.youtube.com/watch?v=jjMeZrT3Mrg&feature=related
Es por esto que los Castro no permiten la internet en Cuba. El día que el pueblo se entere, se acaba la revolución.
"DE LO QUE ESTOY MUY DE ACUERDO CON EL ARTICULO 100% ES QUE EN CUBA NO SE TORTURA, NI HAY EJECUCIONES EXTRAJUDICIALES, NO EXISTEN ESCUADRONES DE LA MUERTE QUE DEJAN A LOS DISIDENTES POLITICOS DESPEDAZADOS EN LA VIA PUBLICA, ESO A TODO EL MUNDO LE CONSTA"
ReplyDeleteLa verdad es unica:
ReplyDeleteMURIO UN DELINCUENTE !
Que descanze en paz, y que le dejen en paz los medios que explotan su muerte como excusa para atacar al gobierno Cubano.
Cuantos muertos hay de hambre en los paises que estos escriben?
En España? me pueden decir cuantos gitanos mueren de hambre?
En Francia, cuantos Africanos inmigrantes mueren de hambre?
En USA CUANTOS MUEREN DE HAMBRE?
Al diablo tanta ridiculez por la muerte de un prisionero usado con osadia hacia el fin de desprestigiar un pueblo.
Esta campaña contra el pueblo Cubano me huele a "fariseos" que demudan el rostro para verse tan espirituales o sensibles ante el dolor de la muerte; pero llenos de odio singular contra la Isla!
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.
Matatías,
ReplyDeleteUna diferencia grande es que Fidel niega que hay hambre y prostitución en Cuba. Y la otra, es que es mucho peor tener hambre y además no tener libertad.
El articulo es bastante preciso sobre quien era realmente Tamayo, lo unico que hace falta es decir que parte de la razon por la cual el "desidente" estaba en huelga de hambre, es porque queria un televisor en su celda, telefono movil, ventilador, entre otras consideraciones que los miembros del grupo 75 [los verdaderos presos politicos] nunca han exigido. Esta claro pues quien fue el sujeto que la prensa reaccionaria del sistema, presenta como victima de la "dictadura castrista." Tambien, es cierto lo que dicen otros comentaristas acerca de la ausencia de toruras y escuadrones de la muerte en Cuba. No me da veguenza admitir que estuve encarcelado en Cuba por haber violado leyes migratorias, pero nunca sufri malos tratos de nadie aunque admito que las carceles en Cuba son duras. En Cuba no hay "maras" tampoco como en El Salvador. Vivi en Cuba seis años.
ReplyDeleteClaro y lo mas lamentable de todo es:
ReplyDeleteTENER HAMBRE Y NO LUCHAR POR LO NUESTRO Y ATACAR AL QUE TRATA DE LOGRAR LO QUE NO PUEDES ATACAR !
Jose Matatias DElgado Y Del Hambre.