Una buena noticia: Francisco Altschul, Embajador en Estados Unidos
Por Victor Valle
Nueve meses fueron necesarios para saber, finalmente, el nombre del Embajador de El Salvador en Estados Unidos de América, designado por el primer gobierno popular y democrático de la historia salvadoreña.
Nueve meses, también, es lo que necesita una vida humana bien concebida para hacer parte de la historia. Esperamos que tal tiempo necesario sea un buen augurio para un nombramiento bien imaginado, engendrado, concebido y dado a luz.
Pienso que, aunque con tardanza, el nombramiento es acertado.
Conozco a Francisco Altschul desde que, siendo yo el encargado de las admisiones, ingresó a la Universidad de El Salvador, a estudiar Arquitectura, a mediados de los 60. Venía de la Escuela Americana y era muy buen y disciplinado estudiante. Los tiempos daban para sensibilizar y Paco no perdió la oportunidad. Después de graduarse obtuvo un postgrado en Europa y, después, profesionalmente se dedicó a proyectos sociales relacionados con la vivienda mínima.
Nueve meses fueron necesarios para saber, finalmente, el nombre del Embajador de El Salvador en Estados Unidos de América, designado por el primer gobierno popular y democrático de la historia salvadoreña.
Nueve meses, también, es lo que necesita una vida humana bien concebida para hacer parte de la historia. Esperamos que tal tiempo necesario sea un buen augurio para un nombramiento bien imaginado, engendrado, concebido y dado a luz.
Pienso que, aunque con tardanza, el nombramiento es acertado.
Conozco a Francisco Altschul desde que, siendo yo el encargado de las admisiones, ingresó a la Universidad de El Salvador, a estudiar Arquitectura, a mediados de los 60. Venía de la Escuela Americana y era muy buen y disciplinado estudiante. Los tiempos daban para sensibilizar y Paco no perdió la oportunidad. Después de graduarse obtuvo un postgrado en Europa y, después, profesionalmente se dedicó a proyectos sociales relacionados con la vivienda mínima.
Cuando la recta final de la confrontación armada cobró forma, Paco era un joven y comprometido profesional con las causas populares; pero no abandonó nunca su gusto por las Bellas Artes. Es un consumado pianista.
Lo volví ver en Washington DC en 1981, cuando ya la insurgencia armada estaba en marcha y muchos de nosotros, aunque solamente como testigos, habíamos tomado posiciones. Llegó a hacer los primeros escarceos para organizar un trabajo diplomático a favor de la insurgencia salvadoreña. Fue precedido por Rafael Moreno, el sacerdote jesuita que jugó un papel importante en la diplomacia insurgente.
Me encontraba en Washington terminando mis estudios doctorales en educación. La breve Junta de 1979 me nombró Embajador ante la OEA el 19 de diciembre de 1979. Cuando Guillermo Ungo y Héctor Oquelí renunciaron de esa primera Junta, yo también renuncié sin haber tomado posesión. Y me quedé disponible para colaborar con la lucha.
Por eso me buscó Rafael Moreno y por eso vi a Francisco Altschul, a principios de 1981, quien venía, de una reunión de países no alineados llevada a cabo en la India y a la que había asistido con Rafael Menjívar, Exrector de la Universidad de El Salvador.
Después llegaron otros compañeros: Salvador Sanabria, ahora prominente líder de la comunidad de salvadoreños en Estados Unidos; Antonio Cabrera, destacado consultor de Naciones Unidas; Guadalupe González, en asuntos académicos y diplomáticos en su natal México; y Jaime Miranda, actual Vice-Ministro de Relaciones Exteriores. Por unos meses estuvo, en Washington, el Exalcalde de San Salvador Héctor Silva, agregándose a este grupo que éramos un colectivo de representación político-diplomática de la insurgencia ya legitimada y agrupada en la alianza FDR-FMLN.
Muchas fueron las experiencias compartidas. Los tiempos no eran fáciles para el cabildeo. Reagan y sus iguales dirigían el gobierno de Estados Unidos y nosotros nos movíamos lo mejor que podíamos transmitiendo mensajes, dando información real sobre los hechos, analizando situaciones para desenmascarar las atrocidades del gobierno contrainsurgente y para demostrar que la lucha era justa. El campo de acción de este grupo estaba en el Congreso, el Departamento de Estado, los grandes medios de comunicación, las embajadas de todo el mundo y los organismos internacionales.
En los caminos de estas luchas Francisco conoció a Melinda Delashmutt, una persona excepcional, de Virginia, asentada en Washington DC y muy activa en causas nobles y por la democracia. Vimos a Melinda en actividades intelectuales y políticas del Partido Demócrata y de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, organización académica de Estados Unidos. Y sobre todo, la vimos muy solidaria con la lucha del pueblo salvadoreño.
Cuando Francisco y Melinda se casaron, todos los que trabajábamos en apoyo a la lucha del FMLN y de los partidos democráticos en El Salvador, en los 1980s, recibimos de ellos mucha solidaridad. En su casa nos reuníamos y allí recibimos a los visitantes de El Salvador que llegaban a darnos noticias frescas. Guillermo Ungo, Héctor Oquelí, Rubén Zamora, Segundo Montes, Febe Velazquez y muchos más estuvieron en esta casa solidaria.
En enero de 1989, se fue Reagan y llegó Bush primero. Hubo cambios de matiz. Ese año se caería el muro de Berlín y sería la ofensiva del FMLN que hizo historia y empujó la negociación. El FMLN decidió hacer una oferta política y para eso la Comandancia suscribió una carta donde proponía postergar las elecciones presidenciales, de marzo de 1989, por seis meses para hacer de ellas un tema de negociación concreta que permitiera elecciones libres, democráticas, observadas internacionalmente y que posibilitara la participación electoral de la izquierda.
Fue un intento serio para hallar una solución política negociada al conflicto. Chávez Mena y Cristiani eran los candidatos de la contrainsurgencia. Guillermo Ungo era el candidato de la izquierda legal.
La dirección del FMLN decidió que la propuesta fuera entregada directamente al Gobierno de los Estados Unidos de América para que se le explicara la seriedad de la misma.
Francisco Altschul, Salvador Sanabria, Guadalupe González y yo fuimos los encargados de esta misión. Nos recibió el Embajador Luigi Enaudi, prominente diplomático del Departamento de Estado, quien la leyó sorprendido e incrédulo.
La propuesta no prosperó. Aún se creía que la insurgencia sería derrotada militarmente. Lo demás es historia conocida.
Francisco y Melinda regresaron a El Salvador en los tiempos que la negociación estaba por producir los Acuerdos de Paz. Francisco trabajó en varios proyectos culturales y políticos. Fue miembro del Concejo de San Salvador.
Esta remembranza personal e histórica se hace para que se conozca la calidad humana, política, profesional y diplomática del nuevo Embajador de El Salvador en los Estados Unidos de América. Sobre todo para los que caigan en la tentación de decir “de dónde ha salido este” o comiencen a denostarlo.
Es una buena noticia su nombramiento como Embajador. Paco Altschul es un sólido intelectual. Tiene experiencia internacional. Conoce la política de Estados Unidos. Ha tenido una vida dedicada a la lucha por la democracia y la justicia. Es un hombre honrado, pone en práctica eso que se llama bonhomía y tiene una gran compañera en su esposa Melinda. En síntesis, hará un excelente papel e interpretará el sentir y las necesidades de las mayorías populares de El Salvador que ahora tienen “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Victor Valle es académico salvadoreño residente en Costa Rica
Lo volví ver en Washington DC en 1981, cuando ya la insurgencia armada estaba en marcha y muchos de nosotros, aunque solamente como testigos, habíamos tomado posiciones. Llegó a hacer los primeros escarceos para organizar un trabajo diplomático a favor de la insurgencia salvadoreña. Fue precedido por Rafael Moreno, el sacerdote jesuita que jugó un papel importante en la diplomacia insurgente.
Me encontraba en Washington terminando mis estudios doctorales en educación. La breve Junta de 1979 me nombró Embajador ante la OEA el 19 de diciembre de 1979. Cuando Guillermo Ungo y Héctor Oquelí renunciaron de esa primera Junta, yo también renuncié sin haber tomado posesión. Y me quedé disponible para colaborar con la lucha.
Por eso me buscó Rafael Moreno y por eso vi a Francisco Altschul, a principios de 1981, quien venía, de una reunión de países no alineados llevada a cabo en la India y a la que había asistido con Rafael Menjívar, Exrector de la Universidad de El Salvador.
Después llegaron otros compañeros: Salvador Sanabria, ahora prominente líder de la comunidad de salvadoreños en Estados Unidos; Antonio Cabrera, destacado consultor de Naciones Unidas; Guadalupe González, en asuntos académicos y diplomáticos en su natal México; y Jaime Miranda, actual Vice-Ministro de Relaciones Exteriores. Por unos meses estuvo, en Washington, el Exalcalde de San Salvador Héctor Silva, agregándose a este grupo que éramos un colectivo de representación político-diplomática de la insurgencia ya legitimada y agrupada en la alianza FDR-FMLN.
Muchas fueron las experiencias compartidas. Los tiempos no eran fáciles para el cabildeo. Reagan y sus iguales dirigían el gobierno de Estados Unidos y nosotros nos movíamos lo mejor que podíamos transmitiendo mensajes, dando información real sobre los hechos, analizando situaciones para desenmascarar las atrocidades del gobierno contrainsurgente y para demostrar que la lucha era justa. El campo de acción de este grupo estaba en el Congreso, el Departamento de Estado, los grandes medios de comunicación, las embajadas de todo el mundo y los organismos internacionales.
En los caminos de estas luchas Francisco conoció a Melinda Delashmutt, una persona excepcional, de Virginia, asentada en Washington DC y muy activa en causas nobles y por la democracia. Vimos a Melinda en actividades intelectuales y políticas del Partido Demócrata y de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, organización académica de Estados Unidos. Y sobre todo, la vimos muy solidaria con la lucha del pueblo salvadoreño.
Cuando Francisco y Melinda se casaron, todos los que trabajábamos en apoyo a la lucha del FMLN y de los partidos democráticos en El Salvador, en los 1980s, recibimos de ellos mucha solidaridad. En su casa nos reuníamos y allí recibimos a los visitantes de El Salvador que llegaban a darnos noticias frescas. Guillermo Ungo, Héctor Oquelí, Rubén Zamora, Segundo Montes, Febe Velazquez y muchos más estuvieron en esta casa solidaria.
En enero de 1989, se fue Reagan y llegó Bush primero. Hubo cambios de matiz. Ese año se caería el muro de Berlín y sería la ofensiva del FMLN que hizo historia y empujó la negociación. El FMLN decidió hacer una oferta política y para eso la Comandancia suscribió una carta donde proponía postergar las elecciones presidenciales, de marzo de 1989, por seis meses para hacer de ellas un tema de negociación concreta que permitiera elecciones libres, democráticas, observadas internacionalmente y que posibilitara la participación electoral de la izquierda.
Fue un intento serio para hallar una solución política negociada al conflicto. Chávez Mena y Cristiani eran los candidatos de la contrainsurgencia. Guillermo Ungo era el candidato de la izquierda legal.
La dirección del FMLN decidió que la propuesta fuera entregada directamente al Gobierno de los Estados Unidos de América para que se le explicara la seriedad de la misma.
Francisco Altschul, Salvador Sanabria, Guadalupe González y yo fuimos los encargados de esta misión. Nos recibió el Embajador Luigi Enaudi, prominente diplomático del Departamento de Estado, quien la leyó sorprendido e incrédulo.
La propuesta no prosperó. Aún se creía que la insurgencia sería derrotada militarmente. Lo demás es historia conocida.
Francisco y Melinda regresaron a El Salvador en los tiempos que la negociación estaba por producir los Acuerdos de Paz. Francisco trabajó en varios proyectos culturales y políticos. Fue miembro del Concejo de San Salvador.
Esta remembranza personal e histórica se hace para que se conozca la calidad humana, política, profesional y diplomática del nuevo Embajador de El Salvador en los Estados Unidos de América. Sobre todo para los que caigan en la tentación de decir “de dónde ha salido este” o comiencen a denostarlo.
Es una buena noticia su nombramiento como Embajador. Paco Altschul es un sólido intelectual. Tiene experiencia internacional. Conoce la política de Estados Unidos. Ha tenido una vida dedicada a la lucha por la democracia y la justicia. Es un hombre honrado, pone en práctica eso que se llama bonhomía y tiene una gran compañera en su esposa Melinda. En síntesis, hará un excelente papel e interpretará el sentir y las necesidades de las mayorías populares de El Salvador que ahora tienen “un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Victor Valle es académico salvadoreño residente en Costa Rica
Labels
Gobierno de Funes
Excelente articulo que pone en ridiculo a todos los que intentan separar al FMLN de la diaspora salvadoreña. La gran mayoria de los exiliados por razones politicas o economicas lo hicimos por culpa de la derecha salvadoreña y siempre hemos estado cerca del movimiento de izquierda en El Salvador, lo sepamos o no, pues casi todo el trabajo de cabildeo pro-inmigrante es hecho por 'politicos' de la diaspora ligados al FMLN. Ahora ya no sera clandestinamente. Ahora la diaspora sabra en realidad quienes son sus aliados.
ReplyDeleteBuena pieza para recordar la historia de la diplacia de la insurgencia
ReplyDeleteBuen articulo para conocer al verdadero Embajador nuestro.
ReplyDeleteFelicidades Don Francisco Altschul.
Jose Matatias Delgado Y Del Hambre.