Iglesia Católica: Fe, sexo y credibilidad

Fe, sexo y credibilidad

Por José Manuel Ortiz Benítez

El problema por el que pasa la Iglesia Católica en estos momentos no es de fe, ni de sexo, sino de esconder la verdad.

En el mundo moderno, la credibilidad de la jerarquía eclesiástica está tocada; en el mundo atrasado, estos problemas no se mencionan (Foto NYTimes: El padre Lawrence C. Murphy, aplaude en la Escuela San Juan con niños sordos en Wisconsin en 1960)

La Iglesia cometería un grave error considerar las revelaciones de los sacerdotes pedófilos únicamente como una creciente ofensiva anticlerical por parte de los medios de comunicación.

Al igual que todas las instituciones –la justicia, la prensa o la política– la iglesia no puede estar por encima de toda sospecha. Debe de dar un paso al frente y afrontar los problemas con coraje, con sinceridad y echarse al hombro las consecuencias.

Los costosos casos judiciales en Estados Unidos, en Irlanda, y más recientemente en Alemania y Francia muestran que los cargos de abuso sexual están fuertemente justificados por parte de las víctimas y sus familiares.

Había sacerdotes pederastas abusando de su estatuto y de la creencia de sus rebaños más débiles: niños menores de edad y discapacitados. Peor aún, la jerarquía eclesiástica ha encubierto y dejado actuar a libre discreción a los sacerdotes descarriados durante muchos años, como queda demostrado, con fechas, nombres y apellidos, en el reportaje publicado por el New York Times, quien cita y aporta documentos contundentes que implican al propio Benedicto XVI, el hombre que se comunica directamente con Dios todas las noches antes de acostarse.

Son estos, los máximos dirigentes de la iglesia católica, los que "extienden la sospecha a todos los miembros del clero", asevera, sin tapujos, el New York Times, no la presunta conspiración de los medios de comunicación.

La Iglesia no es la primera institución afectada por estos escándalos. El dictamen será aún más grave de lo que profesa la moralidad. En un mundo descristianizado, el Papa, como la Iglesia, no debe originar ninguna reverencia o respeto particular hacia los maltratadores.

La Iglesia es, para los hombres del siglo XXI, un esfuerzo humano y será juzgada como tal, como una institución más de nuestro tiempo, no como algo celestial por encima de lo terrenal.

Se debe demostrar total transparencia y permitir que la justicia de los hombres, con sus fallos y aciertos, trate a los sacerdotes acusados, por su bien, por el bien de la Iglesia y por el de las víctimas.

Queda por ver si el actual Papa Benedicto XVI sabrá responder a esta crisis y devolver a la Iglesia y su clero la credibilidad de los mortales.

Otros artículos de este autor AQUÍ- José Manuel Ortiz Benítez es Editor de Salvadoreños en el Mundo

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