El Triunfo de la Democracia Salvadoreña
Por José Manuel Ortiz Benítez
La Democracia es demasiado frágil como para dejarla sola en las manos de los partidos políticos, dicen algunos demócratas.
“La Democracia salvadoreña es un poco brabucona, bastante feyita,” dice, con su inusual sentido del humor, mi estimable tocayo Don Manuel.
En El Salvador, la Democracia está viva, pero no se mueve. Está atada panza arriaba, buscando la forma de desatarse.
Hay muchos teóricos salvadoreños que intentan explicar las razones del déficit democrático salvadoreño.
Mi tocayo Don Manuel es uno de esos filósofos de atardecer que piensa que estamos como estamos por la indiferencia, por la desconexión de los partidos políticos con los ciudadanos.
Hay buenos articulistas que creen que el problema radica en la incapacidad de nuestros políticos o en la insolvencia moral que tienen, según ellos, los propios partidos políticos.
Existe otro grupo de pensadores que cree que nuestra Democracia no avanza porque la clase política, que dirige el país, sigue anclada en la inmadurez, en el berrinche, en el interés particular de sus dirigencias.
Más allá de los pensadores, están los ciudadanos independientes que creen que la clase política tiene un acuerdo mutuo, diseñado para evitar el despegue de nuestra Democracia.
Después están los medios de comunicación, que informan del triunfo o tragedia de nuestra Democracia, según el color del partido que gobierna.
También están los ciudadanos ideológicos que ven en la ideología del contrario la principal amenaza de nuestra Democracia.
Finalmente, están algunos dirigentes políticos que, al afeitarse delante del espejo, se ven como los únicos salvadores de Nuestra Democracia.
Otros artículos de este autor aquí - Jose Manuel Ortiz Benitez es columnista salvadoreño
La Democracia es demasiado frágil como para dejarla sola en las manos de los partidos políticos, dicen algunos demócratas.
“La Democracia salvadoreña es un poco brabucona, bastante feyita,” dice, con su inusual sentido del humor, mi estimable tocayo Don Manuel.
En El Salvador, la Democracia está viva, pero no se mueve. Está atada panza arriaba, buscando la forma de desatarse.
Hay muchos teóricos salvadoreños que intentan explicar las razones del déficit democrático salvadoreño.
Mi tocayo Don Manuel es uno de esos filósofos de atardecer que piensa que estamos como estamos por la indiferencia, por la desconexión de los partidos políticos con los ciudadanos.
Hay buenos articulistas que creen que el problema radica en la incapacidad de nuestros políticos o en la insolvencia moral que tienen, según ellos, los propios partidos políticos.
Existe otro grupo de pensadores que cree que nuestra Democracia no avanza porque la clase política, que dirige el país, sigue anclada en la inmadurez, en el berrinche, en el interés particular de sus dirigencias.
Más allá de los pensadores, están los ciudadanos independientes que creen que la clase política tiene un acuerdo mutuo, diseñado para evitar el despegue de nuestra Democracia.
Después están los medios de comunicación, que informan del triunfo o tragedia de nuestra Democracia, según el color del partido que gobierna.
También están los ciudadanos ideológicos que ven en la ideología del contrario la principal amenaza de nuestra Democracia.
Finalmente, están algunos dirigentes políticos que, al afeitarse delante del espejo, se ven como los únicos salvadores de Nuestra Democracia.
Otros artículos de este autor aquí - Jose Manuel Ortiz Benitez es columnista salvadoreño
No hay triunfo, hay frustracion
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