Homenaje a los muertos
Por José Manuel Ortiz Benítez
Este día, la mitad de la humanidad brinda homenaje a los muertos. Las flores colorean sus tumbas, y, bajo ellas, yacen los restos de aquellos que un día moldearon nuestras vidas.
Bajo la lluvia o bajo el sol, hoy la gente saldrá al panteón a poner sobre las cruces sus flores, sus coronas, sus recuerdos.
Unos lo harán llorando, otros disimulando.
A nuestros muertos nada de eso les afecta, a ellos ya no les importa.
Mi tocayo don Manuel dice que, está vez, le irá a dejar un ramo de flores rojas a Don Shafick.
“El dolor por los que se adelantaron a su tiempo no cesa”, dice. “Don Shafick era tan adelantado que se adelantó incluso a su propia muerte”, se lamenta mi tocayo don Manuel.
En el otro extremo del Cementerio de los Ilustres de San Salvador, se erige la tumba de Don Roberto.
El color de la corona elegida para la ocasión volverá a ser el de siempre, el azul celeste, propio de una patria que no cesa de sangrar.
El fin de semana pasado, abatieron a tiros a otros 31 ciudadanos, gente joven de zonas pobres, que pagan el impuesto de la inseguridad con sus propias vidas.
A ellos, nadie les echa flores, excepto los medios.
Este día, la mitad de la humanidad brinda homenaje a los muertos. Las flores colorean sus tumbas, y, bajo ellas, yacen los restos de aquellos que un día moldearon nuestras vidas.
Bajo la lluvia o bajo el sol, hoy la gente saldrá al panteón a poner sobre las cruces sus flores, sus coronas, sus recuerdos.
Unos lo harán llorando, otros disimulando.
A nuestros muertos nada de eso les afecta, a ellos ya no les importa.
Mi tocayo don Manuel dice que, está vez, le irá a dejar un ramo de flores rojas a Don Shafick.
“El dolor por los que se adelantaron a su tiempo no cesa”, dice. “Don Shafick era tan adelantado que se adelantó incluso a su propia muerte”, se lamenta mi tocayo don Manuel.
En el otro extremo del Cementerio de los Ilustres de San Salvador, se erige la tumba de Don Roberto.
El color de la corona elegida para la ocasión volverá a ser el de siempre, el azul celeste, propio de una patria que no cesa de sangrar.
El fin de semana pasado, abatieron a tiros a otros 31 ciudadanos, gente joven de zonas pobres, que pagan el impuesto de la inseguridad con sus propias vidas.
A ellos, nadie les echa flores, excepto los medios.
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