Borracho en la Asamblea Legislativa
Borracho en la Asamblea Legislativa
Por José Manuel Ortiz Benitez
El día anterior al incidente, vi al honorable diputado don Ciro Cruz Zepeda en un evento institucional en un hotel de la capital.
Alrededor de las mesas, había autoridades públicas degustando del menú, principalmente, Sushi, boquitas criollas y otras delicatesen de nivel hotel 5 estrellas.
En ese momento de la noche, a don Ciro Cruz Zepeda se le miraba tranquilo, atento, audaz, como de costumbre. Estaba acorralado de gente importante de la Asamblea Legislativa y del Honorable Parlamento Centro Americano.
En ese evento, todo el mundo quería estar cerca del embajador anfitrión. Yo no era la excepción. También soy un mortal con mis miedos y tentaciones.
Tuve 2 minutos exactos para saludar al Sr. Embajador y arrancarle una audiencia personal. Sólo conseguí lo primero.
Instantes después, irrumpió en la escena, como modelo de pasarela, la delfina de los Poma.
La joven ex vicepresidenta, tan risueña como de costumbre, atravesó el muro de la seguridad con una velocidad estrepitosa, saludó con mucha educación a todos los que estábamos presentes en el centro de la sala e, inmediatamente, se fue directamente a la mesa de la esquina derecha, donde las altas autoridades de peso custodiaban al Embajador.
Entre tanto, el Honorable Vicepresidente de la Asamblea Legislativa, sostenía, con su mano derecha, una copa de cristal fino, con un líquido espirituoso difícil de distinguir.
Parece cinta azul me dijo detrás de la oreja un ex parlamentario centroamericano del partido conservador.
En el pasillo del hotel, la gente se movía de un lado a otro como en un mercado popular de venta de verduras.
Las hortalizas que venden las verduleras en el mercado se anuncian a un precio particular y, en el forcejeo verbal, el precio se va acomodando, según la necesidad del ofertante y del demandante.
En San Miguel va a ganar GANA, decía un diputado a otro diputado. La suerte ya está echada, le correspondía el otro diputado.
Creo que estamos ante las horas finales del Partido de Conciliación Nacional, decía un tercer diputado.
A todo esto, don Ciro Cruz Zepeda seguía “refiliando” la copa de bohemia que sostenía en la mano derecha.
Yo me fui a mi casa como a las 9 y 30 de la noche y en aquella recepción ofrecida por el Sr. Embajador, se quedaron únicamente las autoridades de peso.
El día siguiente el Honorable Diputado apareció delante de las cámaras de canal 33, con un aparente problema de autocontrol, dirigiendo, desde la silla presidencial, una importante plenaria de la Asamblea Legislativa.
Al enterarse del incidente, el titular de la silla presidencial dijo “pido una disculpa al pueblo salvadoreño”.
Otros artículos de esta autor Aquí- José Manuel Ortiz Benitez es columnista salvadoreño.
Por José Manuel Ortiz Benitez
El día anterior al incidente, vi al honorable diputado don Ciro Cruz Zepeda en un evento institucional en un hotel de la capital.
Alrededor de las mesas, había autoridades públicas degustando del menú, principalmente, Sushi, boquitas criollas y otras delicatesen de nivel hotel 5 estrellas.
En ese momento de la noche, a don Ciro Cruz Zepeda se le miraba tranquilo, atento, audaz, como de costumbre. Estaba acorralado de gente importante de la Asamblea Legislativa y del Honorable Parlamento Centro Americano.
En ese evento, todo el mundo quería estar cerca del embajador anfitrión. Yo no era la excepción. También soy un mortal con mis miedos y tentaciones.
Tuve 2 minutos exactos para saludar al Sr. Embajador y arrancarle una audiencia personal. Sólo conseguí lo primero.
Instantes después, irrumpió en la escena, como modelo de pasarela, la delfina de los Poma.
La joven ex vicepresidenta, tan risueña como de costumbre, atravesó el muro de la seguridad con una velocidad estrepitosa, saludó con mucha educación a todos los que estábamos presentes en el centro de la sala e, inmediatamente, se fue directamente a la mesa de la esquina derecha, donde las altas autoridades de peso custodiaban al Embajador.
Entre tanto, el Honorable Vicepresidente de la Asamblea Legislativa, sostenía, con su mano derecha, una copa de cristal fino, con un líquido espirituoso difícil de distinguir.
Parece cinta azul me dijo detrás de la oreja un ex parlamentario centroamericano del partido conservador.
En el pasillo del hotel, la gente se movía de un lado a otro como en un mercado popular de venta de verduras.
Las hortalizas que venden las verduleras en el mercado se anuncian a un precio particular y, en el forcejeo verbal, el precio se va acomodando, según la necesidad del ofertante y del demandante.
En San Miguel va a ganar GANA, decía un diputado a otro diputado. La suerte ya está echada, le correspondía el otro diputado.
Creo que estamos ante las horas finales del Partido de Conciliación Nacional, decía un tercer diputado.
A todo esto, don Ciro Cruz Zepeda seguía “refiliando” la copa de bohemia que sostenía en la mano derecha.
Yo me fui a mi casa como a las 9 y 30 de la noche y en aquella recepción ofrecida por el Sr. Embajador, se quedaron únicamente las autoridades de peso.
El día siguiente el Honorable Diputado apareció delante de las cámaras de canal 33, con un aparente problema de autocontrol, dirigiendo, desde la silla presidencial, una importante plenaria de la Asamblea Legislativa.
Al enterarse del incidente, el titular de la silla presidencial dijo “pido una disculpa al pueblo salvadoreño”.
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