Voto Latino en EE.UU.
Por José Manuel Ortiz Benítez
Nadie sabe cuántos descendientes de Atlatatl, Moctezuma, Pachacamac, Angat o de Isabel La Católica son los que van a salir a votar en las próximas elecciones de Noviembre en los EE. UU. Aunque la participación hispana ahora se dice es decisiva en las elecciones presidenciales de EE.UU, el peso real de la comunidad latina sigue siendo la gran ausente en la denominada democracia más sólida del planeta.
La cifra real de latinos en EE.UU. siempre ha sido resbaladiza. Según quien nos cuente, la cifra puede ser alta, muy alta, o demasiado alta, nunca baja. Se calcula que la bolsa de indocumentados está entre los 11 y 15 millones, los residentes legales, no ciudadanos, ronda los 18 millones y el resto, ciudadanos de pleno derecho, sobrepasa los 30 millones.
Si los números no mienten, Estados Unidos es el gran gorila hispano del mundo, solo superado por México. Sin embargo, la representación hispana en las instituciones de EE.UU, sigue siendo próxima a cero, si se compara con el peso poblacional.
57 millones de descendientes hispanos en EE.UU. son un gran chingo de gente, más que toda la población de España, Argentina, o Chile y Colombia juntos.
Efectivamente somos muchos los que compartimos la lengua de Cervantes, pero aquí en EE.UU. todavía no sabemos cómo usar la voz. Algo le pasa "políticamente" a este caballo de Troya, no anda bien, no avanza, recula, tropieza, se descoordina como un potrillo recién llegado al mundo.
La participación hispana en las elecciones primarias, las que sirven para elegir quien va en la papeleta oficial, es menos del 10%. Es decir, de cada 100 votantes hispanos inscritos en el padrón electoral, votan solo 10 en el sistema de primarias.
En las elecciones oficiales a nivel local y estatal, raspamos el 15% de participación. En las últimas elecciones presidenciales del 2012, de los 24 millones de votantes elegibles, solo 11.2 millones de hispanos salieron a votar, más de la mitad no participó.
Todos los demás grupos étnicos, afroamericanos, asiáticos, judíos, Etc. en EE. UU. superan ampliamente la participación hispana en todo tipo de elecciones: locales, estatales y nacionales.
Hay un problema con nuestra gente, no salimos a votar. Estamos pasmados, viendo desde afuera como si el problema no fuera con nosotros. Qué se pierde cuando no se participa? Se pierde la representatividad y con ella la capacidad de influir en la cosas que nos afectan como comunidad: desde los impuestos que pagamos cada día, el servicio del agua y la basura, la seguridad en nuestros barrios, la calidad de educación de nuestros hijos, el tipo de jubilación que tendremos, el cuidado médico de nuestros ancianos, la dificultad o soltura para salir adelante.
Los hispanos, la mayor de las minorías de EE.UU. no hemos aprendido todavía de la menor de las minorías, los Judíos, a salir de forma masiva a echar el voto por el candidato que mejor nos representante.
Cuando lo hagamos, no solo habremos mejorado la calidad democrática de EE.UU. sino también dado un paso firme hacia la igualdad y la integración plena de nuestra gente.
José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC.
Nadie sabe cuántos descendientes de Atlatatl, Moctezuma, Pachacamac, Angat o de Isabel La Católica son los que van a salir a votar en las próximas elecciones de Noviembre en los EE. UU. Aunque la participación hispana ahora se dice es decisiva en las elecciones presidenciales de EE.UU, el peso real de la comunidad latina sigue siendo la gran ausente en la denominada democracia más sólida del planeta.
La cifra real de latinos en EE.UU. siempre ha sido resbaladiza. Según quien nos cuente, la cifra puede ser alta, muy alta, o demasiado alta, nunca baja. Se calcula que la bolsa de indocumentados está entre los 11 y 15 millones, los residentes legales, no ciudadanos, ronda los 18 millones y el resto, ciudadanos de pleno derecho, sobrepasa los 30 millones.
Si los números no mienten, Estados Unidos es el gran gorila hispano del mundo, solo superado por México. Sin embargo, la representación hispana en las instituciones de EE.UU, sigue siendo próxima a cero, si se compara con el peso poblacional.
57 millones de descendientes hispanos en EE.UU. son un gran chingo de gente, más que toda la población de España, Argentina, o Chile y Colombia juntos.
Efectivamente somos muchos los que compartimos la lengua de Cervantes, pero aquí en EE.UU. todavía no sabemos cómo usar la voz. Algo le pasa "políticamente" a este caballo de Troya, no anda bien, no avanza, recula, tropieza, se descoordina como un potrillo recién llegado al mundo.
La participación hispana en las elecciones primarias, las que sirven para elegir quien va en la papeleta oficial, es menos del 10%. Es decir, de cada 100 votantes hispanos inscritos en el padrón electoral, votan solo 10 en el sistema de primarias.
En las elecciones oficiales a nivel local y estatal, raspamos el 15% de participación. En las últimas elecciones presidenciales del 2012, de los 24 millones de votantes elegibles, solo 11.2 millones de hispanos salieron a votar, más de la mitad no participó.
Todos los demás grupos étnicos, afroamericanos, asiáticos, judíos, Etc. en EE. UU. superan ampliamente la participación hispana en todo tipo de elecciones: locales, estatales y nacionales.
Hay un problema con nuestra gente, no salimos a votar. Estamos pasmados, viendo desde afuera como si el problema no fuera con nosotros. Qué se pierde cuando no se participa? Se pierde la representatividad y con ella la capacidad de influir en la cosas que nos afectan como comunidad: desde los impuestos que pagamos cada día, el servicio del agua y la basura, la seguridad en nuestros barrios, la calidad de educación de nuestros hijos, el tipo de jubilación que tendremos, el cuidado médico de nuestros ancianos, la dificultad o soltura para salir adelante.
Los hispanos, la mayor de las minorías de EE.UU. no hemos aprendido todavía de la menor de las minorías, los Judíos, a salir de forma masiva a echar el voto por el candidato que mejor nos representante.
Cuando lo hagamos, no solo habremos mejorado la calidad democrática de EE.UU. sino también dado un paso firme hacia la igualdad y la integración plena de nuestra gente.
José Manuel Ortiz Benítez es columnista salvadoreño en la ciudad de Washington, DC.
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