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El Málaga salva al Real Madrid

Leo Messi durante el Partido Barcelona Málaga 

Las sonrisas del Madrid las dibujó el Málaga 

Cuando parecía servirle la Liga al Barcelona, las buenas noticias llegarían de la tierra de Picasso. Por: Jorge Barraza

Así es el fútbol. Quizá en su mejor partido de la temporada, por el rival y la circunstancia, por la superioridad y la autoridad establecida en el juego, el Real Madrid se fue a las duchas con la cara larga. Tenía totalmente controlado el juego y ‒en apariencia‒ el resultado de 1-0, pero apareció Correa, más Ángel que nunca, le puso un pase ‘bochinesco’ al francés Griezmann, jugador y definidor fenomenal, quien estampó el 1-1 y dejó a todo el madridismo preguntándose ¿y ahora…?
La decepción era mayúscula, pues parecía servirle la Liga al Barcelona, que jugaba más tarde. Desde el inicio de la era Messi (2005), el Madrid tiene un trauma con la Liga, que se le niega seguido: el Barcelona la ha conquistado ocho veces; y el Madrid, tres. Antes la proporción era al revés. Por eso está obsesionado con ganar esta. Pero la alegría que no vivió en el Bernabéu le llegó de La Rosaleda.

Hasta la llegada de Diego Simeone al Atlético de Madrid (27 de diciembre del 2011), los 22 clásicos precedentes Real-Atleti habían dejado 16 triunfos para el Real y seis empates, o sea, una superioridad bochornosa. Pero desde la llegada del ‘Cholo’, los 22 jugados han terminado en ocho triunfos madridistas, siete colchoneros y siete empates. Antes tenía seis puntos casi asegurados en la Liga, ahora se sabe que le va a resultar difícil el Atlético. Claramente, el ‘Cholo’ es una espina en el zapato de la casa blanca. Una casa en donde James Rodríguez cada día que pasa se siente más un turista. En las citas importantes no entra en los planes de Zidane. La estadística canta que lleva 102 partidos vestido de blanco, pero de los últimos 73 solo en 10 ha completado los 90 minutos. En julio debe tomar una decisión sobre su carrera. Aún le quedan muchos años y puede protagonizarlos plenamente en otro club.

La clase de Modric fue como el cursor de la computadora, lo que señalaba el destino del partido. ¡Pensar que el croata costó 30 millones de euros y hoy cualquier ‘bijouterie’ se cotiza a 60! Luka, ayudado por la prolijidad de Kroos y la cada vez más notoria eficiencia de Casemiro, se fue adueñando del mediocampo, y este es el mango de la sartén. Un Atlético extrañamente apático, tibio, dejaba hacer, más de la cuenta. Y el Madrid se fue agrandando hasta componer una de sus mejores actuaciones ante un rival que, por lo general, en los últimos tiempos lo complica demasiado.

Apagado Benzemá, desaparecido por completo Bale, la BBC quedó reducida a la C de Cristiano. Ronaldo está cada vez menos participativo en el juego, circunscripto solo a rematar, con los pies o la cabeza, pero eso sigue haciéndolo brillantemente. Eso y su nunca advertido desmarque, que le permite recibir tantas veces solo. En uno de esos descuidos que tan bien fabrica, Modric lo vio y lo dejó mano a mano con Oblak, el portugués definió perfecto y la pelota estaba entrando al arco, pero la sacó milagrosamente Savic desde la raya.

Antes, Cristiano le había devuelto primorosamente una pared a Benzemá, quien quedó de frente a Oblak, y el esloveno la sacó por sobre el travesaño. Benzemá parece no tener grises, sus tardes son para Balón de Oro o para Premio Limón. Ronaldo y Modric fueron los sobresalientes del Madrid. De todos modos, Ronaldo está curiosamente negado para el gol. Después de seis temporadas por encima de los 50 goles, en esta lleva 26. Y ya queda poco de esta.

Ese Atlético apático, hasta poco combativo, dejaba los tres puntos en el barrio Chamartín de la misma forma que en las décadas del 80 y 90. Una sola maniobra brillante lo rescató al final; fue un sucesión perfecta de cuatro pases rasantes y precisos y definición con glamur de Griezmann: Savic largo y frontal a Carrasco, de primera atrás a Gabi, otra vez como venía a Correa y el rosarino la puso por el ojo de la cerradura para el francés. Fue el 1-1 final. Puede decirse que no lo merecía, de ahí la desazón madridista. El hincha merengue salió del Bernabéu con cara de otra vez sopa.

Pero las buenas noticias llegarían de la tierra de Picasso. El Málaga fue una pintura; y un oponente implacable para el Barcelona desde el pitazo inicial hasta el final. El Málaga de los venezolanos le hizo una tarea de presión e intensidad que el Barça tal vez no imaginaba de un equipo que marchaba curiosamente cerca del fondo de la tabla. Lo metió en un torbellino al cuadro catalán, como en un lavarropas del que no pudo salir, y lo fue liquidando lentamente. Fue 2-0 claro. El Barça salió de la lavadora estrujado y con los pelos parados.

¿Por qué el Barcelona juega un partido brillante el miércoles en el que demuele al bravo Sevilla y muerde el polvo el sábado ante el Málaga? Porque el calendario está apretadísimo en abril y Luis Enrique necesita hacer rotaciones. Pero el Barça no puede rotar porque tiene solo estos buenos, buenos: Mascherano, Piqué, Umtiti, Sergi Roberto, Iniesta, Messi, Suárez y Neymar. El resto es relleno, pues es un club que año tras año gasta cientos de millones de euros en contratar jugadores discretos o demasiado comunes que luego no le sirven de revulsivo para componer un partido que viene descompuesto. En eso el Madrid le lleva kilómetros de ventaja. Sale Varane y entra Pepe, sale Benzemá y entra Morata, y están Isco, James, Lucas Vázquez… Y ya se anunció que pagará la cláusula de rescisión de Theo Hernández y se quedará con el aguerrido lateral izquierdo del Alavés, que pertenece al Atlético. Sería un refuerzo fantástico. El Madrid siempre apunta a lo mejor.

Antes de comenzar el juego en La Rosaleda, el Barça dependía de sí mismo para ser campeón. Ya no. La segunda mala noticia del Barcelona, además del resultado, es la expulsión de Neymar, quien tuvo una tarde fatal. Hizo todo mal y, además, la roja. Los árbitros son permisivos con los defensas que se cansan de cepillar al brasileño, pero severísimos con las actitudes de Neymar. La primera amarilla fue porque se estaba atando los cordones cerca de la pelota cuando iba a ejecutar un tiro libre el Málaga. Y la segunda llega por atropellar a un rival. O por cualquier cosilla. Pero cuando se iba al túnel la empeoró: aplaudió al cuarto árbitro. Si lo sancionan dos fechas, se perderá el clásico en el Bernabéu.

A propósito de Neymar: venía teniendo una temporada floja; de hecho, lleva 15 goles en 38 partidos, varios de penal y de tiro libre. Pero fue la gran figura ante el PSG (desde el minuto 88 en adelante, con dos goles, justamente uno desde los 12 pasos y otro en un cobro de falta desde fuera del área) y a la media hora ya querían entregarle el Balón de Oro. Le falta la estabilidad, la continuidad de brillar un año entero, parejo, no un partido sí y cuatro no. Que se pueda decir “este campeonato lo ganó Neymar”, aunque nunca un jugador gana solo un torneo.

Sin embargo, la mejor liga del mundo no está decidida aún. Le faltan ocho juegos al Madrid y siete al Barcelona. Y la ventaja de los blancos es grande, pero el Barça, aún con lo dicho, también es grande.

Jorge Barraza
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