Bukele “acata la orden” de no volver a utilizar a los militares en El Salvador
Bukele “acata la orden” de no volver a utilizar a los militares en El Salvador
La Corte le exige al presidente no acudir a la Fuerzas Armadas tras su irrupción en la Asamblea. El mandatario defiende que respetó la división de poderes.
El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, admitió parcialmente su error al aceptar la indicación de la Corte Constitucional que le pidió "abstenerse de usar la Fuerzas Armadas en actividades contrarias a los fines constitucionales”. Aunque dijo que la decisión de la Corte podría entorpecer el trabajo de su Gobierno, el comunicado “acatando la orden” publicado la noche del lunes, rebaja la tensión en el país tras las escenas del día anterior, cuando docenas de soldados irrumpieron en la Asamblea, de mayoría opositora.
“Aunque no compartamos lo resuelto por la Sala de lo Constitucional (…) lo acataremos”, señala el comunicado en el que Bukele defiende que el Ejecutivo “ha mostrado, en todo momento ser respetuoso del principio de separación de poderes”.
Sin embargo, el agresivo gesto ordenado por el mandatario de 38 años provocó el rechazo de la oposición que lo calificó de “autogolpe” y de la comunidad internacional. La Comisión de Derechos de Naciones Unidas, el Departamento de EE UU y las embajadas de Reino Unido, Canadá o la Unión Europea en el país centroamericano criticaron la presencia de las fuerzas armadas en el Congreso y compararon las imágenes con las de la dictadura militar.
Según el sacerdote José Luis Tojeira, rector de la Universidad Centroamericana (UCA) la situación que se vive actualmente es culpa de una “desprestigiada Asamblea que legisla en favor de muy pocos” y de “un modelo de democracia que requiere de urgentes reformas”, señala. “El sistema judicial funciona mal y lento. Hay pobreza y desigualdad y la Asamblea legisla olvidando los derechos de las mayorías. Eso ha generado la elección de una persona con tintes populistas e inexperiencia política que le ha llevado a cometer este tipo de errores entrando con militares armados hasta los dientes rompiendo la institucionalidad de El Salvador”, dice a EL PAÍS desde San Salvador.
El enfrentamiento con los diputados estalló el viernes, cuando el mandatario exigió a la Asamblea Nacional a que sesionara el domingo para aprobar el desembolso de los fondos, un financiamiento del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), que serán utilizados para equipar a la Policía y el Ejército dentro del plan de Bukele para enfrentar la violencia. Entre los equipos a adquirir hay helicópteros y un buque valorado en 26 millones de dólares.
“Si los diputados no asisten, vamos a utilizar nuestros poderes constitucionales para hacer cumplir la Constitución”, advirtió previamente el presidente en su cuenta de Twitter, la red social desde la que gobierna y que le sirve para anunciar un programa social, insultar a la oposición, cesar a un funcionario, pelearse con la prensa o comunicar su paternidad. Esos dos elementos; la crisis de seguridad y las redes sociales, se han convertido en pilares de una polémica gestión que vive su crisis más aguda.
Nayib Bukele, de 38 años, comenzó su carrera política en el histórico Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, bajo cuyas siglas llegó a ser alcalde de la capital, San Salvador, entre 2015 y 2018. Durante esa etapa se dio a conocer como un eficaz gestor capaz de recuperar el tenebroso centro de la capital. Posteriormente, se enfrentó con su partido, que no pensaba en él como candidato presidencial. Para materializar sus ambiciones abandonó la formación y se unió a un partido, Gran Alianza por la Unidad Nacional (GANA), vinculado a graves casos de corrupción pero que le proporcionó el registro electoral que necesitaba, aunque ahora no cuente con ningún diputado en la cámara. Durante sus batallas con su antiguo partido, con la derecha y con la gran prensa salvadoreña ha forjado su imagen de rebelde e idealista que encandiló a sus votantes. Paralelamente desde su llegada al poder ha reducido a la mitad los homicidios violentos y, si se mantiene la tendencia, 2020 finalizará con una tasa de 19’9 por cada 100.000 habitantes, una de las más bajas de las últimas décadas y cinco veces menor a la de 2015, cuando se contabilizaron más de 100 homicidios cada 100.000 habitantes.
El Salvador vivirá elecciones dentro de un año, en febrero de 2021, y en ellas Bukele podría obtener el 70% de los diputados, lo que le permitiría sacar adelante todos sus planes. Sin embargo, decidió estirar la cuerda y mantener la estrategia de tensión permanente que tantos réditos le da, a pesar de que ni en la época de las dictaduras militares se había visto la presencia de uniformados armados en la Asamblea, según señala el historiador Roberto Turcios.
“Su llegada al poder es resultado de una situación de hartazgo, donde se han olvidado los derechos de las mayorías lo que a su vez ha llevado a la elección de una persona con poca experiencia política que cree que le han dado todo el poder para redimir a El Salvador, que además no lo está haciendo y atacar una institucionalidad sumamente pobre, pero institucionalidad, al fin y al cabo”, añade el rector de la UCA. “Ir hacia un modelo autoritario no nos lleva a ninguna parte y crearía más violencia”.
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